No es fácil el momento argentino actual, lo percibe el pueblo en sus necesidades, los militantes en sus recorridas territoriales, los movimientos sociales en conteniendo demandas, el movimiento obrero organizado protegiendo a sus trabajadores, los curas villeros, los empresarios PYME, los representantes legislativos intentando cambiar leyes, el ejecutivo jaqueado por las fuerzas del poder real golpista, en un marco internacional de guerra que se suma a los años pandémicos y de peste macrista.
Este cuadro de situación debe ser analizado en su contexto internacional, regional y local para integrar una mirada, que nos aleje del simplismo acusatorio binario del "bien y del mal" o peor aún, de la identificación de "culpables", como explicación totalizadora de la situación. Menos aun con supuestas máximas dogmáticas como salida de la crisis, como si el mismo Perón no hubiese tenido que afrontar tiempos tan diferentes, a los cuales sin dudas tuvo respuestas distintas ante nuevos escenarios. Por ejemplo la crisis del 52, sequía con necesidad de apertura de contratos petroleros, pan de centeno para conseguir saldos exportables de harina y azúcar negra con el mismo fin, pasando del 63% de inflación al 7% en el 55. Ni bien ni mal desde lo doctrinario, es como se gobierna frente a la adversidad, con respuestas acordes, diferentes a la rendición incondicional del menemato de los 90 y su claudicante entrega neoliberal.
Es un tiempo diferente, que necesita respuestas acordes a la preservación o no del gobierno nacional, frente a los ataques y el marco internacional en crisis, siendo una buena noticia la incorporación de la Argentina al BRICS y la decisión conjunta de reconstruir una Patria Grande atacada y destruida por EEUU desde el Grupo de Lima de la mano de la OEA corrupta. Claro que no alcanza para las respuestas locales esa sola descripción, pero sin dudas marcan un camino diferente a cualquier intento de "alineamiento automático", en un mundo que ha girado al Oriente desde hace años. La versión atlántica de la historia, eurocéntrica y anglosajona, está siendo debilitada a nivel internacional, en favor del multilateralismo al cual nos incorporamos.
Por esa razón de contexto y tratando de suprimir los vestigios de la cultura neoliberal individualista, que hace de los nombres propios el eje del análisis político, o de las medidas coyunturales una definición estratégica, es que la propuesta de salida del cuadro de situación de crisis se define, desde una mirada situacional de poder, desde la decisión de avanzar, resistir o rendirse.
Todas son decisiones políticas que deben comunicarse con claridad para que sean entendidas por el conjunto del pueblo y es ahí donde encontramos una falencia esencial. No identificar al enemigo golpista, ni quienes los financian o auspician, en un error ya que todos los desastres sociales, económicos y políticos de la crisis, más allá de los errores del gobierno, son adjudicados por el enemigo a falencias propias de gestión.
Del mismo modo que no mostrar los avances en términos de derechos sociales, de obras públicas y de servicios como trenes, viviendas, escuelas, hospitales, rutas, vacuna nuestra, medicamentos nuevos o gasoductos, implicados directamente en la calidad de vida del pueblo en plenas guerras pandémicas y mundial, reparando el saqueo económico y la destrucción estructural de los servicios públicos del macrismo, es una carencia informativa y de comunicación, que lleva al enemigo a ocupar la agenda del desánimo y el odio.
La diferencia entre un gobierno amigo a un gobierno enemigo, es que no sólo cambia la relación de fuerzas, sino que el enemigo destruye, persigue, encarcela, entrega soberanía, crea desempleo, arrasa derechos, coloniza cultural y económicamente sometiendo al pueblo a un autoritarismo hipócrita, en nombre de supuestos valores que no practica, ni conoce, ni le interesa.
El gobierno nacional y popular hoy es la expresión de una alianza frentista que tuvo la virtud de derrotar al enemigo principal, de ahí a la concreción de nuestros sueños hay un largo camino de construcción política en el seno de la Comunidad Organizada, en donde el enemigo ha profundizado su prédica antinacional y fortalecido su concepción política de Mercado como ordenador social en base al individualismo egoísta, en un Estado mínimo al servicio del capital privado.
