27N- 30 años

El profesor Delgado, Alejandro de Armas, y José Garrido (el guaro), habían logrado alcanzar la cima del cerro antes que lo hiciéramos Dimas Petit y mi persona. Se ponían de acuerdo si el sitio era adecuado para esperar que anocheciera o por el contrario bajar hasta la autopista, atravesarla, para adentrarse en el cerro del frente y ubicar un mejor sitio para ocultarse; cuando logramos alcanzarlos, nos incorporamos a la improvisada reunión, anotándonos en la segunda opción, movernos de allí cuanto antes, porque en plena retirada, nos percatamos que unidades del Ejército, la Guardia Nacional y la Disip, estaban tendiendo un cerco alrededor del peaje (las peñitas, vía yare), que en horas de la madrugada habíamos tomado; mientras estábamos en ese dilema, una unidad del ejército nos sorprendió, el oficial que estaba al mando gritó que nos rindiéramos.

Dimas y yo saltamos al vacío, al unísono, sin ponernos de acuerdo, en medio de una feroz balacera, que nos perseguía, levantándose una nube de polvo a nuestro alrededor, producto de los impactos de bala en la tierra, mientras rodábamos y luego corríamos hacia la autopista, cruzándola, para adentrarnos hacia el cerro del frente. Allí había ascendido unos 50 metros, encontrando el sitio apropiado para ocultarme, cubriéndome de ramas y hojas, esperando salir airoso de esta situación tan comprometida. Dimas Petit decidió continuar la marcha montaña adentro, despidiéndonos con una señal. Era un poco más de mediodía, el reto era permanecer despierto, evitar que el cansancio me dominara, el enemigo había montado una alcabala en la autopista, lo deduje por las órdenes que emitían en voz alta, le di rienda suelta a los recuerdos que me trajeron a esta situación.

Pensaba en los compañeros que no pudieron saltar y que seguramente fueron capturados o asesinados en el sitio donde el enemigo logró sorprendernos. Una ilación de recuerdos desde el presente hacia el pasado reciente y un poco más allá, me llevó a recordar la reunión que sostuvimos en un restaurante cercano a la plaza Madariaga, después de medianoche, para de allí desplegarnos a cumplir cada grupo con las misiones asignadas. En una mesa cercana a la entrada estaba Jesús López (la lapa), Franklin, Manrique, esperando a Eduardo Garrido (junior), para más adelante reunirse con el mayor Valera Rumbos, Juan Mena, el popular tata tata y el resto de convocados para la toma del canal del Estado, se quería evitar lo sucedido el 4F, por eso la presencia de un técnico como Manrique, para que garantizara el funcionamiento de tan importante espacio mediático y los videos grabados por los comandantes presos en yare, como los del movimiento 5 de julio, salieran a la nación, sin ninguna traba.

Este plan se complementaba con la toma de las antenas de transmisión ubicadas en los mecedores, realizando en horas de la mañana, del día anterior Víctor Hugo, Eduardo y mi persona, un contacto con el Tte., (G, N), Franklin García Duque (el gato), para coordinar esta operación; estaban con él algunos de los convocados: Miguel Vivenes, Ronni Vegas, José Petrangelo y Yajaro. Sabía con certeza que este objetivo carecía de una retirada confiable porque lo había estudiado y recorrido con Manrique, quien había laborado en ese canal. Lapa con su acostumbrado buen humor decía que nos anotáramos en la operación del canal porque la de Yare con el cuartel Guaicaipuro a un lado, era muy difícil salir vivo, si el levantamiento cívico militar fallaba. Cuando estaba próxima la hora de partir me dijo que el video de los generales no lo habían entregado. Solo el que habían enviado desde Yare, donde el comandante Chávez se dirige a la nación.

Este video nos había llegado días antes porque el hermano de Arias Cárdenas, a quien bautizamos como el "pollito" y uno de los abogados encargado de la defensa de los militares presos, Freddy Gutiérrez, bajaban semanalmente al penal de yare y nos mantenían informados, además logramos por esta vía introducir un radio a través del cual hablábamos directamente con ellos, sobre todo con el comandante Arias Cárdenas. Nos deseamos suerte y quienes íbamos para la operación de yare partimos hacia el sitio de concentración en el parque los ocumitos, entre otros compañeros estaba Rafael Uzcategui, quien me manifestó su preocupación por el comando de la operación, dado que habían varios grupos que iban a participar, respondiéndole que Elegido Sibada (comandante Magolla), había confirmado su participación y era el indicado para dirigirla, estando Uzcategui totalmente de acuerdo. En efecto al llegar al peaje, un grupo de camaradas encabezado por Magolla, William Alvares (JJ), Freddy Covos (JR), Dimas Petit, José Corona (lelo), Pedro Triana, Rafael Uzcategui (el negro Bob), Aníbal Vásquez, José Gupertino Rosales (el niño), Alex Liscon (el tuso), Eulide Muños (el gordo), Oscar Vaquero, Alexander Domínguez, el profesor Delgado, Wilfred Vargas Petit, Rodolfo de Armas, Eulogio Gallardo, Orlando Figueroa, Carlos Gómez, José Garrido y mi persona, avanzamos hacia el objetivo, encabezando Magolla el grupo central y el resto cubriendo los flancos, logrando neutralizar y desarmar los efectivos militares que se encontraban resguardando el comando de la Guardia Nacional; ésta primera acción desencadenó toda la operación, distribuyéndose el grueso del personal en el punto de control y el resto montando guardia donde se presumía podían llegar los refuerzos del enemigo puesto que el fuerte Guaicaipuro estaba cercano al peaje y el otro grupo vigilando los prisioneros de los diferentes componentes que se iban haciendo.

