En víspera de la conmemoración de los 29 años de la rebelión popular del 27 de Febrero de 1989, conocida internacionalmente como el "Caracazo", quiero reivindicar a un pueblo, al cual pertenezco, el pueblo venezolano. A ese cuero seco que somos, que si nos pisan por un lado por el otro nos levantamos, buscando el horizonte de una sociedad, donde al fin podamos caber todos y todas, con justicia y dignidad.
Larga ha sido la lucha, somos como la corriente de un rio que siempre se mueve hasta que se enfrenta al mar, una y otra vez. No importan que las élites dominantes nos pongan diques para contenernos, no importa que los populistas, los engañadores de todas las horas, intenten desviar nuestro curso.
Somos el pueblo de todas las revueltas, rebeliones y revoluciones porque nos negamos a ser homogenizados, porque no aceptamos que nos traten como eunucos mentales. Somos un pueblo sabio que quiere ser reconocido en su diversidad étnica y cultural, en su anhelo de vivir en una sociedad más igualitaria, honesta y en su derecho a la autodeterminación de nuestro destino.
Somos el pueblo de los libertadores y libertadoras de Suramérica, somos los venezolanos y venezolanas y cuando se nos somete, se nos desconoce o pretenden burlar nuestras luchas somos un volcán en erupción.
Ya lo advertía nuestro Padre Simón Bolívar, en el discurso de Angostura de 1819, no se puede proclamar la Independencia y mantener la esclavitud, porque si no un diluvio de fuego amenaza con venirse sobre nosotros. El lo había visto en 1814, con Boves al frente.
Ese diluvio de fuego, del cual advertía el Libertador, fue el que inundó las calles de Guarenas, Caracas y otras ciudades de nuestra Patria, aquel febrero de 1989, en la primera rebelión en el mundo contra el modelo neoliberal.
El pueblo no aguanto más que se le convocara a defender la "libertad y democracia" mientras, como lo reconoció uno de los padres del pacto de Punto Fijo Rafael Caldera, el 4 de febrero de 1992, "…la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia, cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad". Más adelante en su discurso el expresidente recuerda: "Cuando ocurrieron los hechos del 27 y 28 de febrero del año de 1989, desde esta tribuna yo observé que lo que iba a ocurrir podría ser muy grave. No pretendí hacer afirmaciones proféticas, pero estaba visto que las consecuencias de aquel paquete de medidas que produjo el primer estallido de aquellos terribles acontecimientos, no se iban a quedar allí".
Y en efecto no se quedó allí, en tal sentido nuestro Comandante Chávez, en memorable discurso en la redoma de Petare el 27 de Febrero de 2011, lo confirma como causa determinante de la rebelión militar: " Hay que decir que el 27 de febrero aceleró, fue un disparador, un catalizador, la rebelión del pueblo nos impulsó aún más a los militares patriotas y el 4 de febrero del 92, 3 años después nosotros salimos fue a responderle al pueblo mártir del 27 de febrero de 1989".
Son lecciones de la historia que algunos no aprenden, las dirigencias a veces devienen en "clase política", en términos de Gaetano Mosca, es decir que su permanencia en el poder se convierte en un fin en sí mismo, se desconectan de la realidad y se auto justifican en sus desviaciones y no ven las hecatombes venir.
Las clases políticas se olvidan de construir hegemonía, es decir de convencer a las grandes mayorías de asumir como propio un proyecto ético y político, a partir de su inclusión y del pleno goce de sus derechos. Las clases políticas creen que pueden mantenerse indefinidamente en el gobierno a partir de juegos políticos engañosos, del populismo, del arreglo a conveniencia de la institucionalidad o de la represión. En Venezuela, esa estrategia siempre ha tenido patas cortas, porque el cuero seco se levanta, siempre se levantará. Lecciones de la historia, para que aprendamos y aprehendamos.
Por eso los revolucionarios y revolucionarias, nunca debemos devenir en una elite, sino gobernar, como decía Zamora, escuchando al pueblo, siempre escuchando al pueblo.
En Venezuela no hay pueblo que se deje engañar para siempre. Somos un pueblo sabio, libre y rebelde. A dios gracias. ¡Honor a la rebelión popular de febrero de 1989!, gloria eterna a los masacrados por las órdenes del gobierno neoliberal del Pacto de Punto Fijo ¡No hay pueblo vencido!. En las próximas elecciones, lo demostraremos.