¿Qué es el comunismo? ¿Qué tiene de comunismo nuestra Constitución Bolivariana? (II)

“El término “socialismo” aparece casi simultáneamente,

en Francia y en Inglaterra entre 1830 y 1840, pero la palabra

posee para esta época un sentido bastante vago. Así, para Pierre

Leroux, el socialismo se opone al individualismo; para Robert

Owen el socialismo es principalmente, un sistema de

asociaciones cooperativas”

Jean Touchard



II

Siendo casi imposible en pocos artículos de prensa, explicar para el profano o el ignorante a voluntad –como la mayoría de dogmáticos de la extrema derecha en el país- i deseando retar a algunos juristas con poca cultura filosófica i política, caso de los abogados (¿doctores?) Oswaldo Álvarez Paz, Gerardo Blyde o Julio Borges que tanto hablan de lo que no saben, sino lo que captan en público en los escritos de prensa, discursos o fuentes mediáticas televisivas, i luego lo tergiversan a su gusto, i queriendo lograr dos cosas en estas exposiciones, intentaré; primero, señalando rápidamente lo que es comunismo, retar a que se me diga qué tiene de comunismo nuestra Constitución Bolivariana i, segundo, de qué socialismo hablamos –tanto para la oposición como para la revolución-, por qué alarma este término a la oposición i cuál es realmente o puede llegar a ser, el socialismo del siglo XXI así llamado. Cierto es que el hombre primitivo, o los indígenas de nuestra América i muchos otros pueblos de lejano pasado debieron vivir en un estado parecido al socialismo, o las tribus orientales del tiempo de Cristo, o las tribus indígenas americanas, aunque sin conciencia de estado ni organizaciones programadas, puesto que el término “socialismo” va a aparecer en la primera mitad del siglo XIX, tal como nos lo muestra el tiempo histórico. Además. Considero exagerado pensar que Cristo, de quien casi todo lo ignoramos, pueda ser el primer gran socialista del mundo, sólo porque algunas frases –que no sabemos si son suyas o las inventaron los evangelistas- tengan un significado de justicia igualitaria que, por cierto, no practica la iglesia que se dice fundada por él, cuando no existe testimonio alguno de esa fundación. Por ello muchos han expresado que, si Cristo volviera al mundo no sería cristiano, como si Marx viviera no sería marxista, pues Lenín lo modificó i Stalin lo destrozó; i eso sí, aunque Don Quijote no existió sino en la mente creativa de Cervantes, los quijotes como Bolívar o Sucre, o como Fidel, el Ché o Chávez, si existen.

Así, cuando al comienzo de clases quería señalar un camino a seguir, para luego ir profundizando ideas i detalles, le exponía a los alumnos que podíamos resumir el Comunismo como un extracto o resumen de tres fuentes motivadoras: en lo filosófico, el idealismo alemán, siendo imprescindible Hegel i Fichte; luego, en ideas políticas, lo sembrado por la Revolución Francesa i en lo económico, ideas de la Economía Clásica Inglesa, especialmente Adam Smith i David Ricardo, más los nuevos enfoques puestos de relieve por Marx i Engels, cuando observaron los estragos sociales de la llamada Revolución Industrial, i el fenómeno del urbanismo que despobló los campos, i atiborró las ciudades, invirtiendo el 70% en el campo i el 30% en las ciudades i villas, creando toda la tragedia social de la urbe, con el éxodo campesino, el hacinamiento, la miseria, el hambre, el desempleo, la prostitución, la delincuencia, el crimen i cuanta desventura o desamparo pueda imaginarse, lo que bien pintó el gran escritor Charles Dickens en sus principales novelas. Esa fue la realidad que le tocó presenciar a Marx, sobre todo el Londres i como pensador, quiso imaginar las mejores soluciones del problema social, investigando i poniendo al descubierto sus causas con absoluto razonamiento filosófico i científico. Por eso su trascendencia que, pese a la guerra que desde en vida le han hecho las clases poderosas i patronales del mundo, es un pensador o un filósofo que aún en el siglo XXI tenemos que acudir a él para estudiarlo si buscamos realmente soluciones i si hemos vivido i captado la agresión aterradora del capitalismo, donde el dinero i el mercado, está por encima de todos los valores i los derechos de la sociedad humana, puesto que todo en mercancía i la calidad de vida no cuenta sino para minorías privilegiadas, i la miseria, la tragedia i la muerte indigna, para las mayorías. Marx es pues, un gran pensador filosófico i un tremendo humanista, ignorando muchos que poco escribió sobre política, excepto en obras como El 18 de Brumario, i quiso proporcionar la mayor atención a la felicidad i el bienestar de los hombres. Empero, en cuyas raíces está el feudalismo, el latrocinio i las herencias de la aristocracia, para mucho que nunca lo han leído, que le tienen fobia a sus libros, que jamás conocieron el Manifiesto, etc., es el propio Diablo Cojuelo, o el Maligno que se enfrentó a Florentino. He conocido de un abogado opusdeísta que expresaba, ante el regalo de unos libros que, no podía leerlos hasta que su confesor se lo permitiera, algo así como considerar vigente el Index de la Iglesia o temer a la Inquisición. ¿Puede una persona así, ser un hombre del siglo XXI?