En efecto al poco tiempo de haberse tomado el peaje llegó un grupo de guardias nacionales en un autobús, siendo divisado por los camaradas de guardia y alertando al punto de control, montando Fabián una emboscada sin que los guardias se percataran de la misma, siendo retenidos y bajados de inmediato sus ocupantes que se resistían a hacerlo, pero la presión de Fabián y el negro Uzcategui apuntando al chofer y, Aníbal, Rodolfo de Armas y el gordo Eulide , cubrían la puerta trasera, mientras que en la puerta de entrada la controlaban, Dimas Petit, Oscar Vaquero, WIlfred, el profesor Delgado, y José Corona. Una vez controlada la situación el personal regresa a sus puestos asignados por Fabián. Aquí realmente el equipo encargado de vigilar los prisioneros estaba sobrecargado, porque a cada momento, preguntaban qué pasaba, sobre todo un coronel que se convirtió en el jefe de los cautivos, quien pedía que le firmaran un papel, donde constara que le habían quitado su armamento (pistola); además las personas que se acercaban y algunos, una vez informados, solicitaban armamento para sumarse, sobre todo aquellos que nos decían que habían prestado el servicio militar.

En esta labor informativa Eulogio, el profesor Delgado y Alexander, tuvieron bastante trabajo. Mientras este procedimiento se cumplía, de la parte norte del peaje corrían hacia él unos guardias nacionales armados, buscando sorprender y atacar por ese lado, sin darse cuenta que Dimas, Juan de Jesús, el gordo Triana, Freddy Covos y José Corona, estaban ocultos resguardando esa parte del peaje. Juan de Jesús le da la voz de alto y el resto de compañeros los desarman haciéndolos prisioneros y entregándolos a Carlos Gómez, José Gupertino (el niño) y Alex Liscon (el tuso), para su resguardo. Transcurridas unas horas, casi al amanecer, el capitán Francisco Ameliach, y el capitán Antonio Rivero, en vista de que los refuerzos amigos no llegaban, habían decidido acercarse al fuerte Guaicaipuro para tratar de hacer el contacto con el oficial encargado, para sumarlo a la acción; igualmente Orlando Figueroa, se le encomendó la misión de explorar la zona aledaña al cuartel para tener la certeza de los movimientos de este componente militar. Estos movimientos tenían su explicación porque en reunión preparatoria del plan en los altos mirandinos el coronel Higinio Castro (ejército, quien había sido nombrado por Chávez, como su representante en el Estado Mayor, que en el plano militar dirigía el plan de este levantamiento) había informado que este cuartel estaba bajo control, del lado nuestro. Además del coronel Higinio Castro, por la Armada estaba el almirante Gruber Odreman y el almirante Cabrera Aguirre, por la Aviación el general Francisco Visconti y el coronel Jorge Garrido. Había un Mayor de la Guardia Nacional de apellido Salimas, que tuvo escasa participación.

El Almirante Gruber Odreman había informado que un buen número de la infantería de marina iba a subir desde la guaira esa madrugada para unirse con civiles y militares que iban a esperar en un sitio acordado, entre otros estaba el grupo Zeta, una unidad elite de la Policía Metropolitana, comandada por el inspector: Freddy Bernal, el cual pusimos hablar directamente con el almirante Odreman. El catire Víctor Hugo (Roberto) y Ali Rodríguez Araque (fausto), formaban parte de esta operación, que según la planificación contaría con buena presencia de civiles. Víctor Hugo lo conocimos en una reunión en Yaracuy, donde estuvo el comandante Arias Cárdenas, ambos invitados por Klever Ramírez, a solicitud nuestra. A mediados del año 91, Dimas y mi persona, fuimos contactados por Klever para que nos uniéramos a este levantamiento cívico-militar que se estaba gestando, y le propusimos dicha reunión para saber que ideas políticas manejaban estos militares, solo que al venir esta invitación de un político y dirigente como lo es Klever Ramírez, no teníamos dudas de los propósitos políticos y que la responsabilidad y la seriedad estaban garantizadas. Tuve la oportunidad de profundizar un poco más la conversación con el comandante Arias Cárdenas, al ser designado por Klever, después de la reunión, para que lo trasladara a Valencia, donde lo esperaban otras personas.

