Hasta la izquierda ligth esa que milita en Marea Socialista, sin exceptuar al PCV, Redes (Juan Barreto), incluso el PPT, se hayan extraviados ante el avatar de sucesos políticos de hoy, unos por su campaña feroz e irracional oportunista contra Maduro, otros por sobrevivir a sus electores, incapaces de contar con el apoyo popular y renovar su participación política en la sociedad, en todo caso, todos al parecer se unen en una campaña contra los poderes públicos, los primeros contra el Ejecutivo y los segundos contra el Electoral.
En cambio; en este momento de tensión política del país, lejos de sumarse, la izquierda socialista se resta, tácitamente se une a la oposición, se une al pantano político, se mueven en arenas políticas movedizas, sumándose al coro de “la ruptura del hilo constitucional”, auspiciado por la Fiscal de la República, Luisa Ortega, prácticamente se hallan todos en cenegales políticos y sociales, lo cierto es que se hunden políticamente, en medio de la crisis, tratan de aprovechar los escenarios, de manera oportunista, asediar al país, declararlos “intervenido bajo los auspicios de la OEA”, dar un “golpe a Nicolás Maduro”, representante del poder Ejecutivo electo por el pueblo soberano, así como “la destitución de los Magistrados del Poder del tribunal Supremo de Justicia”. Todo esto en medio de la agresión del secretario de la OEA y 17 países contra Venezuela, sin alcanzar el consenso de los 21 estados que integran al organismo multilateral de la Organización de los Estados Americanos.
Por si fuera poco, el recalentamiento de las calles recién, de nuevos los saboteos, las quemas de autobuses, la interrupción de las comunicaciones, las declaraciones de que “Maduro está muerto”, el país derrotado, a esto juega la izquierda ligth con la oposición, montan una misma orquesta, hundir el país, hacer la vida política más difícil, sumarse al coro de hecho de las acciones de “la guerra económica” de los capitalistas, negarla y soslayar que todos los avances de finales del siglo XX, fueron revertidos con el Neoliberalísmo de los años 80 y 90, acabando con las oportunidades, en educación y salud de calidad para la población, de la misma manera acabando con el parque industrial bajo el efecto de las importaciones y el libre comercio, de la misma manera con la capacidad productiva por las acciones de la libre competencia, sumergiendo al país en un pantano a finales del siglo XX.
En el siglo XXI, la revolución bolivariana si bien ha revertido los indicadores de pobreza social, sigue siendo vulnerable su aparato productivo, débil, dependiente de las importaciones, ha rescatado las condiciones de vida, pero no ha creado capacidades autónomas, independientes de la burguesía nacional, generadora de empleos asociativos, socialmente organizados, hace falta más capacidades productivas, una revolución económica, a la par de la política y la social, acabar con el despilfarro de entregar las divisas a los empresarios privados que no se sumen a la producción nacional, a satisfacer las necesidades sociales, empresarios populistas que solo quieren que se les dirija a ellos los petrodólares, y que de manera infortuna a lo largo de siglo de un siglo no han sido capaces de crear un parque industrial, un complejo industrial independiente y soberano, restándoles al pueblo los derechos de inclusión social en la renta nacional para bien de su calidad de vida. El reparto de las divisas en Venezuela antes de la revolución bolivariana y con ella, los empresarios populistas no han sabido enrumbar la industrialización del país, corresponde al Estado hacerlo.
