Zombie es un término proveniente de la lengua inglesa que, en nuestro idioma, se traduce como zombi. Se trata de un cadáver que, a través de algún tipo de hechizo, ha sido reanimado. Un zombi, por lo tanto, es un muerto viviente.
Este es la definición que expresa la página web https://definicion.de, al igual que muchos diccionarios de reconocida trayectoria, el zombi es un elemento mágico, utilizado en la literatura universal de corte de drama y terror, el (que) llegó a la industria cinematográfica, y como es lógico imaginar con el transcurrir del tiempo, hemos podido observar la evolución que han tenido. De simples muertos-vivientes que caminaban de forma autómata hoy se les puede ver más inteligente y agiles que los propios seres vivos que huyen de estos cadáveres-revividos.
En la última década los latinoamericanos hemos sido inoculados de este virus contagioso que se transmite por la mordedura de un zombi, es decir, por alguien que estuvo expuesto a las fuertes dosis de odio, individualismo y otros anti valores contrarios a la confraternidad y unión familiar y, lejos de la versión Hollywoodense, podemos notar la involución que hemos alcanzado ya que pareciera que mal copiamos la primera versión de muertos de brazos extendidos y caminando detrás de la posible presa que nos proveerá el codiciado botín, porque inexplicablemente fuimos de manera progresiva y rápida perdiendo las grandes conquistas que por años hemos estado forjando, conquistas que han costados numerosas vidas a lo largo de estos últimos 200 años del proceso de independencia. Conquistas que luego fueron enmasilladas a través de sangre y fuego por los gobiernos gorilas dictatoriales, que reinstauraron en nuestra américa la sumisión, entreguismo, zombismo.
Y durante todos estos años la lucha de los pueblos fue incansable, cimarrona, rebelde y utópica, pero sobre todo llena de aliento y conciencia, alma y fuerza, con muchas ideas y hasta en muchos casos desorganizada, pero clara en sus objetivos.
Luego de la gran conquista que se lograra por parte de la patria grande, y con la promesa de que llegó la era de los pueblos, reaparece en escena la inefable e inesperada traición, traición que llega de la mano de los que prometieron llevarnos a tierras seguras y que tenían el antídoto de la cura del virus del Zombi. Y así transcurrieron las décadas de los 70, 80 y 90, y el aguerrido pueblo seguía dando la batalla, la lucha incansable con rebeldía, sumándose jóvenes de las nuevas generaciones que ya venían contestatarias luchadoras, con banderas de libertad, gritos de esperanzas, vocación de futuro y que dibujaba una era que estaba pariendo un corazón y que todos debíamos correr a cualquier parte del mundo a cualquier selva a cualquier calle, que el porvenir corría peligro.
Pero el villano, a pesar de que se replegó nunca se rindió, regresó esta vez mas decidido, más convencido de lograr su meta: la gran colonia de Zombis, y sin perder tiempo trajo consigo sus mejores aliados: la traición y el olvido.
De pronto una nube negra cubrió nuestro cielo sagrado y volvió la noche más triste y oscura. Llegaron los inoculadores con nuevo virus y nuevos métodos de contagiarnos.
Pero aquella masa de pueblo indisoluble amorfa y desorientada no se detenía y esta vez no venía sola ni estaba desamparada y así llega la era tecnológica, el nuevo siglo, el siglo XXI el siglo de la transformación; el siglo de lo posible y se oye en cada rincón del continente la tan esperada frase "Carajo ahora el Pueblo es gobierno" y el eco era retumbante y así pudimos fraternizar la patria grande.
A diferencia de otras ocasiones en las que el pueblo sucumbió sin resistencia la lucha, la esperanza se mantenía.
No obstante, extrañamente, hoy no se escuchan las tropas de guerrilleros, el cantar de gallos, la flauta de la tropa, ya no hay quien trasmita el mejor antídoto que pudo descubrir, y que se transmitía de generación en generación como el gran legado del chamán, la dosis de conciencia crítica que la generación de la segunda década del siglo XXI no quiso tomar para combatir el zombismo moderno.
Y como observamos, la tensa calma que nos embarga posesiona de nuestro pueblo, de nuestras almas, de nuestra memoria de nuestra hidalguía, nuestra Pachamama como si estuviésemos controlados por los vampiros paridores de zombies.