¿Qué es el comunismo? ¿Qué tiene de comunismo nuestra Constitución Bolivariana? (I)

“Quien dice ignorancia dice ceguedad,

preocupaciones, error, superstición, despotismo,

arbitrariedad, humillación, miseria e inmoralidad”

Víctor Hugo

I

Estos artículos que, presumo, deben ser varios por lo difícil e importante del tema, llevan implícitos una dedicatoria especial para tanto ignorante que opina, de lo que no sabe, con ínfulas de profesor universitario de la más alta calificación en el escalafón i de una de las universidades más prestigiosas del mundo, cuando en realidad “recita” de memoria, lo que la noche anterior leyó en alguna enciclopedia, para luego afirmar, a manera de meter miedo a otros ignorantes como él, afirmando como si tuviesen estudios al respecto que vamos hacia el comunismo bajo la influencia ideológica del castro-comunismo cubano. Lo primero que les falta es filosofía de la historia i conocer antecedentes desde Platón, hasta la filosofía de Fichte i Hegel; nociones de economía clásica inglesa i las ideas políticas derivadas de la Revolución Francesa; ninguno resistiría un examen a nivel de secundaria i menos en el terreno universitario. Lo segundo que les falta es leerse i entender la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En nuestro medio hai uno que es el campeón del disparate, pero adornado de la mayor petulancia que se haya conocido por estos lares, desde que Ojeda descubrió el lago de Maracaibo. Ese señor repite a cada rato, la idea de ir esta revolución bolivariana, directo al comunismo, fase final del socialismo clásico i etapa utópica que no se ha dado jamás, ni se dará en ningún país del mundo. Mas, para muchos estúpidos norteamericanos ejemplarizados en Mac Carthy, el comunismo es un fantasma demoníaco que devora hombres i naciones, porque como teoría es precisamente lo contrario i el enfrentamiento más fuerte que ha tenido el capitalismo, antes de llegar a la categoría de “salvaje” que le atribuyó Juan Pablo II, uno de los Papas más retrógrados que haya tenido la iglesia, por lo cual le quieren canonizar. Esa enfermedad del macartismo agudo o crónico que padeció un gran amigo mío, le llevó casi a un estado demencial que, lamentablemente, incidió en desmoronar amistades. I tal parece que en los hombres de pequeña estatura, el padecimiento es más acentuado, trasformándose en paranoia: una idea obsesiva sin razonar debidamente.

Conocer qué es el comunismo, implica para el investigador, el filósofo i el político (nunca el politiquero) estudiar historia i filosofía con profundidad i detenimiento, para convencerse de ser el marxismo (de donde se fundamenta en parte el comunismo contemporáneo) i las posiciones de los que lo aceptan todavía, la de los que las aceptaron i abandonaron, o la de los que conscientes de no ser una mera posición, sino un enfoque de mundo i vida del hombre social; i a posteriori (pocas veces lo a priori, da conocimientos nuevos i experiencia) pudieron hacer un gran viraje, viendo los errores fundamentales tanto del capitalismo como del comunismo, a la manera de uno de los más grandes teóricos del comunismo francés, como lo fue Roger Garaudy, con su obra EL GRAN VIRAJE DEL SOCIALISMO i otras posteriores, lo cual permite situarse ante los distintos socialismos i el comunismo marxista puro, no el transformado por Lenín o deformado por Stalin, con suficientes conocimientos para valorarlo. Precisamente, Garaudy, con su posición crítica i razonada, allá por los años finales de la década de los 60, presentaba su vuelco como la búsqueda de un socialismo con rostro humano, o más humano, no tan aferrado a la teoría económica, sino a lo netamente social en búsqueda de un mundo más equilibrado, justo i feliz.

