Lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. En Roma, por primera vez en la historia tenemos un Papa que hace esfuerzos reales para devolverle al cristianismo su esencia de justicia social e igualdad y ya le salieron algunos cardenales trasnochados a confrontarlo.
Como siempre la curia católica venezolana aupadora de golpistas y derechistas parece no haberse dado por enterada que es Francisco y no Ratzinger quien está al frente de la iglesia. En Washington, un imperialismo decadente pero todavía poderoso y peligroso colocó al frente de la Casa Blanca un outsider de la política que parecería reflejar en cierto modo la fractura social de más de 50 millones de personas bajo la línea de pobreza de una sociedad violenta y derrochadora donde unos pocos son ricos.
Esta realidad interna llevaría a Trump a bajarle algunos decibeles a la maniqueista confrontación con Rusia emprendida por Obama, lo que no es poca cosa, pero los valores del multimillonario ya parecen insinuar una actitud agresiva hacia China y un respaldo redoblado al régimen sionista de Tel Aviv, el gobierno "más derechista en la historia de Israel" y que lleva adelante una "agenda impulsada por los elementos más extremistas", ambas opiniones emitidas por John Kerry, un insospechable Secretario de Estado.
En nuestra América Latina después del ciclo virtuoso progresista y revolucionario asistimos a los ya conocidos tropiezos que viven nuestros hermanos de Brasil y Argentina, pero con una derecha en el poder asustada e intentando todo tipo de maniobras para impedir que las caballerías comandadas por Lula y Cristina sigan indetenibles hacia el triunfo de los pueblos.
En nuestra querida Venezuela, después del “glorioso” año desastroso que nos brindó la Asamblea Nacional dirigida por la incapaz derecha venezolana, empezamos victoriosos el nuevo año, también en contra ataque, dejando atrás el acorralamiento que intentó imponernos esa derecha y sus jefes imperialistas a través de la guerra económica.
Y lo hemos hecho con algunas piedras en el zapato, denunciadas por el presidente Nicolás Maduro cuando mencionó el caso de los perniles que no fueron distribuidos al pueblo por la irresponsable y antipopular desidia de algunos dirigentes. Ya unos días antes por las cámaras de televisión el presidente reflexionaba sobre el trasfondo de estos males: “¿No será que la conspiración está adentro? ¿No será que hay gente por ahí infiltrada que hace cosas para dañar desde adentro y servirle a los intereses gringos?“, “¿No será que los gringos han comprado gente clave en puestos clave para que le hagan daño al pueblo? Yo creo que sí”.
Esto lamentablemente no es nuevo. Nuestro Comandante Chávez, reflexionando autocríticamente sobre esas quintas columnas con las que mal ha convivido nuestra revolución, apeló en más de una ocasión a una potente metáfora extraída de su lectura de Los Miserables de Víctor Hugo: “La obra estaba incompleta… hemos demolido el antiguo régimen en los hechos: no hemos podido suprimirlo completamente en las ideas. No basta con destruir los abusos; es menester modificar las costumbres. El molino ya no existe, pero el viento que lo movía aún continúa soplando.”
Muchas veces recurrimos al atajo facilista de las consignas para compensar nuestras deudas militantes con la Revolución sin darnos cuenta que se las llevará el mismo viento del viejo orden que se niega a desaparecer. Por eso, en este 2016+1 debemos esforzarnos para ser más serios, responsables y reflexivos en nuestra defensa práctica de la Revolución Bolivariana. Tengamos siempre presente como dijo Fernando Buen Abad, que el chavismo “Es fuente de dignidad socialista mundial que crece en el alma de los pueblos y contagia luz revolucionaria”.
Hemos resistido. Por ello llegó la hora de la contraofensiva.
2016+1 es tiempo de Revolucionarios. A Vencer!!!
