El día de las elecciones, el 20 de mayo, salí temprano a votar; pero tenía una duda que se me planteó por estar leyendo todas las insatisfacciones personales que cada quien exponía en sus escritos y en sus quejas diarias a través de los diferentes medios de comunicación. Es decir, me hice eco de todas las matrices negativas respecto al presidente. Me di cuenta, que tras de cada queja, existían reclamos banales, "Porque me cae mal cuando baila salsa", "Porque no usa pañuelo y se limpia la nariz, con la planta de la mano, tallándola hacia arriba", "Porque me aumentaron la mensualidad del colegio" "Porque aumenta los sueldos y los bonos" "Porque ordena que me nieguen la visa"; "porque no hace nada para solucionar los problemas económicos del país", porque...
Pero las quejas que más oí y leí, fueron las emitidas por quienes formaron parte del gobierno de Chávez y del presidente Maduro en algún momento. ¡Cuánto rencor se notaba en ellos! No me había dado cuenta que sangraban por la herida, por haber perdido sus parcelas, sus cargos diplomáticos que mientras estuvieron allí estaban calladitos, pero cuando perdieron la teta, comenzaron a "ver" y criticar todo lo que hacía el gobierno. Además, leí a los que viven jugando con los términos de socialismo y capitalismo, que manejan las conveniencias y emiten un palabrerío altisonante, especie de círculo vicioso de palabras repetidas (Coño, ese carajo si sabe), con el cual tratan de hacernos ver que el presidente se maneja dentro del capitalismo, obviando el concepto de socialismo del siglo XXI, impuesto por Chávez. Así como desde el punto de vista internacional, la opinión de Almagro desde la OEA y como vocero del imperio; más los ladridos de los presidentes de Perú, México, Argentina, Brasil, Colombia; hasta las faramallas de Trump y Tillerson amenazándonos de intervenirnos militarmente, son situaciones que pueden hacer cambiar de opinión a cualquiera.
Al respecto, debo decir que lo referido me afectó y voté en contra de Maduro. Total, llegada la hora de ofrecer el resultado, el CNE, habla de la irreversibilidad de los mismos: "Perdió Maduro". La euforia opositora no se hizo esperar. Las calles se llenaron de gente. A los días se produce el cambio de gobierno. En las imágenes de la televisión se observaba a casi todos los que estuvieron protagonizando el golpe de Estado de 2002. Como zamuros y entre abrazos y besos y desde ese primer momento, dije: ¡Coño, me equivoqué! Como todos aquellos que creyeron que cambiar el gobierno era la alternativa.
En cadena nacional, el nuevo presidente nombraba su gabinete. Caras conocidas de empresarios que asumían las riendas del país. Comenzó la cacería de chavistas. Los antiguos terratenientes volvieron a sus tierras. Los campesinos fueron despojados de sus territorios. Las misiones fueron eliminadas y decretaron la nulidad de todos los títulos universitarios, entre ellos los de médicos integrales comunitarios. La Universidad Bolivariana fue eliminada en el acto y quienes obtuvieron títulos en ella, les fueron anulados. Volvieron los generales jubilados a tomar las fuerzas armadas nacionales y a través de una nueva ley de las fuerzas armadas incorporaron a petición de los Estados Unidos, soldados de los países del grupo de Lima, hasta execrar al chavismo de la misma. El petróleo bajó a 10 dólares. El precio de los productos siguió igual. Aumentaron la electricidad, el agua, la telefonía en general; comenzó la campaña de revisión de las condiciones de entrega de viviendas para cobrarlas al precio del mercado capitalista; acabaron con los bonos, el bachaquerismo se acentuó, comenzaron los despidos de los trabajadores de la administración pública, se decretó la disminución de los sueldos y salarios, se rebajó el salario mínimo, se llevó la edad de pensionar a los 75 años como en Argentina, los Estados Unidos instaló bases militares en el país y la represión vivida en los 60, 70 u 80 volvió.
¡Dios mío! Y, ¿Dónde están los que criticaban a Maduro? Bueno, ahora no decían nada. En sus nuevos escritos se notaba arrepentimiento. Se le cumplió el deseo a muchos de ellos y hoy les da pena decir que con la revolución bolivariana, a pesar de todo, se vivía mejor.
Después de todo comprendí que a la hora de tomar una decisión que involucra al país, hay que estar claro y pensar por uno mismo y analizar la realidad que uno ve y vive, pero también hay que plantearse un ápice de fe en quien te gobierna, sobre todo, cuando se sabe las presiones a las que ha estado sometido.
Pero en honor a la verdad, debo decir que lo narrado no es más que una pesadilla con los ojos abiertos. Esto va dedicado a quienes están deseando que la revolución bolivariana pierda y desean tener como presidente a una versión de Macri o Temer, a la venezolana.