Raúl Castro dejó la Presidencia de Cuba, primer paso para su retiro de la dirección de la Revolución Cubana. El último de los grandes da un paso al costado y cierra un ciclo heroico. Fidel, Chávez... y ahora Raúl, el ocaso envuelve a la Humanidad.
Qué decir, qué pueden decir los combatientes cuando pierden a sus capitanes, cuáles son las
palabras que pueden enjugar las lagrimas del desamparo. Busquemos bálsamos en el recuerdo.
Hablar de Raúl es hacerlo de la Revolución Cubana, es hablar del proceso revolucionario más importante después de la Revolución de Octubre; cuando se pensaba que con Gorbachov, con
Yeltsin, todo estaba acabado, que el Socialismo era una pasión inútil, surgió la Revolución Cubana y
mantuvo en alto la antorcha Revolucionaria, fue un milagro que mantuvo la esperanza. Y este hombre que hoy se retira es parte fundamental de esa historia. Desde la Granja Siboney, el Moncada, el Granma, la Sierra, la crisis de los misiles, siempre en primera fila, siempre en vanguardia, siempre al lado de Fidel.
Cuando más el mundo necesitaba referencias, el último de los grandes se retira. Nos queda su ejemplo de entrega, de consecuencia, su ausencia significa un gran reto en este mundo calculador,
egoísta, sin jefes, gobernado por mediocres, usurpadores, nuestra responsabilidad es mantener viva la antorcha de la Revolución, no dejar que la aplaste el absurdo de los hombres lobos de los
hombres, la manipulación de los corazones, la perversión de las almas. No dejar que la especie sea su propio patíbulo.
El adiós de Raúl nos plantea este reto, el mismo que se les planteó a los veteranos del Granma en Alegría de Pío, retumban en el cielo las palabras de Fidel "Nos temen, Raúl", el grito de Almeida "Aquí no se rinde nadie". El espíritu heroico de aquellos momentos difíciles, esos gritos deben servir de acicate a la resistencia en estos momentos cuando vivimos una de las etapas más duras de nuestra Patria y de la Revolución mundial entregada por todos, olvidada por todos.
Es necesario recuperar la esperanza aplastada por tanta indignidad. Ahora que al manantial abierto por el Comandante Chávez lo quieren cegar los que se dicen sus propios hijos debemos cerrar filas en defensa del Socialismo, luchar contra los revisionistas deformadores, y los capitalistas que blanden el fascismo y las amenazas militares como defensa de su sistema perverso.
Este día de recuerdos es también de compromiso con los líderes que iluminaron la esperanza en un mundo mejor, viable, ellos nos guiarán siempre. Seguiremos la batalla que se inició en el amanecer de la Humanidad, estaremos del lado de los más débiles, de los parias de la tierra.
Sabemos, estamos seguros, que el liderazgo de los históricos no se ha agotado, nuevos líderes
tomarán las banderas hoy arriadas y serán enarboladas en los campos de batalla del amor contra el egoísmo, anunciando que la lucha no ha cesado, que mientras exista un humano que se resista a entregarse al mundo de las cosas, que se resista a ser una mercancía, un ente de consumo, habrá esperanzas.