FANB: de las advertencias del PCV a la designación de un inspector de dudosa reputación…

Comencemos por un principio: aceptemos de una vez que ni el presidente Maduro, ni absolutamente nadie que forme parte del alto gobierno, que tenga influencia en el diseño y aplicación de políticas públicas van a actuar férreamente apegados al cumplimiento de la construcción del socialismo o por lo menos de lo establecido en el plan de la patria; no porque él o algunos de los individuos que integran su equipo no sean revolucionarios; sino porque la construcción del socialismo y la consolidación de la revolución no es una tarea que sea exclusiva de Nicolás Maduro y su gobierno; es una tarea de todos y a pesar de que muchos en el gobierno hagan ingentes esfuerzos por sabotearlo y sabotearnos, es una responsabilidad que también es nuestra.

    Sin embargo, creo que el presidente está por lo menos obligado históricamente a hacer el intento por facilitarnos las cosas siendo un aliado nuestro en Miraflores, nuestras expectativas desde el punto de vista de la construcción de un modelo de sociedad mejor estarían seriamente comprometidas si en su lugar tuviéramos un dinosaurio como Henry Ramos, un mediocre como Henrique Capriles, un fascista como Leopoldo López o un neocon como Lorenzo Mendoza. Así que debemos aprovechar esta coyuntura para tratar de empujar este tren lo más que se pueda mientras tengamos gente que se dice “nuestra” en Miraflores, incluso a aquellos que lo dicen y sabemos muy bien que lo son de la boca para afuera.

    Dicho esto entro en el tema, el domingo el periodista Díaz Rangel publicó en su columna del diario últimas noticias sus impresiones sobre unas declaraciones dadas por Carlos Aquino, directivo del partido comunista de Venezuela, sobre “desgaste político que se expresa naturalmente en la FANB” y encuadró clara y correctamente a los integrantes de la organización como protagonistas –junto al resto del pueblo venezolano- en el proceso que estamos viviendo: una lucha de clases.

    Rangel, interpretando un poco lo que dijo el vocero del PCV señaló, también de forma correcta que “el país vive una confrontación social, estamos en plena lucha de clases y ellos son parte de esa lucha, -agregó- y esta situación la aprovechan en la oposición para tratar de penetrar la institución, sus oficiales no viven en una cúpula de cristal, aislados, no son extraterrestres, sufren y sienten los problemas, inevitablemente están expuestos a esas expresiones.”

    El periodista fue un poco más allá en su análisis y argumentó que “la nuestra es una sociedad dividida en clases, y gran parte de los oficiales y de sus familiares son de la llamada clase media, cuya mayoría ha estado votando con la oposición, parece natural suponer que en el seno de ese sector existan quienes no están contentos con este proceso, y podrían ser propensos a recibir las influencias de las políticas opositoras”.

    Hay factores que me atrevo a asomar como generadores de descontento: la inclemente campaña de desprestigio a que han sido sometidos tanto la institución castrense como todos sus miembros, la despreciable campaña antinacional desplegada por factores políticos de la oposición a nivel internacional y que toca la fibra de los uniformados venezolanos –como debe hacerlo el resto de sus connacionales- porque forman parte de una institución llamada a salvaguardar el honor nacional y su integridad territorial. En este sentido, tales factores son creación exclusiva de la oposición venezolana y hasta ahora, los militares venezolanos han respondido con bastante ecuanimidad a las provocaciones de la mayoría de los dirigentes de la oposición e incluso quizás tales provocaciones solo han servido para que los militares venezolanos, o rechacen a esa dirigencia, o por lo menos para mantengan sus reservas a la hora de acompañarlos en sus aventuras.

    Otros factores, en sintonía con lo que señalaban Rangel y Aquino y más palpables porque lo viven de forma cotidiana y que han sido atribuidos (con cierto grado de razón) casi exclusivamente a la acción del gobierno, sí pueden influir en el ánimo de los integrantes de la FANB, en su moral y en su disposición o no a “recibir las influencias de las políticas opositoras” como escribió Rangel en su columna; estos “ingredientes” pueden resumirse fundamentalmente en: las difíciles condiciones económicas, así como la cada vez más escandalosa corrupción que carcome a buena parte de la estructura del estado venezolano.

    Con respecto al primero, me atrevo nuevamente a especular que existe gran expectativa por los resultados que obtengan los mismos militares al mando del G/J Vladimir Padrino en la Gran Misión Abastecimiento Soberano, sobre la recuperación de los niveles de abastecimiento por un lado y el recobro del poder adquisitivo por otro, son tareas donde –como decía al principio- el gobierno tiene un gran responsabilidad, pero cuyo éxito no se materializará si esperamos sentados que el bigotón mueva ese culo por nosotros, sobretodo conociendo la naturaleza de muchos de los funcionarios que lo acompañan.

    Al hablar del segundo factor, se debe señalar que es otra tarea que debemos asumir junto con nuestros militares, y es allí donde ese compromiso histórico que creo, asume el presidente Maduro debe materializarse: recién acaba de designarse al M/G Carlos Osorio como Inspector General de a FANB, de acuerdo a la Constitución Bolivariana, es el funcionario responsable del “máximo órgano militar de inspección, supervisión y control de las actividades del sector defensa”, tal y como lo establece la Ley Orgánica dela FANB, pero además es el responsable del mantenimiento de la disciplina, la moral y la ética dentro de la institución. Cabría preguntarse cómo es que un funcionario sobre el que pesan serias dudas sobre su desempeño al frente del ministerio de alimentación, que fue el responsable de designar funcionarios que luego fueron señalados por haber cometido graves actos de corrupción; es ahora el responsable de la disciplina y la moral en la institución castrense? Cuál es el criterio que privó al jefe del ejecutivo y al alto mando para realizar tan decepcionante designación?

    No pretendo con lo indignante que puede resultar este nombramiento, justificar O Alentar la necesidad de que los miembros de la FANB se presten para dar un golpe de estado, en primer lugar porque la designación de este oficial en el peor de los casos no va a influir en la coyuntura del país, como sí lo hizo su dudosa gestión en el manejo del tema alimentario; además es comprensible que siendo una organización jerarquizada y con algunos códigos de conducta que son extraños para buena parte de la sociedad, resulte inadmisible que los sargentos, los tenientes o los mayores se lancen en una huelga de hambre para que Osorio renuncie, (como sí les gustaría a algunos cuantos dirigentes opositores ver a unos cuantos uniformados montar ese grotesco show contra Maduro, como una vez lo hicieron en Altamira); pero es allí donde las palabras de Aquino, resultan pertinentes: “debemos cumplir un papel ideológico con las fuerzas patrióticas” y en este momento, ese papel ideológico deben cumplirlo, no solo las fuerzas políticas que apoyan al gobierno, sino los cuadros que dentro de la institución militar cuentan con alguna responsabilidad de comando. Porque si bien es cierto que es justificable que exista descontento en las filas de la FANB, no puede servir de pretexto tal descontento para que en el contexto de esta lucha de clases, nuestros militares terminen sirviendo a los intereses de los sectores oligárquicos que solo los toman en cuenta para que cuiden sus riquezas como una vulgar guardia pretoriana.



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Neftalí Reyes


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