Ya las unidades sociales humanas más antiguas, como pioneras, le buscaron unas incipientes explicaciones especulativas al origen de su medio, por ejemplo, entendieron intuitivamente que la Naturaleza y los inalcanzables cuerpos celestes debían tener creadores, o causas, para adecuarnos a la terminología moderna.
Así, el piache o *sacerdote* tribual que bailaba e invitaba para que lo imitaran a fin de provocar lluvias, lo hacia porque estaba seguro de que los signos meteorológicos minuciosa y previamente observados por él le permitían pronosticarlas para terceros, y atribuir el suceso pluvial a unos supuestos poderes suyos. Los investigadores y estudiosos de las organizaciones religiosas tardaron mucho en liberar sus conocimientos adquiridos con sus indagaciones privadas. Podemos aventurar que su pertinaz egoísmo educativo representó los prolegómenos de los modernos *Copyright*.
Y es un hecho cumplido que esas primitivas sociedades fueron evolucionando holísticamente, en todo el amplio espectro de sus manifestaciones culturales, económicas, religiosas y paracientíficas, por cierto comunes a las nuestras aunque obviamente embrionarias para ese entonces. La Astrología nació con ellas, y que todavía haya quienes deliberada y rezagadamente la manejen para especular y premonizar como buenos charlatanes no niega que fue una *ciencia* incipiente, como tampoco desmiente que hoy por hoy quedó totalmente descalificada por los progresos de la moderna Astronomía hallada en constante perfeccionamiento en conjunción del desplegado avance técnico correspondiente.
En materia religiosa, y este es el punto de nuestras elucubraciones, el animismo, el totemismo, y todas las variantes mitológicas de la llamada Antigüedad sociológica, en resumen, el politeísmo arcano y primitivo caracterizó y reinó durante numerosos milenios precristianos, preislámicos, prebrahmanistas y prejudaicos. Ratificamos que en común esos asomos especulativos del origen y destino del hombre y su entorno han sido, y siguen siéndolo, la *esperanza de un sentimiento*, carentes todavía de las necesarias evidencias corroborativas; Cf. Juan Eduardo Cirlot/Diccionario de los ismos*/Barcelona 1949.
De Perogrullo, las sociedades fueron creciendo demográfica y comercialmente, las distancias fueron temporalmente comprimidas, ampliaron sus estructuras administrativas y jurídicas y con ello fueron reforzándose y multiplicándose las relaciones intertribuales, policlaneanas, etc. Pero está demostrado que todavía tendemos a la exclusión social en detrimento de la esperanzadora solidaridad entre pueblos y naciones, entre los trabajadores locales, regionales y mundiales.
Así fue cómo las distintas religiones fueron también entrando en competencia y rivalidad a fin de imponer a los demás sus respectivos dioses e iconos varios.
Démonos cuenta de la concomitancia del comercio, la industriosidad, el deporte, la educación, la estética y la religión, y así como suele establecerse certámenes, competiciones o justas que datan de milenios (recordemos fiestas lúdicas y religiosas de la Olimpia griega), así como se aboga por la competitividad mercantil y se pretende abolir e inútilmente se persigue el monopolio industrial y comercial y financiero, por el contrario y curiosamente (?) desde hace pocos milenios quedó establecida la fusión religiosa.
El MONOTEÍSMO terminó privando sobre sus numerosos y embrionarios antecesores, se fue consolidando criterios, esoterismos, astrologismos y mil idealismos, hasta arribar al actual imperio católico y eclesiástico más connotado en Occidente, como lo es El Vaticano Papal. Por eso nos preguntamos si la principal y más sólida expresión de IMPERIALISMO contemporáneo, mediático, industrial, comercial y financiero nos vendría dado por y está fincado sobre la religión monoteísta.