El venezolano se siente muy ufano por el legado dejado por nuestros antepasados libertadores, ellos se enfrentaron en desventaja a los crueles conquistadores españoles, y de un modo superlativo por ser heredero de la gloria de Simón Bolívar, el Libertador, hombre que ha sido reconocido en el mundo entero y a quien se le ha levantado monumentos en las capitales de todas las naciones del mundo, por consiguiente, los venezolanos cuando viajamos al exterior podemos preguntar a algún lugareño, sin temor de equivocarnos: ¿Por favor, puede decirme donde se encuentra el monumento de Simón Bolívar? y seguro alguien le dirá el sitio. Con solo mencionar ese detalle, ya nuestro paisano merece ser admirado y querido por cualquier venezolano. Bueno, pero ahora continuemos desarrollando otro capítulo del extraordinario Bolívar y su hermoso Discurso de Angostura. “Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la Constitución, intérprete de la naturaleza de una perfecta igualdad política. Cuando esta igualdad no hubiese sido un dogma en Atenas, en Francia, y en América, deberíamos nosotros consagrarlo para corregir la diferencia que aparentemente existe: Mi opinión es, Legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela.
Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la Sociedad, está sancionado por la pluralidad de los Sabios; como también lo está, que, no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud, y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no lo son; todos debéis poseer talentos, y todos no los poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la Sociedad más liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido; no lo es menos el de la desigualdad física y moral. Es una ilusión, es un absurdo suponer lo contrario. La naturaleza hace a los hombres desiguales en genio, temperamento, fuerzas y caracteres diferentes. Las Leyes corrigen esta diferencia por que colocan al individuo en la Sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente benéfica la reunión de todas las clases en un estado, en que, la diversidad se multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este solo paso se ha arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuantos celos, rivalidades, y odios se han evitado!
Habiendo ya cumplido con la justicia, con la humanidad, cumplamos ahora con la política, con la sociedad, allanando las dificultades que opone un sistema tan sencillo y natural, mas tan débil que el menor tropiezo lo trastorna, lo arruina. La diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto infinitamente delicado para manejar esta sociedad heterogénea cuyo complicado artificio se disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración. El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar que la dicha sea el dote de Venezuela, y por las vuestras, debemos lisonjearnos que; la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el problema ¿Cómo después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión, podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros no se cambien en armas liberticidas?”
José M. Ameliach N. Julio de 2018