Tirios y troyanos especulan sobre la Teoría Monetarista, unos con mala intención, y otros con la mejor del mundo, pero ambos suelen apartarse de la verdad en sus apreciaciones cargadas de especulaciones y deficiencias marxistas en sus criterios y de desprecio a la teoría monetarista, misma que tiene y goza de ser reconocida claramente por el propio Carlos Marx, en su precipua obra DAS KAPITAL, Libro I . Marx La califica como Ley General e hizo sus criticas a raíz de las alzas de precios especulativos practicadas durante el siglo XVII y XVIII, supuestamente, por los efluvios de oro y plata que arribaron a Europa y que habían sido robadas en América, mismos metales preciosos que los comerciantes italianos, españoles, portugueses, holandeses, florentinos y otros terminaron drenando con dichas alzas hacia sus personales e insaciables arcas.
Ciertamente, el circulante inyectado por el Estado a la circulación para ajustar salarios que el patrono niega, o por una mayor disponibilidad de divisas usadas para desarrollar la economía, no son causa de inflación, pero sí es una estímulo para el comerciante inescrupuloso que no tardará en justificar sus alzas de precios con cargo al incremento del circulante. De allí que sea conveniente cualquier intervención estatal tendente a regular y mantener la necesaria estabilidad de los precios.
Dada una determinada producción, sus mercancías salen con determinados precios por vía de ajustes de mercado porque a partir de los costes de producción, de la competencia formativa de precios de producción y de la adaptación de estos a los precios de mercado determinan en el mismo mercado una determinada y equivalente masa de dinero o circulante = a la suma de todos los precios de todas las mercancías en juego.
Cualquier exceso de dinero que haya en el circulación sobre la suma de todos los precios de toda la oferta saldrá del juego por inoficioso ya que, por ejemplo, los nuevos billetes de 500 Bs.F y las monedas de Bs.F:10; 50 y 100, remplazarían el billete de Bs.F 100 porque en lugar de pagarse con 5 billetes de ese, se usará 1 de 500, o 10 monedas de 10; 2 de 50 o una de 100. Es decir no tendrá por qué haber ni provocarse Inflación alguna, como tampoco la habría en el negado caso de que los billetes de Bs.F 100 continuaran en circulación.
Por eso, el algoritmo usado por la Teoría Monetarista no implica que cualesquiera nuevas inyecciones de circulante, digamos, lanzadas al mercado para reponer billetes o monedas deteriorados o incrementos en la oferta de valores de uso nuevos, o de las mercancías que ya circulen, tiene por qué asimilarse a causas de inflación.
Esas afirmaciones no pueden pasar de ser artimañas teóricas manejadas por los comerciantes inescrupulosos para justificar sus alzas especulativas de precios. Cuando el gobierno decreta ajustes positivos del salario mínimo sólo lo hace para compensar el faltante de poder adquisitivo que sufren los salarios por parte de los empleadores, porque, a decir verdad, con esos ajustes salariales el Estado permite que los sobrantes de mercancías invendibles a los precios inflacionistas puedan ser realizados.
De manera que, si a ver vamos, con cada ajuste salarial el Estado contribuye con la producción nacional y tiende a conservar el nivel de empleo una suerte de injerencia keynesiana muy alabada, contradictoriamente, por esos mismos comerciantes y empresarios dados a cargar dos veces los incrementos salariales: los que hace a su arbitrio y los que repite cuando el Estado decreta los ajustes de cada caso.