A pesar que este nuevo año aún no entra en "calor", tras la merecida "resaca" que nos dejó el júbilo de abrazar su llegada como un verdadero triunfo político, depara no solo grandes expectativas para todos los venezolanos, sino para todos aquellos que aún no siéndolo abiertamente evidencian, más que expectativas, un voraz apetito por sobre las riquezas de nuestro "suculento" subsuelo. Año que seguramente será el que más ponga a prueba los argumentos estratégicos tanto de unos como de otros.
En la esfera política, desde donde esperamos se resuelvan todos y cada uno de los posibles conflictos que se susciten en el país, las próximas elecciones regionales y municipales acaparan preparativos y, sobre todo, hacen esperar nuevos embates contra la paz y la tranquilidad de los venezolanos, como es la acostumbrada manera como la Oposición suele "sacar pecho" y prepararse para ostentar el correspondiente "musculo" de su atractivo electoral.
Según transcurran los días y se acerque la hora de la inscripción de candidatos, por cada una de las toldas políticas, quien menor "ruido" levante será quien mejor oportunidad tendrá de llegar en una "sola pieza" a la meta. Principal requerimiento, como se tiene sabido, para lograr evitar el pernicioso "pase de factura", que ha sido "plomo en el ala" para buena parte de nuestras candidaturas que recién acabadas de despegar han sido saboteadas desde nuestro propio "hangar", antes incluso que se hayan asomado a la propia rampa de despegue.
Las últimas encuestas afirman que el sector que mayor "adeptos" ha incorporado tras la cruda realidad por la que ha tenido que atravesar el venezolano durante esta Guerra Económica, es aquel mal llamado renglón de los Ni-Ni, los que amenazados y dubitativos se encuentran como en todo el medio de una transitada y traicionera autopista. Más de la mitad del electorado venezolano se encuentra en esta posición, aunque resulta mejor tenerlos en este "purgatorio" que en el propio "infierno", la gran mayoría se encuentra sensiblemente tentada ha expresar su inconformidad mediante el voto. Enjuiciando a quien posiblemente haya cometido algunos errores tratando de evitar los problemas que otros no se han equivocado en provocarlos. Lo que realmente resulta tan injusto como paradójico en esta actual y peligrosa realidad.
Confieso no dejar de expresar simpatía y añoranza por aquel Maracaibo que no por casualidad fue considerado un municipio modelo para toda Venezuela, y sobre todo por un Alcalde que fue blanco de la más encarnizada y desleal conspiración por quienes hoy mantienen todo el poder y sin embargo se les torna absurdo por los numerillos que los acompañan, inequívoca señal de cómo han administrado sus propias fuerzas, y cómo, increíblemente, las han transformado en su propia debilidad.
Sobre este personaje, Gian Carlo Di Martino, cayó toda clase de infames acusaciones, la gran mayoría proveniente de "nuestro" propio bando y por quienes, formando parte incluso de su tren de gobierno, ya tenían comprado su boleto y posterior trasbordo. Di Martino logró en tiempos donde Manuel Rosales se hallaba en la cúspide de la popularidad y su reinado, mantener viva, cohesionada y palpitante la revolución y a todos sus militantes, en el Zulia, desde la otrora y combativa alcaldía de Maracaibo.
Fue de esta Alcaldía, que como vivió el benévolo esplendor de los precios del barril de petróleo también supo mantenerse cuando éstos se desplomaron en el año -----, cuando se logró, dado su indiscutible y estratégico liderazgo, alcanzar y arrebatar, a la arrogancia de un Nuevo Tiempo, de nada menos que de ---- alcaldías del estado Zulia que majestuosamente se encontraban en su poder, cuando, precisamente el golpismo internacional, ensayaba, bajo el mamotreto de Rumbo Propio, y su Medio Luna, arrancarnos un buen tolete del país.
Es innegable que desde esta Alcaldía cupo más chavistas de los que ahora caben en la propia Gobernación y, sin embargo, aún así, "mordía" simpatía en los indecisos y en la propia Oposición. Su derrota a la Gobernación resultó tan necesaria como provocada. Incluso para esta fecha causa justificados escalofríos para quienes ven con horror como la "esperanza" viene asumiendo y recobrando espacios sobre este nuestro ruinoso y expectante Maracaibo.
Di Martino estuvo siempre dando de frente la batalla por la revolución, siendo acusado principalmente por todos aquellos que si escandalosamente la habían traicionado. Resulta aberrante la manera cómo cada vez que alguien lo recuerda con cierta expectativa de cambios, tan necesarios como urgentes para nuestra delicada realidad, se vuelcan sobre él toda clase de injurias y descalificaciones.
Ahora cuando el tiempo y los requerimientos políticos nos reclama aciertos estratégicos sobre nuestra demandante coyuntura histórica, la infamias comienzan a caer como vienen cayendo quienes, aun así, se niegan, por egoísmo y personalismos, ha reconocer que ha Maracaibo se merece le devuelvan la Esperanza. Solo el calibre y la consecuencia de este personaje permitirá no solo evitar degenerar en catastróficas confrontaciones "fratricidas" y domésticas, sino el talante y la madurez de quien, metro a metro, puede recuperar los espacios perdidos de nuestra, ahora añorada, Esperanza.
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