Cumbre de Córdoba:

Triunfa el Bloque Regional de Poder. Falta construir el Bloque de Poder Popular

1.  Triunfo bolivariano, amenaza oligárquica y tarea popular
   

     Con la reunión de los  jefes de Estados latinoamericanos en la cumbre del MERCOSUR en Córdoba (20/21 de julio), el proceso de integración latinoamericana alcanza una masa crítica que lo hará probablemente irreversible. En los doscientos años de lucha  entre el desarrollismo burgués y las oligarquías vendepatrias, el desarrollismo logra finalmente un avance estratégico. 

     Este avance es altamente positivo y lo hemos apoyado desde la primera hora en que su principal protagonista Hugo Chávez iniciara la larga lucha por el triunfo, que hoy festejamos. Sin embargo, quedan dos grandes tareas por resolver: a) neutralizar el poder de las oligarquías que está intacto en todos los países del MERCOSUR ampliado: Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay, Bolivia y Venezuela; b) construir con urgencia el Bloque de Poder Popular (BPP) desarrollista-socialista de la Patria Grande.  

      Las dos tareas están dialécticamente vinculadas. Mientras no haya un Bloque de Poder Popular, los gobiernos desarrollistas no van a enfrentar el poder oligárquico que está enquistado en la economía, los militares, la iglesia, los medios de comunicación y el imperialismo internacional.  

     A su vez, el ascenso de las luchas de masas, que es una característica de todo proceso desarrollista, solo terminará en un Bloque de Poder Popular latinoamericano, si somos capaces de   explicar a la gente las tres necesidades paralelas que determinan la lucha política actual: a) la necesidad de la alianza táctica con el desarrollismo; b) la comprensión de la oligarquía y del imperialismo como enemigos principales y, c) la necesidad de construir el vehículo de la victoria popular, el   BPP latinoamericano socialista del Siglo XXI, independiente y no-clientelar de los Estados desarrollistas.  

2.  2.    El peligro oligárquico  

       El mayor peligro que ha sufrido la dominación oligárquica-imperialista en América Latina emanó del desarrollismo, en la etapa de 1930 hasta 1976. Tres generales bonapartistas en los tres países más grandes de América Latina se convirtieron en el terror de las oligarquías   y de Washington: Getulio Vargas en Brasil, con su Estado novo (1930);  Lázaro Cárdenas con la Revolución Mexicana (1934) y   Juan Domingo Perón con el "Justicialismo" argentino (1948).   

     Con la "solución final" de los años cincuenta-ochenta, los operadores militares de las oligarquías   pretendían proporcionarle un golpe definitivo a  su eterno enemigo. Paradójicamente, lograron lo contrario. Del terrorismo de Estado y de las políticas neoliberales nacieron los   gobiernos del desarrollismo democrático y el ascenso de las luchas populares actuales, encabezados por el Comandante Hugo Chávez bajo la bandera del bolivarianismo, que a partir de 2004 se extendió a lo largo de todo el hemisferio.  

     En este bisecular conflicto intra-burgués latinoamericano, que se inició dentro de la   misma guerra de Independencia (1809-1825), había que apoyar a partir de 1998 al desarrollismo, para impedir la destrucción definitiva de la Patria Grande por los Menem, Sanguinetti, Fujimori, Salinas de Gortari, Sánchez de Losada   y Cardozo.  

        En los últimos doce años, hemos estado ganando este conflicto a nivel de la clase política latinoamericana, donde la fracción escuálida u oligárquica se encuentra a la defensiva. Pero, mientras sus cinco pilares de   poder:  el económico, el militar, el eclesiástico, el mediático y el imperialismo estadounidense-europeo siguen intactos, la guerra no ha terminado. Y de hecho, una fuerte contraofensiva oligárquica-imperial puede esperarse a partir de 2008/9.  

3.      Los cinco tentáculos de la oligarquía  

     En lo militar, Venezuela ha hecho avances en la reprogramación desarrollista-democrática de sus Fuerzas Armadas; en Argentina y Bolivia, la casta militar no está ganada para nada en cuanto al proyecto bolivariano; Brasil tiene tradicionalmente un fuerte ala desarrollista y en Uruguay falta avanzar en la tarea.  

    En lo económico, los grandes capitalistas nacionales no han sido tocados en sus intereses vitales por el desarrollismo, en ninguno de los cinco países, y lo mismo vale para las corporaciones transnacionales.   Esta política “tímida” ha sido objeto de una crítica superficial por el sectarismo que suele interpretar a los fenómenos desde sus deseos, no desde las relaciones reales de poder. Pero, más allá del carácter de clase del desarrollismo, su política real, como toda política real, se realiza mediante alianzas. Y estas alianzas pueden incluir fracciones del enemigo estratégico, como en este caso, el subimperialismo español.  

