Producto de una intensa campaña de los medios de comunicación privados, la cual ha sido potenciada por el empleo masivo de las redes sociales, se ha propagado en los venezolanos unos sentimientos de desesperanza y de destrucción de nuestra estima.
Es común escuchar, en todo momento, a quienes hablan mal de los venezolanos, señalando que somos tramposos, que somos flojos, que somos incapaces y que siempre vemos en el exterior que todo es mejor. Esto se traduce en que nuestros jóvenes quieran irse a otros países en donde el Estado y las leyes si funcionen, en donde haya seguridad, salud, trabajo y oportunidades de prosperar. En múltiples páginas de Internet podemos ver desde análisis profundos explicando por qué no servimos o por qué aquí no funciona nada, hasta páginas cómicas en donde ponen a los venezolanos siempre como lo peor.
Pero esta campaña, no es nueva. Se ha arreciado en tiempos de Revolución pero tenemos decenas de años inmersos en ella. Cuando el Comandante irrumpió en la escena política lo hizo reivindicando el orgullo de ser venezolano, rescatando nuestra Historia y recordando a nuestros héroes colocándolos en el sitial que se merecen. Chávez insistió permanentemente en rescatar nuestra estima como venezolanos y nos infundió una gran esperanza en las conquistas que alcanzaremos con la Revolución y con el Socialismo.
Chávez, con una confianza infinita en el Pueblo, trató de modificar toda la estructura del Estado para que el pueblo se empoderada del Gobierno. Por eso decía que la forma de salir de la pobreza era dándole poder al pueblo.
Hoy en día vemos los frutos de ese arduo trabajo del Comandante Chávez. Somos un pueblo altamente politizado, muy por encima de cómo estábamos a finales de los 90. Tenemos una militancia muy crítica, pero que respeta el principio de "irreverencia en la discusión, lealtad en la acción". Pero además, tenemos una gran fidelidad hacia la Revolución. Hemos logrado una enorme cantidad de conquistas sociales, políticas y económicas que van desde la Constitución hasta el Plan de la Patria, pasando por las victorias de las Misiones y Grandes Misiones.
Pero lo que como marxistas señalamos es que en la superestructura de la sociedad, en el aparato jurídico ideológico, no hemos podido avanzar. La derecha constantemente intenta sumergirnos en la desesperanza, en el desprestigio de nuestro pueblo y de nuestros valores. Por eso, la estrategia de la Revolución y del Partido es salir a la calle a rescatar la esperanza, a decirle a todos los venezolanos que aquí tenemos mucho de qué estar orgulloso.
Nuestra Historia, llena de auténticos héroes, gestas épica que nos llenan de orgullo, con un ejército de libertadores, con nuestras riquezas, con nuestro capital humano, con nuestros valores y con nuestra cultura, todo eso debemos rescatarlo, promocionarlo y llevarlo a niveles cada vez mayores. Debemos enseñar que ser venezolano es un inmenso privilegio y una gran responsabilidad para con la historia y el mundo, porque somos un pueblo de paz, de gente inteligente y capaz, de un pueblo que ha engendrado a un Simón Bolívar, un Francisco de Miranda, a un Hugo Chávez y a una infinidad de paladines de la Libertad y de la Paz.
Por eso cuando se descubre que en el Congreso de la Patria uno de los ámbitos de discusión era "pasar de la resistencia a la reconstrucción de la esperanza", en ese momento se percibe que poco a poco estamos encontrando la dirección para derrotar al Imperialismo en donde más nos está haciendo daño, es decir, en el tema de la conciencia. Debemos derrotar al Imperialismo y su Guerra Económica, lograr el abastecimiento y erradicar el contrabando y la especulación, debemos mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo. Pero por sobretodo, debemos ganar la guerra que se libra en el cerebro y en la conciencia de nuestro pueblo.