El padre jesuita Arturo Sosa, recientemente designado por Papa Francisco como el nuevo Prepósito General de la Compañía de Jesús, ha opinado, desde su nueva posición de poder, acerca de la situación política venezolana. Entre otras cosas, señaló que "no se entiende lo que pasa en Venezuela si no se entiende que el país vive de la renta petrolera y que la administra con exclusividad el Estado".
Arturo Sosa también señaló que el modelo rentista que hay que superar en Venezuela, es impulsado por el actual gobierno chavista y apoyado indirectamente por la oposición. Sus palabras son bien claras: “Lo mismo ocurre en la oposición venezolana, que tampoco tiene un proyecto rentista diferente, que es lo que se necesitaría para salir a largo plazo de esta situación en la que está el país".
Si se quisiera ver la actual realidad venezolana, más allá de las palabras de Arturo Sosa, sólo basta comparar la ejecutoria del gobierno nacional con la ejecutoria de los gobiernos regionales y municipales, chavistas y de oposición, e incluso, de los gobiernos de las universidades públicas, chavistas y de oposición. Se podría decir, sin temor a equivocarse, que el modelo de gestión en todos estos gobiernos es muy similar, caracterizado por la simple ejecución de presupuestos a manos llenas.
Es imposible pensar en la posibilidad de implantar en Venezuela un modelo de gestión económica y social, que tenga como líneas maestras los conceptos de productividad, eficiencia, eficacia, rentabilidad y ética, si persisten las actuales estructuras de poder, y las actuales organizaciones que ejercen el poder. Esas estructuras y organizaciones están impregnadas de una cultura (portada por las personas que ocupan sus intersticios) que mira a la sociedad desde una perspectiva asistencialista, a la que se le deben hacer llegar pequeñas dosis de la renta petrolera. Más allá de eso, no se visualiza algo diferente.