En los años ochenta de la centuria pasada, los gobiernos de Estados Unidos, ante la debacle del modelo soviético y la caída del muro de Berlín, con el mayor bullicio, proclamaban su victoria: Ahora sí, el mundo es nuestro, se decían -y le decían-, con la mayor arrogancia y prepotencia, a los demás países del orbe.
La guerra fría era cosa del pasado. Haciendo gala de un poder omnipotente diseñaron nuevas estrategias para la dominación hegemónica del universo. El Consenso de Washington, las políticas de ajuste macroeconómico diseñadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el endeudamiento externo a que fueron sometidos los países subdesarrollados, la guerra preventiva y su alerta temprana, las invasiones al Medio Oriente, a Panamá y Grenada, constituyeron, entre otras, algunas de las acciones prácticas a partir de las cuales, el imperio diseñó su estrategia de dominación hegemónica.
A comienzos de los años noventa, las naciones americanas se encontraban sumergidas en una crisis de carácter multidimensional, las políticas neoliberales implementadas antes que resolverla la habían agudizado. La CEPAL había definido a los años ochenta como los de la década pérdida.
Crisis que hizo pensar al gobierno de Estados Unidos sobre los riesgos que corrían sus intereses y su dominio de la región, ante el quiebre del orden establecido. Por lo que, el Presidente Bill Clinton, convocó un encuentro de Jefes de Estado y de Gobierno, al que se denominó: "Cumbre de las Américas", realizado en diciembre del año 1994, en la ciudad de Miami. El Área de Libre Comercio para Las Américas (ALCA), fue el engendro nacido de dicha Cumbre. Su creación fue el único propósito que tuvo la misma.
En el empeño de alcanzar dicho objetivo, el imperio utilizó al Grupo de Revisión e Implementación de Cumbres (GRIC), las asambleas generales de la OEA, las reuniones ministeriales hemisféricas, en fin, en todos, absolutamente en todos los foros hemisféricos, sus delegados presentaban dicha propuesta.
Pero el jolgorio fue breve. En la tercera Cumbre de las Américas, realizada en Quebec, Canadá, en abril del año 2001, el Presidente Hugo Chávez, inspirado en el compromiso empeñado con nuestros padres libertadores plasmados en la Constitución Bolivariana, de manera respetuosa, franca y sincera, le dijo a los demás mandatarios del hemisferio que Venezuela no podía acoger en su totalidad la Declaración de Quebec; ya que, algunos de sus textos, eran contradictorios con nuestros principios constitucionales; así como también, porque el nuestro era un gobierno radicalmente contrario a los postulados neoliberales plasmados en dicha Declaración. Por lo que, Venezuela se reservó los párrafos 1, 6 y 15 de la Declaración de Quebec; y el párrafo 6-A del Plan de Acción de la misma.
El año 2005 había sido establecido como fecha tope para la aprobación del ALCA. El gobierno supremacista de George Bush, no logró su objetivo. Sus pretensiones, de seguir manejando a los países del hemisferio a su libre albedrío recibieron un no rotundo: "ALCA, al carajo". La Cumbre de Mar del Plata, no solo fue el entierro del ALCA. Sino que, a partir de ella, el proceso de Cumbres de las Américas, perdió toda su vigencia y pertinencia, entró en su ocaso como foro hemisférico.
¿Por qué Biden quiere resucitar la Cumbre de las Américas? La interrogante tiene pertinencia. El tiempo que estamos viviendo es otro; la geopolítica universal, ha alcanzado una nueva dimensión; el establecimiento de un nuevo orden mundial, está signado por la multipolaridad; los pueblos están emergiendo como actores fundamentales en el diseño de su propio destino; han surgido, y están surgiendo, nuevas potencias; pero, sobre todo, los pueblos de América quieren ser libres, soberanos e independientes. Y, eso no lo quieren permitir los gobiernos supremacistas de Estados Unidos. Por eso, para mantenerse como potencia hegemónica, recurren a las más diversas prácticas de dominación.
El imperio, en éste comienzo del siglo XXI, ha afilado todas sus garras; ha abierto sus alas para hacer realidad sus pretensiones rapaces. Al igual que las aves de rapiña que se creen dueñas del "cielo"; el imperio se cree dueño del universo. Pero, su águila ha perdido altura y las nubes no le dejan ver la realidad que se vive en la tierra.