En el trayecto me habló del esfuerzo realizado para construir una fuerza al interior del ejército que tuviera la capacidad de tomar el poder y seleccionar los mejores talentos para el diseño de un país mejor y menos desigual, que incluso corrigiera la democracia imperfecta que estábamos viviendo. Le comente que los adecos se ufanaban diciendo que Rómulo Betancourt era el padre de la democracia, pero si nos guiábamos por los hechos y no por los discursos, tenía más méritos y logros el General Medina Angarita, porque en su mandato no hubo presos políticos, abrió las puertas del país para los exiliados, legalizo los partidos, incluso el partido comunista y hubo una gran libertad de expresión; además de manejar una geopolítica hábil y muy inteligente, que le permitió en plena guerra mundial, tomar medidas económicas como la ley de hidrocarburos y otras no menos importantes, que le permitió al país un mayor ingreso fiscal. El comandante Arias Cárdenas estuvo de acuerdo con esta breve descripción aportando a la misma que el General Medina había seleccionado un gran equipo de gobierno encabezado por Arturo Uslar Pietri.

La presencia de Klever y la buena impresión que dieron tanto el catire Víctor Hugo como el Comandante Arias Cárdenas, en la reunión sostenida, terminó de insuflar los ánimos para salir de esa asamblea a asumir el gran reto de organizar en la región centro occidental un equipo ganado para la idea de construir una alianza cívico militar que abriera la posibilidad real de tomar el poder, sobre todo, a quienes pertenecieron al PRV- FALN- RUPTURA, y también militares que en el proceso iban apareciendo como los capitanes: Francisco Ameliach, Kliver Alcalá Cordones, Antonio Rivero, Valera Rumbos. Todos del ejército. Este recorrido mental inevitablemente, me llevó hasta el 4F, el grupo que habíamos logrado organizar y concentrar en Barquisimeto, no pudo accionar el plan concertado porque el encargado de llamarnos para la iniciación del mismo, el comandante Arias Cárdenas, lo hizo muy tarde, cuando más bien pensábamos que la operación se había suspendido. El encargado de recibir la llamada Orlando Garrido (el chicha) nos informó después de las 11 de la noche, era imposible desplegar el plan sobre todo el contemplado para Yaracuy y Carora, donde se tenía previsto la movilización de unos tanque que estaban en el fuerte Manaure, por unos oficiales conectados con el plan. En esta acción comandada por el comandante Hugo Chávez hubo muy poca participación civil.

Los que estábamos en bqto, concentrados para esta acción fallida, aprovechamos para reunirnos en el parque del este y ver que íbamos hacer después de esta derrota. Víctor Hugo, nos comunicó que él tenía contactos, que podíamos organizar un segundo intento de tomar el poder con el mismo esquema cívico-militar. Propuso que algunos nos ubicáramos en caracas, para garantizar la comunicación fluida con los comandantes presos .Decidimos Víctor Hugo, Wilfred Vargas, Amado Bustillos (Renán) y mi persona, ubicarnos en Caracas. Allí contactamos a Eduardo Garrido quien sumó algunos camaradas a este plan. Efectivamente nuestro centro de operaciones fue Caracas y de allí desplegamos todo el esfuerzo abarcando la región centro occidental. Fueron nueve meses de trabajo intenso, contactos, reuniones con civiles y militares, Caracas, Aragua, Carabobo, Yaracuy, Portuguesa, Lara, Táchira. Aun cuando en esa labor de captación preservábamos las medidas de seguridad, sobre todo con los militares que se iban sumando al plan, tuvimos un tropiezo muy fuerte con un teniente de apellido Ramírez, que nos presentó Kliver Alcalá a Timoteo, Eduardo Garrido y mi persona, nos dijo que era como un hermano, de toda su confianza. Lo invitamos a una reunión en la residencia del camarada Tortosa, donde Jesús López, detectó que el armamento que poseía no era el que comúnmente usan los oficiales de la fuerza armada. Nos comunica dicha irregularidad y suspendimos de inmediato la reunión.