Estamos tan lejos de nuestros sueños como Comunidad socialmente justa, como de resignarnos a la entrega sumisa a los dictados del diseño estratégico del Imperio, cuyos voceros y lacayos locales son los ejecutores de las políticas coloniales de dominación.
Es cuando la crisis abre una ventana a la oportunidad, una entrada de aire nuevo que recuperando esperanzas y utopías, llene las mochilas de la militancia que lejos de deprimirse, cotidianamente golpea las puertas de compatriotas y vecinos, solidariamente, compartiendo sus vivencias, entrando en situación de cada familia, abriendo picaportes cerrados herméticamente, de algunos funcionarios que desconocen que la gestión debe tener sustento doctrinario estratégico, con plena participación del pueblo en la decisión de las prioridades sociales, con Comunidad Organizada y objetivos estratégicos de Patria.
La Comunidad Organizada sigue siendo la respuesta del poder popular con derechos constitucionalmente establecidos, en un camino a recorrer desde ahora, con la institucionalización del movimiento nacional y popular. Significa construir organización con la incorporación de voces y miradas que multipliquen los aciertos en las decisiones, superando las individualidades, que aún la más importante, la que más aporta, la mejor militante y estadista como nuestra vicepresidenta, necesita del aporte de otras miradas para totalizar la contención del movimiento nacional, como lo reconoció al construir el Frente que permitió derrotar al enemigo, midiendo sus propias fortalezas.
Esa institucionalización, como el Frente Amplio uruguayo debe contener la diversidad, no la uniformidad, debiendo garantizar el debate horizontal en la discusión y la verticalidad en la decisión, el equilibrio entre la macro economía y las respuestas sociales necesarias en cada etapa, en un marco de acuerdos estratégicos que den respuestas a la recuperación soberana de la Patria, en una decisión de refundar la Patria Grande, única garantía de ganar músculo para una lucha que se avecina, al haber cambiado el mapa latinoamericano y mundial, que sin dudas traerá una respuesta imperial, como lo ha realizado históricamente, por la fuerza o por otros medios, como el Lawfare judicial o golpes Parlamentarios o creando grupos de países doblegados como el Grupo de Lima para destruir el UNASUR.
Al incorporar a los movimientos sociales, a la CGT y CTA, a los curas villeros y opción por los pobres, los organismos de DDHH, la Cámaras PYMES, los partidos políticos aliados y el PJ nacional como eje doctrinario, la Liga de Gobernadores, las agrupaciones políticas nacionales, serán voces y miradas convergentes hacia resolver los temas inmediatos como libertad a los presos políticos como Milagro y otros compañer@s.
Esta situación sólo podrá realizarse desde una ampliación de la Corte Suprema, que hoy es funcional y cómplice en forma corrupta y criminal, hasta la discusión compartida de recuperación soberana del Paraná y sus puertos, la nacionalización de los servicios públicos, una nueva Constitución Nacional, nuevas leyes de entidades financieras, reordenamiento de tierras con una nueva política de expropiaciones y controles que impidan perder la Patagonia Argentina, frente a la estrategia de ocupación extranjera de la mano de la OTAN, entre otros objetivos.
Nada está perdido, ni el ánimo militante, ni la vocación de servicio, ni el compromiso con el pueblo, sólo se deberán tocar con emoción y esperanzas, los espacios de convocatorias y de movilización social, para superar las asimetrías de un enemigo que se siente fuerte, frente a la inmovilidad lograda producto de la Pandemia primero y de la falta de motivación posterior, por lo cual nuestra dirigencia debería tomar nota, que no estamos dispuestos a abandonar la lucha, ni a bajar los brazos, ni a resignarnos, ni a dejar de militar cotidianamente, compartiendo con quienes estén dispuestos a llevarla adelante. Neoliberalismo nunca más.