El error, la incompetencia y la corrupción como factores históricos

Más allá de mi oficio de periodista, considero imprescindible disponer de una teoría y ciertos métodos considerados científicos para abordar y tratar de entender procesos históricos y situaciones críticas como las de Perú, Venezuela o cualquier país o región del mundo, incluida la global del llamado sistema-mundo capitalista, el único que rige todo el planeta. La propuesta interpretativa marxista me parece muy acertada, quizá la más adecuada, aun considerando que hay múltiples marxismos; pero no descarto a veces tomar en cuenta el instrumental teórico aportado por Weber, Durkheim o casi cualquier variante de explicaciones que ofrecen las ciencias sociales. De entre los marxistas, tengo algunos autores favoritos. Por otra parte, aprecio mucho los análisis de los trotskismos, en sus muy diversas variedades (incluso, a veces, hasta de los "posadistas", que sostienen la tesis, no tan descabellada después de todo, de que serán los extraterrestres los que impondrán a la postre el comunismo sobre la Tierra), porque creo que son los que llevan hasta sus últimas consecuencias lo que llaman un "análisis de clase". Es decir, primero, reducir perspectivas, programas y discursos a los intereses de las clases, que se deducen de la posición de cada grupo en la estructura social para la producción; luego, asumir que las clases y sus fracciones son los personajes básicos de cualquier drama histórico, en el cual se desarrollan los conflictos, batallas, derrotas, conciliaciones y triunfos de cada uno.

Así, un análisis de clase organiza los datos en un esquema básico de un antagonismo central (burguesía contra proletariado, claro), alrededor del cual, en calidad de personajes secundarios, se desenvuelven las peripecias de las demás clases sociales, fracciones, segmentos o categorías sociales, para tomar o administrar el poder, basado en la fuerza, aunque también en su capacidad de convencimiento y liderazgo. Lo que en el contexto de Gramsci se denomina "hegemonía". Visto de esta manera, los procesos se explican con una claridad y hasta una sencillez convincente, por no decir seductora.

Pero la cosa se complica cuando los actores del reparto no dicen los parlamentos ni las acciones que debieran porque estaban en el libreto, sino que como que empiezan a improvisar terriblemente, hasta cometer incoherencias inaceptables e incluso asumen el rol del otro, incluso el del antagonista: por ejemplo, la clase obrera polaca enfrentada al partido del proletariado. Esto hace necesario lo que algunos filósofos de la ciencia llaman explicaciones ad-hoc. Hay varias que han hecho época. Las más notables, entre otras, son las que se refieren al papel de la gran personalidad en la historia, la burocratización del partido proletario, el sustitutismo de clase y el bonapartismo. Vale decir que el azar (y, por tanto, la suerte) no entra ahí, en esas explicaciones, tal vez porque se lo toma como un reconocimiento de la debilidad de la propia teoría.

Un rasgo común de las mencionadas explicaciones ad-hoc, una vez descartados de entrada el azar y la suerte, es que aluden a situaciones extraordinarias. Lo cual nos crea una duda por la repetición de esas "situaciones extraordinarias", que de tanto darse, ya resultan tan ordinarias que casi se convierten a recurrentes, regulares, generales. Por ejemplo, el papel de las llamadas "grandes personalidades". Ahí se articulan dos formulaciones muy marxistas: por un lado, los humanos hacemos la historia, pero a partir de las condiciones que nos legan las generaciones anteriores. Por el otro, los individuos no van más allá de donde pueda llegar la masa de "su" clase. En otras palabras, si estas ahí, en ese lugar y en ese momento, y tienes la posibilidad de hacer algunas cosas por tu cuenta, eso depende de la relación de fuerza entre las clases y los intereses de la clase que "representas". Supongo que con esto Marx trató de superar la noción de su maestro Hegel, quien veía en las personalidades históricas (tipo Napoleón o Cromwel; un latinoamericano traería a colación el inevitable Simón Bolívar) nada menos que la encarnación de la Idea que en ese momento asumía el Espíritu Absoluto que se realizaba en la Historia. Todo muy metafísico y, por tanto, con sendas mayúsculas. Pero una vez dejado atrás al maestro Hegel, las dificultades continúan, porque se explican los factores de por qué aparece un Pedro Castillo, por ejemplo, pero no por qué hace lo que hace.

