La falta de una alternativa que sirva como una salida efectiva al pueblo venezolano para terminar con la actual pesadilla implantada por la fracción madurista, hoy en una relación de asociación/rivalidad con la casi totalidad de la oposición de derecha para someter juntos al pueblo venezolano a vivir una agenda dentro de un capitalismo desastroso que destruye los proyectos de vida, pues esta ausencia de alternativa coloca en el centro del debate político la pregunta ¿cómo elevar entonces a ese inmenso sentimiento nacional que se denomina chavismo, que potencialmente dispone de amplias posibilidades de convertirse en una opción electoral concreta, a salir del ensimismamiento y pena, que adquiera conciencia y sienta la necesidad de prepararse para transformarse en una opción de poder real, y ser nuevamente gobierno para retomar el camino de la transición hacia una sociedad más justa y libre?
Es precisamente en esa potencialidad que deben concentrase todas las energías políticas de ese arcoíris de fuerzas sociales en resistencia, que en menor o mayor grado, se han venido identificando con el chavismo como el modelo de un proyecto histórico de liberación social y nacional pero que en la actualidad están atrapadas en la atomización y no encuentran por ahora el camino de la articulación orgánica y unidad de propósitos.
Es decir, todo el quehacer político práctico o intelectual que desarrollen estas fuerzas no puede estar dedicado a otras tareas que no sean aquellas que exclusivamente apunten a coordinar y capitalizar a su interior la necesidad y voluntad para reorganizar al chavismo y transformarlo en una poderosa herramienta que le sirva al pueblo venezolano en la transformación y superación revolucionaria de la desastrosa realidad actual por una donde se levante del suelo a la producción nacional, al sistema público de salud y a la educación entre otros objetivos.
Es necesario que un chavismo ya convertido en fuerza política orgánica recupere toda la simbología de la democracia popular y socialista que le fue arrebatada por la fracción madurista para deformarla y exponerla al desprestigio. Y ese rescate debe hacerse hoy debatiendo en la calle y en las redes para desnudar la falsedad del madurismo.
Simultáneamente también demostrar que la oposición de derecha socia del madurismo en la actualidad, no persigue otra cosa sino recuperar el gobierno para repartirse las riquezas naturales del país y regalarlas a precio de "gallina flaca" a las transnacionales capitalistas especialmente a las norteamericanas tal cual lo hacía en el pasado.
Ni el madurismo ni la oposición de derecha pueden y tienen un proyecto de país democrático y popular, lo que sí han demostrado tener es la disposición de reducir la inversión social en salud, educación y en el desarrollo del aparato productivo nacional, y por el contrario entregarle los recursos económicos a los empresarios de maletín, familiares y allegados para enriquecerse como clases burguesas parasitarias montando casinos discotecas y eventos orgiásticos y burdeleros mientras la vida del pueblo venezolano se destruye y cae a pedazos.
En la agenda diaria de los revolucionarios venezolanos debe estar subrayado que la tarea más importante al levantarse todos los días es reanimar y reorganizar al chavismo como una fuerza social de liberación, y una vez logrado ese objetivo supremo, ponerse a trabajar entonces en la convocatoria de un gran frente nacional en torno a un programa poscapitalista para reconstruir el país, uno donde quepan todos los desposeídos por el capitalismo madurista y de la oposición de derecha, para que dejen de serlo y se conviertan en ciudadanos con derechos y deberes, un país donde el trabajo, la educación y la salud pública sean la base del desarrollo nacional.
A los efectos de que sirva para el análisis y diseño de un plan de acción es importante tener en cuenta que la crisis política venezolana está inmersa en una profunda y estructural crisis civilizatoria mundial. En este sentido, se perfilan tres escenarios futuros: una globalización neoliberal más autoritaria y depredadora, un capitalismo neokeyensiano refuncionalizado por el capital financiero global y una posible transición poscapitalista. Los socialistas revolucionarios venezolanos nos corresponde concentrar todo nuestros esfuerzos por hacer realidad el tercer escenario con la conciencia de que ello será posible si los trabajadores latinoamericanos y norteamericanos llegan a ponerse de acuerdo en hacer una revolución continental de lo contrario no se podrán superar los límites del capitalismo subdesarrollado y dependiente suministrador de mano de obra esclava, barata y de materias primas.
En resumen, si la tarea más urgente hoy es la de transformar el sentimiento chavista en una opción de poder, en ese caso la tarea estratégica que le corresponde cumplir las fuerzas populares en resistencias identificadas con la revolución bolivariana, es deslastrase de algunos obstáculos políticos que entorpecen conseguir las maneras de articularse y cumplir con el objetivo.
Lo contrariamente negativo es abandonarse a la simple espera de que las condiciones subjetivas se alineen a las condiciones objetivas lo que se asemeja más a un vivir guiado por el horóscopo y no a lo que debe ser un pensamiento revolucionario crítico. Por supuesto, la posición más cómoda es mantenerse en la quejadera y criticadera y dedicados a hacer diagnósticos y pronósticos. Necesitamos movilización y acción, se requiere un verdadero plan de acción-reflexión- acción. Si una tarea hay que repetirla porque los resultados no eran los esperados no queda otra, hay que volverla hacer tratando de superar el error hasta lograrla. Pero hay que comprometerse a llevar a la práctica las cosas que nos planteamos y luego veremos lo que ha de corregirse.