Democracia Revolucionaria

Entiendo que la democracia revolucionaria es el modo de ejercer los derechos ciudadanos, consagrados en la Constitución Bolivariana, para dirigir la sociedad con base en los postulados del Socialismo del Siglo XXI. La democracia revolucionaria es diametralmente opuesta a la democracia representativa, pero es sinónimo de democracia directa. Busca la democracia revolucionaria establecer el poder popular que es en última instancia la razón de ser del proceso revolucionario. El poder popular se sustenta ideológicamente en los principios que se están elaborando (práctica diaria del Proceso Revolucionario) para construir la teoría del Socialismo del Siglo XXI, la cual se materializa en la transferencia de la toma de decisiones al pueblo organizado.

Cuando el pueblo de manera consciente, estructurado en unidades socialistas planificadas y siguiendo las metas que trazan los proyectos para la emancipación soberana del colectivo, se asciende a un nuevo estadio en la evolución de la sociedad. Esta acción se traduce en participación directa lo que significa que la dirección del gobierno, las líneas maestras (tácticas y estratégicas) que definen el rumbo de la República y la concepción filosófica del ser para el ejercicio político, lo determina el mismo pueblo sin la intermediación de entes colaterales. Esencia, pues, de la democracia directa. Nada fácil de alcanzar, pero es la lucha que libra hoy el Proceso Revolucionario. La democracia directa o democracia revolucionaria, que para mi es lo mismo, requiere de consciencia, capacidad de asimilación, voluntad y constancia del colectivo revolucionario para poder sustituir la cultura representativa arraigada en nuestro pueblo. Lo representativo se traduce en clientelismo, pragmatismo y consumismo atado al ejercicio del poder de las cúpulas. Es por lo tanto exclusión, sectarismo, cogollismo y pragmatismo corruptor. Por ser usufructuaria, la representación niega la participación de la gran mayoría, generando su alienación, lo que se traduce en la pérdida de la consciencia crítica. Es, en última instancia, la contrarrevolución, ya que no busca el cambio de estructura de la sociedad, sino por el contrario aferrarse  a la manutención estructural. Su práctica es la sustitución de los hombre o mujeres que administran o dirigen el aparato del Estado y de las instancias de mando de la sociedad, pero sin cambiar la estructura social.

El Proceso Revolucionario, cuya meta es la consolidación de la revolución, sí tiene que buscar el cambio de estructura. Si no lo busca y, por lo tanto, no lo alcanza entonces no es revolución. Es sencillamente continuar con la representación y el sostenimiento de la cúpula como ente de dirección. De allí que la democracia revolucionaria como sinónimo de democracia directa y medio para la práctica del Socialismo, tiene por fin el establecimiento del poder popular. Debemos saber que el poder popular, concepto usado como muletilla propagandística y el cual no es lema ni debemos abusar de su empleo emulando a quienes lo minimizan; decía, el poder popular es el ejercicio directo del pueblo organizado que se deriva de la acción colectiva, consciente y planificada, para dirigir la República sin operadores políticos.

Entonces, dada la importancia de digerir estos conceptos y actuar, tenemos como responsabilidad primaria estudiarlos y asimilarlos para hacerlos parte de nuestra cotidianidad cognitiva. Debemos adquirir el hábito de la lectura, del análisis minucioso sostenido por medio de la relación de datos y hechos observables. Debemos cosechar un pensamiento sólido producto de nuestra capacidad de discernimiento y de la suma de juicios propios. Es una obligación del líder de grupos y comunidades, así como un compromiso con nosotros mismos, asimilar la nueva conceptualización que nos trae la búsqueda revolucionaria para cambiar la estructura social. Estimo que la constitución de los Centros de Formación Ideológica (CFI) y la creación de la red ideológica del Proceso, a través de los CFI, es una propuesta necesaria para superar el estadio de reforma existente todavía en el Proceso y ascender al de la revolución. Es probable que la reelección de diciembre dimane energía renovada en la militancia (cúpulas y base) para entender que el poder, en esa nueva fase del Proceso a iniciarse en el 2007, no se encuentra en el aparato del Estado. El poder se halla en las bases populares. De esta forma se estaría iniciando la práctica de la Democracia Directa o Revolucionaria, la cual solo se puede concretar cuando hagamos madurar nuestro nivel de la conciencia.

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William E. Izarra

Oficial de las FANB, retirado como Comandante (Teniente Coronel) de la Aviación Militar. Siendo oficial activo logró realizar estudios en todos los niveles académicos del saber universitario obteniendo su título como Licenciado en Educación (UCV); Maestría en Planificación (Harvard University) y Doctorado en Ciencias del Desarrollo (Cendes, UCV). Ha sido miembro del MBR-200, MVR, PSUV, Director Nacional de Ideología del Comando Maisanta, Colectivo Democracia Directa y creador del Centro de Formación Ideológica (CFI). Ha ocupado algunos cargos dentro del Gobierno Bolivariano Revolucionario bajo el mandato de Hugo Chávez Frías, siendo unos de los más relevantes el de Vice-Ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Oceanía y Medio Oriente. Ha escrito una serie de folletos y libros para la compresión de los valores y principios socialistas.

 izarra1947@gmail.com      @williameizarra

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