Las mismas dificultades nos hallamos con las otras explicaciones ad-hoc: el bonapartismo y la "burocratización del estado obrero", usada, la primera, para explicar cómo es que un gobierno se coloca por encima de los intereses de la propia clase (pongamos, la burguesía), atacándola y sometiéndola incluso, para defender el proyecto a largo plazo de esa misma clase, haciendo cosas que parecieran beneficiar a la clase antagonista, con lo cual muestra el Estado una gran independencia de todas las clases; mientras que la tesis de la burocratización del Estado Obrero, usada a propósito de la URSS "estalinizada", pretende explicar cómo es que un grupo de burócratas toma el poder en sustitución, no solo de su clase (o sea, supuestamente el proletariado), sino de su propio Partido (que se supone es el grupo más consciente de los intereses de la clase). Aquí el marxista consecuente (por antonomasia el trotskista, con todos mis respetos) tiene que echar mano de otras explicaciones ad hoc: el retraso de las fuerzas productivas (lo cual nos mete en otros dilemas de la teoría, porque ¿entonces solo se puede evitar esa burocratización haciendo la revolución en un país "desarrollado"? ¿Y eso no nos pone "eurocéntricos"? ¿Y por qué las revoluciones hasta ahora solo se han dado en países "atrasados"?) o, incluso, en el misterio de la maldad de Stalin (o sea, la personalidad histórica) o el trauma psicológico enrevesado de Bujarin.

La principal dificultad, insistimos, de estas explicaciones ad-hoc es que la repetición de las tendencias y la similitud de los hechos, parecieran indicar que no nos hallamos con excepciones de la regla, sino con la propia regla no reconocida. Es decir, no es que en ciertas circunstancias el Estado (burgués, se entiende) adquiere independencia de los intereses de las clases presentes, usando un discurso nacionalista y apelando directamente a las masas; no es que en la URSS, China, y un largo etcétera, el Estado obrero se burocratizó, sino que, hasta ahora, siempre es lo que ocurre, lo cual convierte la situación en una constante que requiere de una explicación del mismo nivel de generalidad de la teoría.

Todo esto es para decir, simplemente, que las equivocaciones y los errores (o sea, las estupideces y las brutalidades), así como la incapacidad de los dirigentes (asunto muy personal y que no tiene que ver con la lucha de clases) y la corrupción (como tendencia que, a estas alturas, no parece meramente circunstancial), son factores históricos que explican enredos históricos como el del Perú actual, el "progresismo" latinoamericano, si no de otros acontecimientos de la arena política mundial.

Claro; puede explicarse lo errático del comportamiento de Castillo en la designación de su gabinete, la inoportunidad de algunas decisiones y nombramientos, la incoherencia e inconsistencia de su programa, los errores de las decisiones puntuales, etc., por la historia de la izquierda peruana, de los políticos peruanos, y hasta de toda América Latina. Pero es indudable que aquí, el rol de las "personalidades históricas" es clave. Otro ejemplo: si Chávez no se hubiera muerto en 2013 ¿habría ganado con tan pocos votos la presidencia? ¿Se habría paralizado en los años consiguientes en lo que se refiere a las políticas económicas como hizo Maduro? ¿Qué políticas económicas habría implementado apenas recibir el trancazo de la baja de ingresos petroleros? ¿Habría mandado al exilio, dorado o no, a algunos colaboradores de gran confianza? ¿Habrían tenido éxito los intentos de lobby ante Trump que inició Maduro, pagando unos lobbystas con una sustanciosa suma? ¿A cuánto estaría el dólar? ¿Estaría igual el drama de la caída de los sueldos y las pensiones de los jubilados? ¿Estaría Chávez celebrando la licencia de Chevron? Claro todo eso es ciencia-ficción y, como tal emocionante. Por eso, mejor lo dejo hasta aquí.



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Jesús Puerta


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