Le he puesto mucha atención al desenvolviendo de los últimos meses del presidente Nicolás Maduro Moros, ese desconocido. Lo etiquetó, arbitrariamente, como ese desconocido, porque en verdad resulta incompresible su reacción ante tantos ataques, tanto desde afuera, como desde adentro. Ataques descomunales, como el último acaecido en el 4 de agosto en la Avenida Bolívar de Caracas, de donde milagrosamente salvó su vida de un magnicidio en grado de frustración. Me surgen muchas preguntas en torno a este hombre, que cuando habla a sus seguidores, con el énfasis característico, se peina el bigote de una manera elegante, en diferentes momentos.
Pregunto: ¿Tiene un pacto con el diablo para salir airoso de estos transes? ¿Lo protege la sórdida sombra de Stalin, quien también tenía bigotes negros, como la muerte? ¿O le pide ayuda a Juan Vicente Gómez, conocido como el Bagre? Pienso que está al amparo de Dios, omnipotente, omnisciente y omnipresente. Y, por ende, de la sombra del Comandante Supremo de la revolución, quien, por cierto, lo proclamó como su heredado político.
¿Cómo se entiende que este hombre tildado de mediocre para abajo, haya aguantado tantas agresiones, y haya salido con una imagen fresca y luchadora? En cada ataque, en cada agresión, en cada intentona de sacarlo del juego, se aparece ante las cámaras de televisión como si nada. Como el héroe de la película, mientras sus adversarios políticos se pierden en una continúa desbandada, sin rumbo y sin luchar, como varones machos, por lo que creen. Más bien se esconden, tiran una piedra y esconden la mano.
Nicolás Maduro, aprendió demasiado de Hugo Chávez. A Chávez le gustaba la pelea en cualquier parte y en el ring que fuera. Recuerdo que no se inmuto en nada, cuando aquel Rey, en una reunión de jefes de Estado y de gobiernos, le dijo: "Chávez, porque no te callas? Porque una cosa es cierta, Chávez era temido por esa lengua que no tenía freno en ningún escenario… Recuerdo también cuando iba a dar un discurso en la ONU, y dijo que allí, en el estrado olía a azufre, aludiendo a que el día anterior, desde ese mismo lugar, había hablado el presidente de los Estados Unidos. En fin, Chávez era Chávez, en donde le tocara ser defensor de sus ideas y de su país. Era autentico hasta en la médula de sus huesos.
Cuando lo entreviste, en dos oportunidades en Puerto Ordaz, antes de llegar al poder, y sin haberse decidido ir a las elecciones de 1958, nunca pensé que aquel soldado flaquito, con un chalequito verde desteñido, y de una voz de barítono, iba a llegar tan lejos. "Negro, me dijo, te acordarás de mí, o mejor dicho de nosotros, los soldados del 4 de febrero, estamos en la calle porque con el contacto con la gente nos fortalecemos y aprendemos, el pueblo es sabio, ya verás, la próxima entrevista, espero que me la hagas en Miraflores, estas invitadas de una vez".
Por cierto, la primera entrevista que le hice en compañía de una colega, fue radial. En la Emisora "Festiva 99.9 FM", ubicada en un centro comercial en Alta Vista, cerca de mi residencia. Esa entrevista la tengo en un CD, gracias a que el operador me la grabó en un casete y luego me la pasaron a CD… He repartido muchos a camaradas. Y como olvidar está prohibido, aquel delgaducho soldado, hijo prodigo de Sabaneta, cumplió con lo que me adelanto en la entrevista. Gano la presidencia, abrumadoramente, y su primera visita a Guayana la hizo, semanas después, en el auditorio de Venalum. Allí estaba yo viendo aquel hombre hablar sobre lo que quería para Venezuela. Me ubiqué adrede en un lugar por el cual intuía que pasaría cuando se retirada del auditorio. En efecto, cuando me vio, me reconoció. Y me dijo: "Negro, me debes una entrevista, y esa te la daré en Miraflores", y salió apurado. Tuve la suerte de verlo en la oportunidad en que visitó a Sidor. Siempre el mismo, hombre, nada había cambiado en él. Para mí, el hombre más auténtico que he conocido en mi vida, el segundo es Diosdado Cabello, compañero del alma del Comandante. He reseñado este pedazo, porque forma parte de la historia política de mi país, y que me ha tocado vivir de cerca.
Volviendo al Maduro, ese desconocido, sorprende cada día, cada hora, cada minuto. Este gladiador, sorprende a todo el mundo. Está crecido, fuerte, y con un lenguaje coherente y sólido. Desborda una confianza enorme en la recuperación economía del país, luego del 20 de agosto, día en que entra en funcionamiento la reconversión monetaria. Todo el mundo tiene los ojos puesto sobre esas políticas y sus resultados. Hay nervios en los estados Unidos y en Europa. Aquel hombre calificado como mediocre, y mal hablado, le tiene preparado a la guerra económica y a su pilar fundamental, el dólar criminal, una tremenda sorpresa. Falta poco, muy pocos, y se acabará la especulación desmedida de los comerciantes. Por algo lo llaman el indestructible…