El proceso hacia la revolución en Venezuela tiene un enorme valor no solo para ese pueblo hermano, sino para todos los pueblos latino-caribeños; para la causa de la libertad, la nueva independencia y el socialismo, en un contexto mundial caracterizado por la agresiva decadencia de Imperialismo Occidental encabezado por EEUU y por el incremento de la voracidad de sus corporaciones, negadoras de los derechos vitales de la humanidad y de la Madre Tierra.
EL intenso combate que se ha librado en la patria de Bolívar y Chávez exige de entrada un merecido reconocimiento a los valiosos aportes de las fuerzas políticas y sociales que han impulsado y defendido ese proceso transformador: MB-200, V REPÚBLICA, Partido Socialista Unificado-PSUV y el POLO PATRIOTICO integrado por el PSUV, el Partido Comunista Venezolano-PCV, Partido Patria para Todos-PPT, Movimiento Tupamaro y toda la izquierda social y los movimientos políticos-sociales bolivarianos y chavista.
Un reconocimiento merecido junto al anhelo de que el significativo aporte de esa unidad perdure contra todos los obstáculos y contradicciones que se presentan en ese complejo y difícil tránsito hacia la segunda independencia y las transformaciones sociales, aun en momento de altos riegos, a consecuencia del despliegue de las llamadas guerra imperialistas de cuarta y quinta generación contra ese proceso liberador.
Entiendo que en Nuestra América, en tales circunstancias, los comunistas y socialistas-revolucionarios, debemos actuar como auténticos y consecuentes chavistas, bolivarianos, rojo-rojitos, en el marco esta trascendente confrontación con el imperio que encarna la recolonización del continente.
Esto es, debemos proceder como militantes internacionalistas de ese proceso, sin renunciar a la identidad propia al interior de una imprescindible UNIDAD EN LA DIVERSIDAD; siempre dándole continuidad a nuestras relaciones históricas y de amistad inquebrantable con otras organizaciones similares de las izquierdas venezolanas no claudicantes, y siempre abiertos a la hermandad con las nuevas izquierdas y fuerzas transformadoras de estos nuevos tiempos
Tal determinación no nos impide reconocer y tener presente la diversidad compleja y contradictoria de ese proceso, en sus diferentes periodos y momentos; más cuando las circunstancias obligan a combinar –como he dicho en otras oportunidades- la UNIDAD EN PROFUNDIDAD (estratégica) y la UNIDAD EN AMPLITUD (táctica); lo que a su vez nos exige respaldar iniciativas que permitan defender lo conquistado o superar estancamientos, y disentir de las inconsistencias y fallas que lo entorpecen; sin, en ninguno caso, contribuir a rupturas y separaciones que puedan afectar la capacidad de defensa del proceso bolivariano-chavista frente a sus persistentes y poderosos enemigos.
· UNA HAZAÑA INCONCLUSA.
Perdurar frente a tantas agresiones y adversidades es una hazaña. Pero es una hazaña inconclusa, ahora más amenazada que antes.
Es, además, un proceso de cambios con muchas contradicciones y trabas, pendiente de profundizar más allá de la soberanía conquistada y del antiimperialismo desplegado; pendiente sobre todo, desde nuestra óptica comunista -constantemente renovada y esencialmente herética frente a dogmas y reduccionismos- de radicalizar en dirección a superar una realidad y una cultura capitalista todavía dominante, consolidando a la vez la autodeterminación y el antiimperialismo, que sin dudas han logrado impregnar la conciencia colectiva de una gran parte del pueblo venezolano, de su Gobierno y su Estado; asumida esa actitud en forma muy consecuente por el Presidente Nicolás Maduro.
Igual no somos pocos/as los/as que, allá y acá, entendemos que en Venezuela falta mucho por hacer en cuanto a transformaciones anticapitalistas y poder popular, déficit que a mi entender le facilita y concede base social y fuerza electoral a las derechas contra-revolucionarias; e incluso a las derechas opositoras reformistas y a sectores más moderados del chavismo que no comparten el proyecto socialista.
· UNA DINÁMICA CONTRADICTORIA.
Esto a su vez determina, que aun transitando por un modelo esencialmente post-neoliberal y con un fuerte tono antiimperialista en la política interna e internacional, se presenten ciertos brotes o reacciones neoliberales, o simplemente pro-capitalistas, presentes en determinada decisiones coyunturales dirigidas a contrarrestar un bloqueo realmente brutal.
