Entiendo las aspiraciones que puedan tener muchos profesionales de adquirir por fin una vivienda propia cerca de su trabajo o de mejorar sus condiciones materiales de vida, y que además, vean con entusiasmo que estas posibilidades se hacen reales en razón del crecimiento económico alcanzado durante la actual administración. Sin embargo, esto no es suficiente ni tampoco es lo esencial del socialismo.
El socialismo es un proceso de “desalienación” que busca la felicidad para todos los seres humanos. Es el rescate de las relaciones humanas sin clases sociales y en armonía con la naturaleza, las cuales fueron modificadas a lo largo de la historia.
Es probable que haya profesionales que tengan la creencia de que el socialismo es un modelo social donde todos somos igualmente pobres en lo material, por decisión de un tirano. Pero no es cierto amigo lector. El socialismo se identifica más con la libertad y la igualdad de condiciones para alcanzar la autorrealización del hombre y la mujer.
A diferencia del capitalismo, que nos iguala con la moda, la música, la comida, y hasta con la forma de pensar, el socialismo nos iguala con el derecho al libre desarrollo de nuestra personalidad. ¿Y cómo se logra eso? Bueno, no es fácil. Primero, en términos pacíficos, o sea, con una moderada lucha de clases y con un poco de amor cristiano, se necesita socializar los medios de producción. Luego se construye una sociedad sin clases. Y finalmente, cada cual podrá desempeñarse en un “trabajo creativo”.
Cuando el filósofo alemán Karl Marx hablaba de la autorrealización como fin, a través de la lucha de clases y el trabajo creativo, entre líneas se refería a la búsqueda de la felicidad. Entonces el trabajo es vital no sólo para la supervivencia sino también para el bienestar general. Pero no un trabajo explotador y alienante como nos lo ofrecen por el periódico los empresarios adversos al gobierno, sino un trabajo creativo, humano y liberador. Los profesionales junto con los trabajadores, en socialismo, combatirán la alienación del trabajo haciendo suyos los medios de producción.
¿Y que es eso de la alienación? Muy fácil. Si usted se siente un poco “extraño” frente al trabajo que hace, un trabajo que le mandaron a hacer otras personas que decidieron por usted lo que es necesario hacer, entonces usted está alienado. Si se siente extraño encerrado en una oficina o en una planta industrial, o en la calle, o encaramado en su mismo apartamento, igualmente usted está alienado. Si siente que está perdiendo todo su potencial, o se siente distante de sus compañeros de trabajo, no sólo está alienado, usted es un esclavo. Perdió el sentimiento de su propia identidad, y no se siente a gusto en el medio.
Es por eso que muchos de ustedes están en el trabajo viendo el reloj a cada instante esperando el final de la jornada de trabajo para salir corriendo a una plaza, a un parque, a un café, a un bar, a un gimnasio para compartir con sus amigos, o para su casa a abrazar a sus seres queridos.
Ahora bien, cuando la persona no sabe que está alienada ni explotada, la persona no tiene conciencia de clase social, y en consecuencia, no se anima a romper las cadenas que lo oprimen.
Veamos dos casos que se me ocurren. Por una lado, si la persona no sabe que está alienada y es de naturaleza poco sensible, es muy probable que ya esté embrutecida, y además esclavizada durante las largas horas del día que permanece despierta. Es un robot humano. Un zombie que consume sus pocas horas de descanso dentro de un centro comercial, dando vueltas sin rumbo definido. Por supuesto, no es fácil rescatar a una persona en estas condiciones.
Por otra parte, supongamos igual que la persona no conoce su condición de alienada, pero sí es sensible y se siente extraña e inconforme. Entonces es probable que consulte a un psiquiatra. ¡Peor el remedio que la enfermedad! Lo más seguro es que su psiquiatra le diga que es una persona que tiene problemas de adaptación. Está bien, no se descarta. Pero resulta amigo, que muchos psiquiatras no saben que ellos mismos también están alienados. Si usted apreciado lector, se reconoce aquí, no le queda más que elegir entre su psiquiatra y el reconocido filósofo Karl Marx. Le aseguro, que lo más probable es que el origen de su alienación no esté en usted sino en el hecho de que lo obligaron a vivir en una sociedad vacía y deshumanizada. Créalo.
Si amigo, estamos obligados a vivir en una sociedad capitalista, construida por la división del trabajo, con profesionales especializados, donde cada cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades que nos es impuesto y del que no podemos salirnos. No tenemos más remedio que seguir trabajando en lo mismo, durante de un número de horas diarias impuestas, si no queremos correr el riesgo de vernos privados de los medios de vida.
En la “Crítica del programa de Gotha” escrita por Marx en 1875, el filósofo definió la fase superior de la sociedad, a la que él llamó comunista, de esta manera: ¡De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades! Pero esto sólo después de que haya desaparecido la esclava subordinación del individuo a la división del trabajo, y con ella también la antítesis entre la división intelectual y física del trabajo.
En la primera parte del enunciado, como un principio de contribución, el hombre se liberará de la “alienación del trabajo”. En la segunda, como un principio superior de la justicia, el hombre se liberará de la “alienación de las necesidades”. El trabajo será el primer deseo vital, donde cada cual contribuirá según su capacidad, y las necesidades no serán necesidades alienadas, solamente de consumo innecesario, sino que el hombre tendrá el derecho de satisfacer sus necesidades materiales, intelectuales y espirituales.
Se trata del principio de “igualdad de autorrealización”. La autorrealización es el bien supremo para el hombre. El trabajo dejará de ser un castigo, para convertirse en el principal modo de autorrealización del sujeto humano según el modelo del artista creador, o del científico. Y así finalmente llegará el día cuando el hombre y la mujer hayan recuperado la libertad originaria del comunismo primitivo.
¡A votar amigos!... Ya saben, no le tengan miedo al éxito.