Coherencia en el mensaje y menos protagonismo

"La voz de la revolución en este tiempo tiene que sonar como una orquesta sinfónica"

Martín Guédez

El capitán de un barco carga sobre sus hombros la responsabilidad de conducirlo a buen puerto. El capitán no es todo el barco. En él hay tripulantes. Cada uno de ellos tiene una responsabilidad: desde le jefe de máquinas, pasando por el timonel hasta el humilde responsable de la limpieza en cubierta. Sin una tripulación eficiente y disciplinada el mejor capitán fracasa en sus propósitos. Si el barco no llega a buen puerto el fracaso es de todos. En primer lugar del capitán pero a fin de cuentas de toda la tripulación.

El Comandante Chávez es el capitán de este barco en el que todos vamos y conocemos como la Revolución Bolivariana. Cada uno de los tripulantes tiene –es su derecho- una idea de hacia donde y cómo debe marchar el barco. Eso es legítimo. Lo que no sólo no es legítimo sino que es un grave inconveniente es que cada quien se proponga dar toquecitos al timón para llevarlo a su propio puerto.

Nos encontramos a poco más de un mes de la prueba de fuego de la revolución. Aunque esta guerra no sea exclusivamente electoral lo cierto es que en estas elecciones está todo en juego. Un resultado –si acaso se llega allá- que no sea definitivo y contundente significará para la revolución un pesado lastre. Todos los tripulantes tenemos que acerar el espíritu, tensar los nervios, afinar los oídos y orientar todos nuestros esfuerzos a cumplir con eficacia y disciplina a toda prueba las órdenes del capitán.

Esta guerra tiene como escenarios principales la información. Por tanto es imprescindible que toda la tripulación tome conciencia de esto. El enemigo –que en este campo es muy poderoso- se aprovecha de todos nuestros errores, incoherencias o debilidades. Es imperativo presentar un frente unido en la política informativa. La participación de cada tripulante en los escenarios de la información tiene que ser unitaria, mostrar una total coherencia o cada contradicción será aprovechada por el enemigo. Debemos luchar contra la ligereza de lengua. Todos debemos convertirnos en tripulantes disciplinados de la información, en combatientes de esta guerra asimétrica.

Estamos –lo sabemos- en pleno proceso de construcción del corazón ideológico del Socialismo del Siglo XXI. Muchos de nosotros tenemos nuestras ideas al respecto. ¡Qué bueno!, pero en este momento, más que nuestras propias ideas respecto a la ideología de la revolución, lo más valioso es la disciplina eficaz en la ejecución de las órdenes que llegan del capitán del barco. Como nunca hoy son necesarios oídos limpios, obediencia, disciplina y eficacia.

Resulta contradictorio que justo cuando el Comandante Chávez aparece en un corto de información reunido con empresarios, convocándolos a unirse al proceso, otorgándoles créditos y exoneraciones impositivas, de inmediato, otra persona desde una tribuna que le concede el pueblo, presente un discurso moteado de expresiones que llaman a señalar a los empresarios como enemigos, conspiradores y gente a la que no se les debe dar ni agua.

Vamos a ver. En principio, yo creo que la propiedad privada de los medios de producción es incompatible con el socialismo. Creo que allí está la semilla demoníaca del capitalismo y por tanto el campo fértil para el egoísmo, la ambición y todas las pústulas que adornan al hombre viejo. Ahora bien, hay una cosa que se llama estrategia. La estrategia en el combate no despeja la duda sobre el qué lograr sino el cómo lograrlo. La estrategia es fundamentalmente responsabilidad del capitán del barco. Cada uno de nosotros debe meterse donde no le pegue el sol su opinión sobre el qué y esmerarse en la estrategia que dicta el capitán. Para eso –para la discusión-un buen tripulante debe saber que este no es el momento.

Ver –casi sin pausa- al comandante Chávez diciendo algo y de inmediato otra persona diciendo que eso es sencillamente una tontería, como poco confunde. ¿A quien debe atender el pueblo?, ¿al capitán o al camarada que está pontificando?, ¿quién de los dos está equivocado?, ¿Si el comandante le está haciendo concesiones a unos empresarios bandidos que debo entender?, ¿que está equivocado o que traiciona los principios puros de la revolución? La conexión del pueblo con su comandante es tal que estoy persuadido que esta contradicción no hace mella, pero ese no es el punto. El punto es que si usted –camarita- tiene el inmenso privilegio de tener una tribuna, esa tribuna tiene que funcionar concertada, armónica y perfecta al servicio de los planes del capitán. No se si será necesario –como dice el camarada Manuel Brito- ser más explícito y explicárselo -camarita- con dibujitos para que lo entienda. ¡Vamos, coño, menos protagonismo y más disciplina! Déjese de tonterías y no genere disonancia, ya con la que nos crean los medios del enemigo tenemos bastante. Déjese de sermones ideológicos porque este no es el momento. Lo que la revolución exige de todos es disciplina, no nos venga usted con purismos que de ese pabilo tenemos un rollo.


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Martín Guédez


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