Sucede con la abstención lo que sucede en nuestras vidas cuando por razones X nos enamoramos de algo difícil por no decir imposible de alcanzar.
El amor es ciego y la locura lo acompaña -reza el cuento- que no Simón Díaz en su "caballo viejo"…cuando el amor llega así de esa manera-
Algo de esto se nota en el ánimo de la oposición "venezolana", enamorada y deseosa de una abstención que no representan, pero la hacen suya para justificar sus planes desestabilizadores; sino pregunten a Julio Borges y la gusanera venezolana en Miami qué consideran las elecciones de mañana como un Plebiscito.
La intención de la oposiciones es fácil de entender: Si la abstención es porcentualmente alta la hacen suya diciendo que gracias a su llamado el pueblo no salió a votar, y si es baja, la abstención no tendrá quien le escriba ni quien se arrogue de ella, como tampoco cantar fraude habida cuenta de que la oposición por sus problemas internos no participo.
De cualquier manera; con baja o alta abstención, el interés opositor está centrado mas en el venidero 10 de enero del 2019, fecha en la que desconocerán la investidura de Nicolás Maduro, y por sobre todo pendientes en la postura de los países lacayos que no solo amenazan con desconocer a un gobierno legitimo sino también retirar sus embajadores como parte del plan desestabilizador orquestado por Trunp.
La abstención como sabemos, es una omisión, que puede tener diversas causas, como: el impedimento físico, la indiferencia, la falta de estimulo o por razones de apoliticismo entre otras.
El abstencionismo por el contrario, es una acción, política que entraña una repulsa hacia las elecciones en sí.
La ausencia (léase bien la ausencia), de acciones políticas de grupos, partidos o movimientos llamando a la abstención, deja claro el carácter oportunista y politiquero de quienes se arroguen la paternidad de la misma.