Debe llamarnos mucho la atención el hecho que los principales países imperialistas del mundo: Inglaterra, EE UU, Francia, Alemania, Holanda, Rusia, China e Italia ahora se nos presenten como adalides en materia de políticas integracionistas para países a los que desde hace centurias inspiraron y teorizaron todo tipo de divisionismo, con sus falsas banderas de independencia republicana, sólo para mantenernos estúpidamente divididos.
Cuando el Libertador trazó su plan integracionista a comienzos del mismo siglo XIX, lo hizo y para entonces era factible y productivo porque la figura del Imperialismo capitalista, de las transnacionales aún no germinaba.
Y así como los sindicatos de obreros fueron reprimidos en un principio, motivo por el cual se sigue conmemorando los sucesos de Chicago (Primero de mayo), para luego ser avalados y convalidados por las constituciones de las repúblicas independientes y atomizadas, para de esa manera poder facilitarse el control de unos cuantos sindicalistas, humanamente sobornables, en lugar de negociar con los miles de trabajadores de todas las empresas aisladas y desgobernadas sindicalmente, asimismo, ahora el Imperio considera que es tiempo ya de que los países que hasta ayer estaban orgullosos de ser independientes, de tener bancos y monedas propias, fronteras propias, banderas, himnos y escudos propios y demás ridiculeces afines que el mismo Imperio les otorgó para mantenerlos divididos, ahora, decimos, a ese Imperio le conviene la aglomeración de esos países hasta hoy independientes.
Es así como, por ejemplo, El Presidente Chávez es llamado a jugar el papel de Bolívar II en materia integracionista. El triste caso es que lo vienen usando para que, con apoyo de un plan histórico, hoy desfasado, como fue el Plan de la Gran Colombia, muy útil cuando EE UU apenas asomaba las uñas y fue abortado por el Capitalismo incipiente, ahora les conviene someter bajo una férula gobernable en forma global a todas esas repúblicas independientes que ahora representan obstáculos para los objetivos imperialistas, y la integración de ellas es la fórmula expedita.
Ahora, algunos presidentes americanos nos ha sido presentado como adalides de la Integración latiunoamericana. Su papel es, pues, facilitarle el control globalizador al mismo Imperio al que ayer le convino la introducción del vehículo automotor en Venezuela, e hizo quebrar nuestra buena red ferroviaria de comienzos del siglo XX.
Ahora nos viene este mismo presidente con el estímulo de una nueva red ferroviaria cuyos beneficiarios serán otra vez los EE UU, Francia, y el resto de los países globalizadores del mundo para satisfacer sus necesidades alimentarias, como ayer sirvió para la exportación de café y cacao. Por eso el Plan ALCA que aparentemente se combatió, se está implantando, con estaos oligopolios integracionistas, pero se trata del mismo cura que cambia de cachimba, pero viste la misma sotana.
Las integraciones como MERCOSUR, la Comunidad Económica Europea, y el resto de las asociaciones que vienen eufóricamente estimulando y realizando estos ingenuos e idiotizados países sólo representan las nuevas formas de dominación que emplea el mismo imperialista que ayer las combatió. A las transnacionales del mundo les resultará más fácil controlar a uno o dos Presidentes claves que mantener múltiples Embajadas y múltiples presidentes díscolamente desparramados por el mundo.
La fase actual de la globalización impone la integración neoeconómica, pero no para combatir al Capitalismo, sino todo lo contrario para oxigenarlo y mantenerlo vivo durante décadas adicionales. De allí que usar el abortado Plan de Simón Bolívar, 200 años después, debe mirarse bajo la óptica de la dinámica política. Las canicas que tanto nos emocionaron durante nuestra niñez, no puede ser motivo distractor para nuestra adulta personalidad, y quien se mantenga jugando metras siendo adulto ora es un tarado, ora no tuvo infancia.