Por eso esas mentes oligopensantes, dogmáticas i frágiles para las influencias más nefastas, tienen vetado el camino de la ciencia, la tecnología, la filosofía i la ética. Por eso poco captan la realidad o los tiempos en los cuales les toca vivir. La palabra socialismo les produce el mismo miedo que el término comunismo, cuando en realidad no saben lo que es ninguno de los dos conceptos.

Existe una anécdota de Unamuno, ya viejo pero siempre lúcido para pensar (recordar que escribió una obra titulada EL MUNDO VISTO A LOS OCHENTA AÑOS) que pasando por el Ateneo de Madrid i su cartelera, preguntó ¿Qué cosa pasa hoy aquí? Yo he tomado la anécdota para incitar a mis alumnos, tanto en filosofía como en medicina, a no estar conforme admitiendo lo que expone el profesor, copiarlo o grabarlo; les incitaba a estar en desacuerdo, en atreverse a preguntar o disentir, pues se saca mucho más de una breve discusión de altura, que del escuchar pasivo por largo tiempo. En ese sentido utilicé la anécdota. Cuando al gran pensador que preguntaba, le respondieron: Fulano de tal da una conferencia. ¿Sobre qué tema? Tal tema. Entonces decía a toda prisa: ¡Entremos, que estoi en desacuerdo! Visto así, es positivo. Confrontando racionalmente opiniones, se aprende. Dos personas absolutamente de acuerdo en una habitación, no logran nada… a menos que sea una pareja para hacer el amor.

Pues bien: los hombres, o mejor, los que se estiman los “intelectuales” de la oposición pero que parecen como dice la señora Cardinale, onagros, apenas el presidente expone algo, sin acabar de entender lo que propone, ya ellos están en desacuerdo furioso, paranoico o con un odio descomunal que le agrega a la divergencia o la inconformidad, insultos, atrocidades o mejor aún, estupideces. Eso les pasa con cuanta idea expone el presidente o el gobierno, i naturalmente tenía que pasar elevado a la n potencia, con el término SOCIALISMO, que gente como la nombrada al comienzo, u onagros como Juan Carlos Fernández, el Fernándes con “s” de Caracas, D’Arienzo, Miguelito “Granier”, Kiko, Carla Angola i las brujas tradicionales de la Televisión, más “políticos de oficio” o “escritores o historiadores escuálidos”, enseguida empiezan muchas veces a dar opiniones disparatadas por el miedo. Eso demuestra que estos señores, improvisados “analistas” o “críticos” (se hace necesario nombrarlos entre comillas) ignoran que socialismos hubo muchos antes de Marx, precisamente en países de los más “civilizados”, donde muchos modelos fracasaron, entre ellos los llamados “socialistas utópicos” de la Comuna de París, i el mismo marxismo que Marx pensó debía desarrollarse en ellos como un modelo más allá de capitalismo industrial, germinó como las semillas o el polen que corren por los aires, en el país más atrasado industrialmente para su época: Rusia, aunque esta aseveración no sea cierta del todo.

(Continuará)



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Roberto Jiménez Maggiolo


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