Anarquía burguesa

Socialismo del Siglo XXI

Por definición, socialismo significa empoderamiento estatal de los medios de producción. Supone un Estado fuertemente armado y contralor de toda la propiedad importante, así como un gran planificador de la cuestión productiva y distributiva de la riqueza.

En ese modo de vida desaparecería la propiedad privada sobre las empresas burguesas, sobre la tierra mineroagrícola. Desaparecería la figura del asalariado, pero, principalmente desaparecería el enriquecimiento de pocos con cargo a muchos, tal como actualmente se observa en el régimen burgués.

Tal es la definición ortodoxa de Socialismo Materialista. Pero en la Venezuela actual nos encontramos con una nueva figura socioeconómica, con el proyectado Socialismo del Siglo XXI. Sobre las características de este nuevo modo el propio gobierno no suelta prenda.

Pensamos que esa variante *socialista* seguirá siendo burguesa, y los medios de producción continuarán en manos privadas, pero los trabajadores, además de asalariados, darán cuenta de todas sus necesidades: fabricarán sus propias viviendas, cultivarán su propio conuco o jardín hidropónico citadino a fin de paliar sus personales necesidades alimentarias, ejercerán una vigilancia endógena para protegerse ante la quiebra del Estado burgués para frenar la delincuencia, y también irán improvisando sus personalísimos servicios medicoasistenciales y educativos.

En ese Socialismo del S. XXI ya no habrá un Estado proteccionista, cesará el contrato rouseauneano, y los impuestos que recabe el Estado irán exclusivamente a manos de burócratas parasitarios, a la policía vigilante de la propiedad privada burguesa y empresarial, y su mejor parte a las transnacionales del Empréstito público, como el Fondo Monetario Internacional.

Con un Estado socialista así, ya no hará falta ir a elecciones: los ungidos se despacharán y darán su vuelto como en los aristocráticos viejos tiempos.

Bueno, pero ese estado de cosas tendrá entonces un nombre. ANARQUISMO BURGUÉS.

Es claro que si el Estado se desentiende de sus obligaciones populares (como vienen ocurriendo desde hace décadas), si va dejando en manos de las familias la formación de sus hijos (tareas escolariegas que los padres deben realizar en casa), si la ciudadanía debe crear su propia policía, si deben cuidar y mantener sus colegios, si deben sostener sus dispensarios medicoasistenciales, y si ya deben ir reduciendo su movilidad al cerrado ámbito de sus barrios porque los transportes serán de elevado coste, si sus salarios poco a poco se extinguirán mediante devaluaciones monetarias, el pueblo volverá al incivilizado estado de anarquía social.


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Manuel C. Martínez M.


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