Sin embargo, desde los tiempos de Platón i su obra LA REPÚBLICA, había un asomo de comunismo en lo que concierne a la clase de los Guardianes del Estado, de guerreros i magistrados. En verdad, no es necesario irse tan lejos porque aquello se perdió en los siglos i, es en el siglo XIX cuando diversas ideas afloran, hasta que el año de 1848, realmente es un hito en esta historia. Así, 1848 es la gran fecha como dice Chevallier: “La revolución tiene una amplitud muy distinta a la de 1830. Continúa la Revolución de 1789, pero la sobrepasa. Nacida en Francia, se extiende a Europa”. Empero, sabemos los que transitamos la historia que en la misma Francia revolucionaria se fueron borrando muchos logros, hasta llegar al Directorio i a los tiempos napoleónicos, i aunque quedó sembrada la idea de una pasión igualitaria, no admitida por las oligarquías, las ideas son como remusgos de ideas libertarias que pasan por muchísimas mentes. Así agrega Chavellier: “He aquí que sobre la pasión igualitaria se injerta la pasión social (socialismo), traducción al mismo tiempo que estimulante, de los antagonismos sociales exasperados por la gran industria. EL MANISFIESTO COMUNISTA, de Marx y Engels, publicado precisamente en 1848, marca a este respecto, uno de los jalones intelectuales más importantes del siglo.” Sería demasiado extenso, tratar de continuar narrando una historia que la humanidad, verdaderamente intelectual, bien conoce, pero advirtiendo que, cuando en filosofía decimos que Marx “mundanizó” la filosofía de Hegel o todo el idealismo alemán, aquel camino trazado por Hegel como movimiento dialéctico en la historia del mundo, persiguiendo un misterioso Absoluto i hasta pensando en el final de la historia luego de la decadencia pronosticada, i se puso de manifiesto la lucha de clases, la palabra socialismo i la palabra comunismo, fueron transformadas de una especie de íconos malignos por la contrarrevolución intelectual, el nacionalismo herido en ciertos países i desde que aparecieron libros como LA ENCUESTA SOBRE LA MONARQUÍA, de Charles Maurras, que traslucían el odio a las ideas de 1789 i la aceptada “democracia” parlamentaria i liberal se establecía o prosperaba entre finales de siglo XIX (1900) i 1914, siglo XX antes de la Primera Guerra Mundial, con todas las convulsiones sociales i enfrentamientos que, algunos autores como el propio Chevallier, señala como las etapas de violencia de Lenín (contra el reformismo social, socialismo parlamentario i la conseja de tomar el poder por la fuerza del proletariado) la violencia de Mussolini i la violencia de Hitler más que conocidas.

Sin embargo, aunque todo el que incursione en la política, i especialmente los abogados, una historia universal i una historia patria que nos obliga apenas a retroceden unos dos siglos, no deberían dejar ver tanta ignorancia i un miedo casi metafísico, anormal, arbitrario, contra las palabras socialismo i comunismo, cuando me atrevo a decir que casi el 90% de la gente que expresa ese miedo, ignora todo respecto a esas dos palabras, i más todavía, respecto a lo que realmente representan o describen. Así como en el arte se inventan muchos “ismos” i etapas, en la política ha sucedido lo mismo i, los partidos políticos a grosso modo colocamos en la “izquierda” o en la “derecha” de la vida, la mayoría, aun los mui conocidos mundialmente, carecen de ideologías (a veces no saben ni distinguir entre ideología i doctrina) i siempre he pensado, sobre todo desde que dictaba clases de Filosofía de la Historia que, el único partido que tiene una verdadera ideología, es el Partido Comunista. Es el dogmatismo como enfermedad propagada sobre todo por la Iglesia, lo que impone ese miedo irracional que, en el Imperio Norteamericano tuvo un Gran Pastor Alienante i estúpido como el senador Mac Carthy, quien contagió a la humanidad de un macartismo agudo que le ha servido para embrutecer a muchos i hacerlos lacayos irracionales del imperio.

(Continuará)







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Roberto Jiménez Maggiolo


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