La interrogante surgió como un estornudo ante la avalancha de acontecimientos con que la pasada semana y, en general, los últimos tiempos, nos han inundado.
En efecto: la sentencia a Cristina Fernández de Kirchner, la tragicómica situación peruana de intercambio de golpes del estado entre el Congreso y el Presidente Castillo, la eliminación de la policía moral en Irán luego de varias semanas de intensa movilización popular, la autorización norteamericana a Chevrón de continuar sus operaciones en Venezuela, el primer acuerdo Gobierno-USA-oposición G4 para desembolsar una millonada (poquito en relación a los recursos nacionales secuestrados), el brinco terrorífico del dólar y de la inflación en el país, etc. Ciertamente, la ametralladora de noticias nos deja con una taquicardia.
Por otro lado, se van afianzando ciertas tendencias: el alargamiento de la guerra Ucrania-Rusia que algunos interpretan como frustración de los objetivos de Putin, la nueva alineación internacional en torno a China con esas carantoñas interesantes como las de Arabia Saudita e India, la combinación de recesión e inflación en el sistema mundo capitalista, el crecimiento de una nueva ultraderecha en varios países del mundo mientras en Estados Unidos continúa Trump jodiendo incluso habiendo en suspenso la anunciada "marea" republicana en las elecciones norteamericana, etc.
Las tendencias históricas son solo generalizaciones que hacemos los que observamos los hechos y tratamos de darle algún sentido. Quiero decir que no son necesarias, sino contingentes; podrían no ocurrir, y si ocurren, no es a causa de alguna "ley de la historia". La búsqueda de sentidos a la historia, o a la misma vida, lo que los profesores de filosofía llaman teleología (de "telos" finalidad, "logía" estudio) es tan solo un eco de antiguas tradiciones religiosas, como el manido apocalipsis, origen de tantas sectas inventadas en los Estados Unidos, según el cual a todos nos espera un Juicio Final, o la creencia en la Providencia Divina, algún plan que un Ser Superior haya tramado por caminos misteriosos y sobrenaturales. Ya pensar que la Humanidad marcha toda en el sentido fatal del Progreso, es un resto de esa antigualla ideológica o teológica, que es lo mismo.
Pero la disipación de las teleologías, incluida la marxista-leninista-stalinista que reducía la complicada y sorprendente historia de los seres humanos en una secuencia de lo más predecible y que siempre tiene el final feliz de la sociedad sin clases y sin Estado, no hace más que incrementar el desconcierto y la incertidumbre, sentimientos ciertamente muy incómodos. El grito de la bestia herida, el "corazón de un mundo sin corazón", debe ofrecer un juicio justo cuando el realmente existente es injusto. Por eso ya es repetido el recurso al "Juicio de la historia" cuando la Fiscalía es implacable y demuestra que uno hizo un extraño movimiento con unos milloncitos del erario público, como es el caso de la señora Kirchner.
Ante esto hay varias actitudes posibles. Una, es la de la "solidaridad automática". Es la más cómoda, y para ella disponemos de lugares comunes excelentes y hasta de palabritas de recién invención. que dan un aire actualizado a los juicios. Por ejemplo: los jueces que condenaron a CFL son "corruptos", "agentes del imperialismo", "enemigos del pueblo", realizadores de un "lawfare". Otra variante de esta solidaridad automática es la "empática con el presidente". Pobrecito Nicolás. Es verdad que irrita un poco que evidentemente no vamos hacia el socialismo prometido, sino en sentido contrario, o más claro, que estamos en el neoliberalismo maldito; pero ¿alguien pudo haber hecho otra cosa? ¿El capitalismo acaso no castiga a los quieren salirse de él? ¿Acaso Nicolás era Chávez? Ni el mismo se creía a su altura. Hizo todo lo posible. Le ha echado un camión. Ponte en sus zapatos. Todo un Clodovaldo Hernández, pues.
La situación peruana es terrible, sobre todo porque, al parecer, no hay hueso sano entre los políticos de ese país. Castillo luce desorientado, torpe, alejado de la realidad, para decirlo suavemente. El idiota de Dostoyevsky tenía, por encima de su gran ingenuidad, una aguda percepción psicológica. Pero este peruano, parecía que solo tenía, quizás, buenas intenciones y una imagen campesina que sirvió para que las masas pobres del "Perú profundo" lo distinguieran de los evidentes sinvergüenzas de todos los demás partidos y, de ñapa, se sintieran identificados. Encima, parece que el amigo tenía ciertas inclinaciones nepóticas que presagiaban nuevas corruptelas. Ahí, en Perú, ser de izquierda o de derecha no significa nada. Hay como una incapacidad inconcebible y generalizada. Bien me decía una vez el inolvidable Orlando Zabaleta, que había que creer que hay gente bruta y ya. No estarle dando más vueltas sociológicas o históricas. Claro: hay una tendencia histórica a la inestabilidad política en Perú que habría que analizar con mucha más calma y seriedad.
Lo de la eliminación de la Policía Moral en Irán, solo puede provocar nuestro aplauso, sobre todo al movimiento que lo conquistó. Lo de los acuerdos entre el gobierno de Maduro y el gobierno de Biden, estamos de acuerdo con Luís Fuenmayor: solo benefician, en todo caso, a los negociantes. Hasta ahora, pareciera que el que ha ganado más es el presidente norteamericano porque, por ironías de la historia, el petróleo venezolano puede resolverle un problema económico-político-electoral: detener el aumento de los precios del combustible en el país, moderar el malestar con su gobierno y poder aspirar a una reelección. En cuanto a Maduro, ya reconoció de hecho y de palabra que la realización de elecciones con todas las garantías y sin ventajismo, no han sido sus planes desde hace tiempo, y que solo cederá en sus abusos si sueltan las sanciones. Las económicas, pero creo que, en este contexto, adquieren una gran relevancia, las personales. Los amigos quieren viajar por el mundo para disfrutar los milloncitos que han cosechado, por Dios. Los analistas coinciden en que la redacción de la autorización norteamericana a Chevron se presta a múltiples interpretaciones, hasta aquella según la cual Chevron pagará impuestos y regalías, si no directamente, sí a través de las empresas mixtas donde es accionista. Claro, queda abolida la libertad de negociación, cosa que es ilegal y hasta inconstitucional. Pero ¿qué más se puede pedir? dirán los "empáticos". Maduro hace lo que puede y con esos bueyes hay que arar. Peor es nada.
En todo caso, para no hacer tan largo esta columnita: sigue teniendo razón aquel recordado tango de Discépolo: "el mundo fue y será una porquería, ya lo sé"
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Cuando los pueblos interpretan. Ensayo de una hermenéutica política.
El zoológico de Nietzsche. Ensayo filosófico sobre el conocido pensador y poeta alemán.
La bruja y Raskolnikoff. Novela futurista.
La voluntad de poder. Novela sobre una ciudad sometida a una maffia sindical-política
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Marx y Heidegger. Un diálogo posible. Ensayo filosófico.
Muchísimas gracias por adelantado.