Estamos saliendo de Navidad, en las puertas del 2017. Terminando el año más complicado de la década. Ayer rezamos para que el ciclo que se aproxima esté lleno de soluciones y respuestas acertadas a los problemas que nos afectan desde hace demasiado tiempo.
Gracias a los lectores de toda Venezuela y el exterior por los buenos deseos remitidos, que retribuyo, más los gratos comentarios por estas columnas pidiéndome que siga explorando estos temas de profundo contenido social y político. Lo haré con gusto defendiendo principios irrenunciables.
Hoy quiero convocarlos: funcionarios, empresarios y trabajadores, a aceptar este maravilloso reto de seguir construyendo una Venezuela Siglo 21, a tono con sus enormes potencialidades, tanto desde sus valiosísimos recursos naturales, como desde su gran talento humano.
Cada de uno de nosotros debe aportar para que se materialicen las transformaciones positivas que se requieren en la sociedad y el país entero, desde nuestros hogares, las escuelas, empresas públicas y privadas. Hagámoslo todos, juntos seremos más fuertes.
Hemos tenido la suerte de liderar la recuperación de distintas instituciones y demostramos que con capacitando, entrenado, dotando y motivando se alcanzan resultados de excelencia antes nunca imaginados. Demostramos que no se trata de magia, sino de trabajo persistente, a fondo, honesto, sin claudicaciones. Pongámoslo en práctica en nuestros espacios.
En la medida que los sectores público y privado transiten caminos complementarios, con un mismo verbo en positivo, el despegue de la patria hacia alturas maravillosas será más rápido y contundente. Hoy padecemos una grieta que se profundiza y aleja las realizaciones curadoras.
El 2017 nos espera con miles de oportunidades al alcance de la mano. Está todo por hacerse. Todo podemos hacerlo, si realmente nos proponemos y asumimos la rectoría con medidas planificadas y programadas, en tiempo y forma.
Sigamos siendo una nación inspirada en Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos. Esa potencia que nos da la Virgencita del Valle debe servir para amigarnos, para enarbolar el tricolor de la pacificación y el entendimiento progresivo.
Los problemas que tenemos son solucionables. Aprovechemos el diálogo extendido ya en marcha para que los sueños de millones se sigan haciendo realidad. Abran los corazones, pensemos en los que sufren, los que no tienen nada, y seguro que no fallaremos. Un abrazo a todos. Los quiero mucho. Siempre cuenten conmigo.