El siglo XXI, se afirmó, con la mayor rotundez -desde sus años aurorales- sería un siglo lleno de incertidumbres. Dos décadas después de su inicio seguimos preguntándonos, ¿por qué los problemas que hoy tiene la humanidad son tan profundos?, ¿qué podemos hacer, individual y colectivamente, para superarlos?, ¿cómo hacer viables las soluciones planteadas?
Las potencias capitalistas de occidente, pero sobre todo Estados Unidos, cada día dan mayores muestras de que lo único que les importa es saciar sus voraces apetencias hegemónicas. La cooperación, la solidaridad, la fraternidad, son conductas extrañas a sus intereses. La desigualdad, la inequidad, la pobreza, el desempleo, el analfabetismo, en fin, las injusticias sociales no forman parte de su agenda. Enarbolan falsamente la bandera de la Agenda 2030, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero ignoran sus fundamentos e incumplen sus objetivos; a la vez que, impiden que los países en desarrollo puedan alcanzarlos.
En su afán por adueñarse del mundo, el imperio estadounidense a través de la mentira, el terror y el cinismo ha pretendido dar muerte a la esperanza, al sueño, al deseo de vivir mejor de los pueblos. Los utiliza como arma ideológica, política y militar, para establecer su poder hegemónico. El terror, ha sido institucionalizado de tal forma que, podemos afirmar que el estadounidense es un Estado terrorista.
A través de los más variados métodos y técnicas de comunicación ha logrado establecer un imaginario para hacer creer que no existe sino un solo camino, el suyo; y, quien no lo adopte para sí, se coloca al margen de su institucionalidad; convirtiéndose, de tal manera, en "enemigo de la democracia"; por lo que, recibirá los más variados y soeces calificativos para ser estigmatizado y condenado por la comunidad internacional.
Las clases dominantes y los gobiernos estadounidenses han actuado, y actúan, como si nada estuviera ocurriendo. Los problemas de esa nación los ocultan "debajo de la alfombra". No quieren que se vea la pérdida tan violenta del dinamismo de esa sociedad. Siguen masturbándose con la pretensión de querer ser siempre el único modelo del mundo.
Pero, al imperio la implementación de su política desestabilizadora, golpista, injerencista y guerrerista no le ha dado los resultados que esperaban. Han sido más las derrotas que ha sufrido que los éxitos alcanzados.
Una revisión somera del rol de Estados Unidos, entre finales del siglo pasado y comienzo del presente, nos dice que su pérdida de hegemonía a nivel planetario, y de manera particular en América, cada vez es mayor. Siguen creyendo que la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, conservan su vigencia. Siguen creyendo que el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (1992), redactado por Paul Wolfowitz, Subsecretario de Defensa, en el cual se define a Estados Unidos como un coloso que se alzará sobre el mundo, imponiendo su voluntad y manteniendo la paz mundial mediante el poder militar y económico; lograrán hacerlo realidad.
Convencido, el gobierno estadounidense, de la amplia legitimidad del gobierno de los "excluidos", ha reelaborado su discurso de presentarnos en el hemisferio, y ante los demás países del mundo, como gobiernos antidemocráticos. En Los Ángeles, seguramente, volverá a plantear la creación de un organismo hemisférico de monitoreo y evaluación de las democracias, como pretendió imponerlo en Fort Lauderdale, Florida, en el año 2005, en la Asamblea General de la OEA. Con absoluta seguridad, le volverá a decir a los países asistentes a su desmenguada Cumbre: Si no estás conmigo, eres mi enemigo.
Biden, tú sabes que los gobiernos de tu país, incluido el tuyo, por mucho que se hayan propuesto derrocar nuestras revoluciones no lo han logrado, ni lo lograran. Sabes que, los pueblos de América son contrarios al injerencismo desestabilizador; que condenan el bloqueo económico y la instrumentación de sanciones y medidas coercitivas unilaterales, por ser prácticas terroristas y criminales. Sabes que los pueblos de América quieren ser libres, han dicho basta a la dominación imperial. Sabes que Cuba, Nicaragua y Venezuela son pueblos inundados de dignidad y heroísmo. Sabes que se nos valora con respeto. Sabes que tu pretensión de crear una "pandilla hemisférica" contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, no la lograras.
Biden, tú sabes que, aunque no nos invites, estaremos presente.