     Los Presidentes del Bloque Regional de Poder obviamente han decidido que no es el momento para  enfrentar los fraudulentos negocios y concesiones de Repsol, las quiebras delictivas que hizo Iberia con Viasa y Aerolíneas Argentinas, o el inmoral pago de la deuda externa, porque calculan que el apoyo del gobierno español en la Unión Europea (UE) y en las instituciones financieras internacionales es más importante que la crítica de sus movimientos  sociales. El acuerdo económico entre Kirchner y Madrid, por ejemplo, llevó a las transnacionales españolas a desistirse de sus demandas ante el tribunal arbitral del Banco Mundial (Ciadi), en las cuales tan solo Telefónica pidió indemnizaciones por 2.8 mil millones de dólares por la congelación estatal de las tarifas. 

   Con la consolidación del Estado regional latinoamericano y del Bloque Popular de Poder, por supuesto, este argumento de la realpolitik desarrollista se debilita y los movimientos sociales deben aumentar la presión para que se rompa gradualmente esta política, comenzándose con la moratoria de la deuda ilegitima.  

     De la misma manera, el poder clerical de la oligarquía sigue incólume en todos los países, avalado nuevamente por un Papa tan reaccionario y antipopular como lo fue Juan Pablo II. La excepción histórica es, por supuesto, Brasil.   Y, lo mismo es válido para los grandes medios de comunicación.  En estos momentos de fuerza, los recursos del desarrollismo han logrado una paz coyuntural con algunos medios de la gran burguesía, por ejemplo, en Argentina y Venezuela, pero en ningún paso se ha construido un aparato de difusión poderoso, capaz de derrotar a los medios de la derecha durante futuras   contraofensivas oligárquicas. 

     Finalmente, el poder imperialista occidental se está potenciando a través de la Falange fascista  internacional que se está formando entre la burguesía atlántica (Estados Unidos/Unión Europea) y la japonesa, tal como hemos revelado en otros ensayos.    

4. ¿ Contraofensiva oligárquica en 2008/9 ?  

      La integración del BRP depende esencialmente del protagonismo de sus presidentes actuales. Dado que Néstor Kirchner y Lula ganarán las elecciones presidenciales de este año, que   la coyuntura económica latinoamericana continuará en el año 2007 año  y que Washington sigue empantanado  en Medio Oriente, Corea y Afganistán, las condiciones para una contraofensiva oligárquica probablemente empezarán a mejorar a partir de 2008/9.  Aunque las oligarquías están haciendo buenos negocios bajo el boom desarrollista actual, no están felices con el estado de las cosas, particularmente con: la defensa del Estado secular ante las crecientes tentaciones teocráticas del Vaticano; la democratización de las Fuerzas Armadas latinoamericanas y el posible empoderamiento de los sectores populares mediante una democracia directa, participativa.  

    A tal fin están moviendo sus brazos contrarrevolucionarios, la iglesia católica, los militares y los medios masivos de comunicación para el 2008/9, cuando coinciden varias variables: la coyuntura económica de Argentina y Venezuela puede perder dinámica en esas fechas; en 2009 se puede instrumentar legalmente un nuevo referendo revocatorio contra el Presidente Chávez y la sucesión de Fidel en Cuba se habrá actualizado.  

     Las posibilidades de éxito de esta previsible contraofensiva, que por supuesto ya se está iniciando en algunos países, dependen en gran medida de la capacidad de los gobiernos involucrados, de: a) atacar seriamente los problemas sociales y de desarrollo económico; b) fomentar el avance del socialismo del siglo XXI, y, c) lograr elevar el Bloque Regional de Poder a un nuevo nivel de integración.  

     El MERCOSUR ha sido, hasta el día de hoy, un simple acuerdo comercial de lógica neoliberal, en el cual las corporaciones y Estados más fuertes han explotado despiadadamente a los más débiles, a tal grado, que se puede hablar justificadamente de los subimperialismos de Brasil y Argentina, tal como se ha revelado en los leonínos precios y contratos de Petrobrás y de los entes argentinos, sobre el gas boliviano. O, también, en la expoliación financiera de Paraguay por el Estado argentino, por ejemplo, en la   hidroeléctrica binacional Yacyretá, donde Paraguay tiene una deuda de 12 mil millones de dólares, de los cuales 4.7 mil millones de dólares  son tan sólo de intereses!  

 5. La construcción del Bloque de Poder Popular latinoamericano  

     Salvo el Comandante Hugo Chávez, nadie de los presidentes del Bloque Regional de Poder ha declarado un interés en desarrollar una sociedad postcapitalista de democracia real. Esta tarea recae, por lo tanto, esencialmente en los movimientos sociales, científicos, artistas y partidos políticos anticapitalistas del mundo. Las viejas ideas de la autogestión obrera, de las empresas recuperadas, de las cooperativas y núcleos de desarrollo endógeno, están teniendo resultados poco alentadores en Argentina y Venezuela y pronto será evidente que no constituyen vehículos capaces de llevar a los pueblos y Estados progresistas latinoamericanos hacia el nuevo socialismo.  

     Dado que solo el paso al nuevo socialismo puede derrotar definitivamente a las oligarquías y al imperialismo, habrá que concentrar todas las fuerzas disponibles en avanzar hacia esa tarea. Si no, la actual luna de miel desarrollista terminará otra vez en una larga noche oligárquica-imperial de lágrimas.  



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Heinz Dieterich


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