La herencia ideológica-cultural de la economía rentista petrolera es fuerte, pesa demasiado y sigue frenando, lentificando, no pocos esfuerzos a favor de la diversidad productiva. Como pesa también la estatización y su carga de corrupción y privilegios burocráticos, en lugar de la socialización y la primacía del poder popular; algo, por demás, criticado enfáticamente por el Comandante Chávez antes de su fallecimiento.
Sigue, por tanto, bastante indefinido el aterrizaje en grande del proyecto de nuevo socialismo, pese a los aportes en esa dirección de no pocos lineamientos constitucionales y programáticos, y a la trascendencia de la ley de comunas y el todavía limitado proceso de construcción de las mismas, afectado por no pocas resistencias estatales.
Quedan por aplicar medidas e ideas a socializar que faciliten superar el diseño institucional y el ejercicio de la competencias electorales todavía influidas parcialmente por la democracia liberal-representativa que estimula el clientelismo y otras deformaciones políticas; también en cuanto a las delimitaciones de los roles de los partidos del proceso, los movimientos sociales bolivarianos, el Estado y sus empresas; y respecto a las carencias políticas en lo relacionado con la saludable diferenciación de la política exterior de los partidos y movimientos en el gobierno respecto a la política exterior y la diplomacia del Estado.
Esto último ha tenido consecuencias negativas a nivel internacional, al privilegiar en algunos casos las relaciones de Estado y las alianzas con partidos de gobierno de otros países, de esencia derechista y neoliberal, en perjuicio de las izquierdas y los movimientos sociales en lucha.
Este déficit en algunos casos motivó tolerancias respecto frente a indebidas apropiaciones de los beneficios de PETROCARIBE; beneficios que debieron destinarse al bienestar popular y fueron a parar a manos de gobiernos, políticos, funcionarios y empresarios corruptos.
Ese fue el caso en República Dominicana durante los gobiernos del PLD presidido Leonel Fernández y Danilo Medina, quienes encabezaron Administraciones mafiosas y neoliberales, y lideraron un partido que devino en una corporación de la corrupción y que incluso terminó apoyando a Guaidó y plegado a EEUU; como también se ha plegado el nuevo gobierno a cargo del PRM y los mega-capitalistas, presidido actualmente por Luis Abinader.
Subrayo, que esa situación y otros hechos parecidos relacionados con la solidaridad internacionalista, tensionaron en no pocas ocasiones nuestras relaciones bilaterales sin que jamás se nos ocurriera reducir como partido o como persona nuestra militante participación, defensa y acompañamiento al heroico combate bolivariano; mucho menos dejar de ser aliados consecuentes del PSUV, en tanto fuerza preeminente en esa trascendente confrontación y organización venezolana en la que confluye una diversidad política y social, que incluye valiosos contingentes revolucionarios.
Reconozco que un tránsito revolucionario como el venezolano –cruelmente bombardeado por las nuevas modalidades de la guerra desatada por EE.UU, la Unión Europea, el Estado narco-terrorista colombiano y todas las derechas del mundo- es una misión extremadamente difícil y enorme de dimensiones y grandes retos.
Por eso -sin dejar de ejercer la crítica oportuna, constructiva, propositiva, que siempre ayudan a avanzar- hay que defender a muerte lo conquistado y arreciar el combate por el porvenir revolucionario de Venezuela; evitando todo lo que deteriore la alianza y la cooperación entre las fuerzas decididas a enfrentar las embestidas imperialistas.
No cambia sustancialmente el cuadro para la Venezuela Bolivariana y Chavista el desplazamiento del neofascismo de Trump y de los republicanos "trumpistas", y el consiguiente ascenso de Biden, los "demócratas" y los "globalistas".
Es conocida también la vocación guerrerista y los entronques con el Complejo Militar. Industrial de estos últimos. Ya Biden comenzó a bombardear en el Medio Oriente, independientemente de las habilidades de esa facción para combinar "poder suave" y "poder duro", cruzado por el "poder inteligente"… junto a aquello del "abrazo del oso".
Se impone, entonces, la firmeza junto al mandato del Libertador resumido en una frase imperativa compuesta por una sola palabra repetida tres veces: ¡UNIDAD, UNIDAD, UNIDAD!