- No esperar mucho (a veces nada) de las personas, incluso de aquellos o aquellas a los que más amas. Y uno siempre, en todo momento dar todo lo más elevado de sí, sin esperar absolutamente nada.
- No busques la perfección porque encontrarás la ruina (Bolívar).
- Hay que dudar de todo lo que a uno le cuentan. No pensar mal de alguien porque otros lo critiquen.
- Hay que tener cierta tendencia hacia el escepticismo. Ejercer la crítica y sobre todo la autocrítica. Y entender, que por lo general, que al juzgar a las personas son más las veces que nos equivocamos que aquellas en las que acertamos.
- Hacer todo lo posible por ser preciso en lo que se dice, en el lenguaje.
- El don más preciado de todos es saber perdonar. Jamás sentirse herido por todo lo malo que se diga de uno.
- Jamás salir a defenderse de las miserias, calumnias o las bajezas que se ejerzan en contra de uno. Defenderse muchas veces es rebajarse.
- Ser generoso y apasionado. Evitar la mentira con los seres que uno ama y respeta profundamente, pero a la vez entender que la sinceridad y la ingenuidad suelen traer desgracias e incluso desengaños uno tras otro.
- Uno siempre debe adelantarse a tratar de entender a los demás, y jamás esperar que lo entiendan a uno.
- El mayor descubrimiento de la filosofía griega es el significado de la PERSONA, es decir la MÁSCARA. Máscara y persona es una misma cosa, de modo que el arte de la mentira, la hipocresía y el disimulo lo lleva cada cual como una defensa y es lo esencial en el comportamiento protocolar o diplomático de las relaciones en la vida. No debemos hacer mucho juicio moral sobre esto. Cada quien lleva su máscara y allá en el que crea en ella.