Antes de ver el destino último y orientación exacta de la flecha en cuestión, sería afortunado demostrar responsabilidad y cuidado en los detalles y condicionantes, y detenernos a observar y estudiar la correspondiente postura y posición exacta del arquero y sus circunstancias. Todos sabemos, o deberíamos saber, que es precisamente el arquero y no las flechas quien en definitiva acierta en el blanco escogido. Nuestro Presidente, como todo buen estratega cuidadoso de su entorno, demuestra a cada momento de su oficio el perfecto conocimiento de la realidad y de las condiciones que inciden en el camino de sus objetivos. Sobre lo del partido único es la demostración más oportuna sobre lo intolerable que es para el proceso bolivariano la continuación de la pretensión dictatorial de los partidos en la dinámica de participación y protagonismo del actual modelo democrático y político de la nación.
El Comando Maisanta, en evidente contraposición de su precedente inmediato el Comando Ayacucho, fue la oxigenación y la esperanza del movimiento popular volcado hacia las posibilidades de participación estratégica, en una etapa realmente crucial para el destino del país. La Batalla de Santa Inés todavía mantenida orgullosamente en la memoria, nos retrae la hidalga valentía de un Presidente inéditamente majestuoso reconociendo el Referéndum Revocatorio, y en cadena de radio y televisión, con la estampa del guerrero Maisanta, reconociendo su estirpe y paseándose por la ilustre historia de nuestros próceres, invitó al pueblo venezolano a tomar las riendas de su propio destino, a la constituyente política de los nuevos tiempos, a la Batalla de Santa Inés. Ocasión que por primera vez tambalearon los GUISOS, el CLIENTERISMO, el AMIGISMO, y las COMISIONES; los refinados y olorosos modales tan típicos en la Cuarta República. Sobre todo en el Zulia no se llegó a más (alcanzar la victoria en Maracaibo) por la insistencia de los partidos políticos, y una selecta sarna de individuos que vieron tambalear sus ancestrales aspiraciones de poder para las próximas elecciones a la Gobernación.
Al igual que en el triste y no menos desagradable ocaso de el Libertador, actualmente el Presidente ve en su futuro la posibilidad de acabar como quien luego de lograr una de las más grandes hazañas de la historia, sucumbió ante los rastreros e indignos intereses partidistas e individualistas de la época. Esta vez la flecha, como arma originaria de nuestra resistencia ancestral, apunta en todo caso a una relegitimación, en el próximo año, de quienes precisamente por medio del amparo que les da la supuesta necesidad de los partidos políticos, ven el progreso de nuestra patria bajo las conveniencias de su partido. Queda claro que el poder popular ya se ha cansado de su militancia golondrina, tanto ha sido su peregrinar por las mismas estructuras y personalidades del pasado que la noticia de un partido único solo les traería sentido y razón de ser, sí y sólo sí NO SEA DESBORDADO POR LOS MISMOS.