Permanentemente oímos hablar de la necesidad de un cambio ya, pero no dicen para dónde. A igual que la idea de progreso, la idea de cambio produce temores y expectativas, este es una palabra que parece aséptica, como legitimada en sí mismo, es decir creer que todo cambio es bueno, cuando en realidad no es así, usted puede cambiar para mal. Muchos cambios en la historia han sido para peor, han representado retroceso y no progreso. Cambiar debe tener una dirección, un sentido, una filosofía, un destino. Cuando hablamos de cambio social, transformación, revolución estos tienen que tener claro una cierta direccionalidad, un sentido que nos indique hacia donde debemos y queremos dirigirnos.
Esto no puede tomarse como dogmatismo ni determinismo, no estamos negando la construcción dinámica de los cambios sociales, pero si afirmamos que además del descontento y la no aceptación de una realidad determinada, los cambios sociales siempre persiguen construir una realidad distinta, aunque ésta no esté totalmente definida es otra realidad. Hay que diferenciar entre transformaciones o cambios que persiguen perfeccionar o acoplarse mejor a nuevas realidades o aquellas transformaciones o cambios sociales que persiguen transformar radicalmente la realidad existente. No existe cambio social neutro, todos ellos están vinculados a la dinámica entre los grupos o clases sociales. Difícilmente en la historia encontraremos cambios sociales radicales que se hayan producidos con apoyo de la totalidad de una sociedad, normalmente son dirigidos por sectores anteriormente excluidos quienes ahora tienen capacidad política para la transformación, en rechazo, casi siempre, de quienes hasta ese momento ostentaban el poder.
Muchos de los que nos hablan hoy de cambio son representantes de los intereses más retrógrados del pasado, los mismos que nos dicen que antes éramos felices y no lo sabíamos. Hay también quienes nos hablan de cambio como si este fuera neutro y es una forma de enmascarar los intereses de los sectores más élites de la sociedad venezolana y sus aliados internacionales. Nos referimos a los niños sifrinos, hijos de papi y mami, a los que les asquea el socialismo, más aun el pueblo y solamente pretenden instaurar un modelo burgués neoliberal, representantes del capitalismos mas salvaje. Igualmente se hace referencia a la salida, pero en la práctica ha quedado demostrado que buscan los caminos fáciles y rápidos, los más violentos, como lo hicieron en el 2002 y más recientemente con las guarimbas y actos de terrorismo en el 2014, cuya derrota absoluta los hace ahora recurrir a instancias foráneas buscando la intervención internacional.
Evidentemente, en Venezuela más que la lucha entre chavistas y oposición, está en juego la lucha por imponer dos modelos societales distintos; un modelo económico social de carácter popular y otro donde se imponga el dominio del mercado sobre el resto de la sociedad. En Venezuela como en el resto del mundo hay dos opciones; el socialismo y el capitalismo. En Venezuela, hasta el momento, no se ha logrado la valoración del socialismo y lo que hoy se critica son fundamentales los errores de no haber podido terminar con el modelo rentista petrolero y de las desviaciones populistas. En Venezuela aún convive el modelo neoliberal, el socialismo es un proyecto, la economía de mercado, la propiedad privada, la legislación y lo más importante hasta la cultura es aún capitalista, echarla atrás es tarea nada fácil.