A los pocos días el apartamento de Tortosa fue allanado, igualmente donde vivía Eduardo Garrido y otras casas ubicadas al oeste de Caracas. Esto sumado al incidente donde unos compañeros reunidos en un restaurante cercano a Cabudare (Lara), detectaron que el mesonero era un funcionario de inteligencia y luego se produjo el allanamiento donde teníamos enconchado a Eliezer Otaiza y seguidamente se produjo la detención de Ignacio (nacho), quien era directivo de la ruta 13 de Barquisimeto, y había dado un apoyo logístico importante; pero la situación más preocupante fue la desaparición del comandante de la Aviación Pedro Soto, quien por su cercanía al entorno presidencial, llevaba el peso de la operación, había prometido capturar al presidente Carlos Andrés en una acción que se podía coordinar, porque según él tenía acceso a sus movimientos. Por estas razones el plan tuvo que precipitarse y su triunfo iba a depender de la fortaleza y la sincronización de la fuerza aérea, la armada y el ejército más el papel que los civiles tenían en el cumplimiento de las acciones encomendadas. Por esa razón esa madrugada cuando nos dirigíamos a la reunión, previa a las operaciones, las avenidas lucían totalmente solitarias ni siquiera presencia policial se observaba.

Alrededor de ocho horas duro la toma del peaje, había más de 100 prisioneros, de los distintos componentes y cuerpos policiales. En un principio nuestro armamento fue escaso pero al cabo de cierto tiempo nos fuimos apertrechando con armas largas y cortas. Construimos un escudo protector con una gran cantidad de vehículos, camiones y gandolas que nos protegía de cualquier ataque, sin embargo tiradores situados en un ángulo semi descubierto, iniciaron ráfagas contra el puesto, el Capitán Ameliach y mi persona nos cubrimos detrás de un camión y observamos que Rafael Uzcategui trastabilló, enseguida lo fuimos a auxiliar y milagrosamente los impactos de bala chocaron contra varias cacerinas que guardaba en una mochila, sin ocasionarle ningún daño. Al poco rato un vehículo con placas de la gobernación de Valencia embistió contra los camaradas situados en la isla de salida hacia Caracas, logrando Magolla neutralizarlos, disparándole una ráfaga corta hacia los cauchos del vehículo, sin impactar los pasajeros. Cercano a las 11 de la mañana, estando de guardia con José Garrido, Carlos Gomes y Aníbal Vásquez, con soldados tendidos apuntándonos, un mayor del ejército pidió hablar con nosotros.

Fabián designó a JR, quien se desplazó con paso firme y decidido hasta donde estaba el oficial, muy cercano a donde nos encontrábamos, siendo el oficial muy concreto, dándonos media hora para despejar la vía o si no tenía órdenes de atacar el puesto. En un intercambio rápido de ideas decidimos retirarnos porque con casi 8 horas controlando el peaje por donde supuestamente iban a pasar los prisioneros de yare y no había sucedido, no tenía sentido continuar allí. Observamos que los compañeros empezaron a abandonar las posiciones. Fabián, Juan de Jesús y JR abordaron una ambulancia que estaba cercana al peaje, Dimas, Uzcategui, Triana, el guaro y mi persona abordamos un vehículo, pero avanzamos unos metros y nos dimos cuenta que esa vía de retirada ya estaba bloqueada por la Disip, teniendo que abandonar el carro. Uzcategui y Triana bajaron hacia una quebrada cercana y nosotros tomamos el cerro donde fuimos sorprendidos por una unidad del ejército. Terminando estos recuerdos, empezó a oscurecer, disparos y sobre todo ráfagas se oían permanentemente en los alrededores, inicié la marcha hacia la autopista regional del centro. Entre pavimento y monte avanzaba lentamente, cuando se asomaban luces de vehículos me zambullía literalmente en el monte.

El desalojo del peaje por parte de las fuerzas gubernamentales terminaba de comprobar mis sospechas de que el plan general había fracasado, me llamaba la atención que solo dos aviones tucanos habían sobre volado la zona, cuando en la fuerza aérea teníamos cifradas las esperanzas, debido en la presencia en el plan del General Visconti y el Coronel Jorge Garrido, aunque lo más conveniente, era concentrarme, tratar de salir de la zona, cortar los recuerdos, llegar a Caracas y tratar de informarme de todo lo acontecido en el país, aprovechando la noche, que en ese momento, era mi mejor aliado. A pesar de las circunstancias, el cansancio, la posible derrota y la lesión en un pié, sentía un gran alivio y satisfacción, porque casi todos los convocados para esta operación, curtidos en un proceso de lucha de muchos años, con gran disciplina, entereza y amor por los más desposeídos, se presentaron sin titubeos a cumplir con la palabra empeñada para esta acción y seguramente los pocos que faltaron fue por alguna razón de fuerza mayor que les impidió asistir.

UN HONOR Y GLORIA PARA QUIENES YA NO ESTAN CON NOSOTROS FISICAMENTE Y LO DIERON TODO EN ESTA OPERACIÓN.

ELEGIDO SIBADA (COMDTE MAGOYA)

PEDRO TRIANA

FREDY COVO (J.R)

EULIDES MUÑOS (EL GORDO)

ALEXANDER DOMINGUEZ

ANIBAL VASQUEZ

 

ramonher51@yahoo.es



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