Sanidad ideológica y el espíritu revolucionario

La revolución Bolivariana vive uno de sus momentos políticos más críticos desde que se entendió que sin el carácter socialista la revolución moriría.
La relegitimación del poder ejecutivo el próximo 3 de diciembre.
Para muchos es un acto ya consumado, que nuestro presidente será reelegido sin mayores contratiempos, de producirse el acto electoral.
¿A que se debe esa confianza de algunos “lideres” de nuestra revolución?
El pueblo venezolano mayoritariamente ha aprobado con algunas consideraciones propias de criticismo real, constructivo y revolucionario que avala la gestión del Presidente Chávez, y lo considera el líder máximo de nuestro proceso emancipador. Negarlo es la antitesis a la verdad y hacia los cambios que en materia social, política, económica y cultural se respira en la Venezuela de este nuevo milenio.
Surgen las dudas incluso en el propio presidente de la republica sobre alcanzar la meta de los diez millones de votos, hecho evidente y reflejado con mucha preocupación el mismo día que presenta su nombre a la reelección.

Si analizamos la preocupación del presidente en toda su magnitud, se podría entender que esas “consideraciones” que a diario se reflejan por los escribientes de los medios alternativos y otros muchos mas, son las razones que pesaran a la hora de depositar el voto y cumplir la tan anhelada proyección de los diez millones de votos, lo cual lejos de verla como una victoria mas del pueblo, consolidaría nacionalmente e internacionalmente nuestro proyecto político hacia los caminos del socialismo del Siglo XXI (sin ningún tipo de reparo y objeciones malsana), destruyendo totalmente a la oposición partidista de nuestro país, ya desmoralizadas y derrotadas las fuerzas contrarrevolucionarias, marcharíamos sin obstáculos en el corto y mediano plazo hacia la conquista del bienestar de todo el pueblo venezolano.

Las razones para no alcanzar los diez millones son claras, no hay una institucionalidad al servicio del pueblo, las instituciones lejos de contribuir con el proyecto político presentado por nuestro presidente, se alejan cada día mas y mas de la esencia revolucionaria, no hay convicción de país, no hay vocación de servicio, no hay solidaridad, menos aun amor hacia la revolución.
La estructura política organizacional de nuestra revolución adolece de “lideres” confiables y comprometidos con la patria grande, sus inclinaciones están más orientadas hacia el lucro personal que hacia el servicio y la administración de justicia, justicia tan desmoralizada en todos los niveles de una plataforma burocrática que diariamente nos encierra en la oscuridad de sus perversiones. No hay voluntad política para el cambio, por todos aquellos que conducen y dirigen a ese enorme fantasma de la noche, como lo es la Administración Publica.
La voluntad lejos de ser el mayor impedimento hacia el saneamiento de ese monstruo, si se quiere es medianamente irrelevante, el mayor de los errores esta centrado en la ineficiencia e incapacidad de los funcionarios que se designan para tal o cual cargo sin la debida preparación, de que sirve ser profesional si nunca se ejerció la profesión, solo para exigir o dar una cuota que todos queremos o reclamamos.

La corrupción sin lugar a dudas es la mayor expresión de la falta de compromiso hacia este proceso, y uno de los males mas arraigados en nuestras instituciones. No se ha librado una verdadera batalla para combatirlo, se promueve con el silencio cómplice por aquellos que deben aplicar la justicia, no hay capacidad de ni voluntad para enfrentarlo.
La corrupción se come a la revolución, con muy pocos dolientes.
El discurso sobre la corrupción del comandante Fidel Castro es un claro ejemplo a seguir y una señal evidente de cómo enfrentarlo, sin auspicios, sin padrinos, sin alcahuetería.
Usted presidente Chávez debe generar una guerra a muerte en contra de este flagelo que deteriora más los síntomas de una enferma revolución, que no da señales de mejorar ante tanta EVIDENCIA en todos los estratos y ramificaciones de las instituciones públicas. ¿Será utópico el sueño?

El discurso anticorrupción es manejado en esencia por los que abusan del poder sin ningún tipo de contemplación, usted compañero presidente no puede quedarse solo en el discurso. Hay que combatir la corrupción.
Su preocupación es la mía, es la nuestra, es la de todos los que creemos en una patria libre, de justicia social y equidad, no podemos permitir que nos asalten nuestras esperanzas y nos aniquilen el porvenir.

Diez millones de votos son imposibles en la Venezuela de hoy, solo con el concurso del pueblo y con la convicción de un mañana mejor, usted será reelegido por la voluntad popular.
Después de su reelección tendrá que depurar las instituciones, fundarlas nuevamente, no se trata de radicalizar el proceso y perder el equilibrio de la balanza, la lucha es consolidar y alimentar la conciencia con nuestra sanidad ideológica y el espíritu revolucionario. Radicalizar la revolución será un error teniendo el apoyo popular, se concentraría mucho el poder y el poder es del pueblo. No de mas poder compañero presidente a quien no lo necesita.

No volverán

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Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

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