Conciliación de clases y stalinismo II

El PCV: del oportunismo de derecha al ultraizquierdismo guerrillerista

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Estos artículos sobre la historia y la política del PCV, no tienen otra intención que contribuir al debate sobre la naturaleza socialista de nuestro proceso revolucionario, así como sobre los métodos y las orientaciones de clase más adecuadas para avanzar efectivamente en esa dirección, y lograr que definitivamente los trabajadores y el pueblo ejerzan el poder político en nuestro país.

Están dirigidos esencialmente a los jóvenes y honestos militantes de base y cuadros de dicha organización política, así como a los miles de nuevos activistas y luchadores obreros y populares que recién comienzan en estas lides, y que han sido artífices en las derrotas que el pueblo le ha propinado en los últimos años a la burguesía venezolana y al imperialismo.

Buscan, además de profundizar la discusión política sobre la revolución venezolana, dar a conocer algunos elementos de la historia del PCV y de su actuación política contemporánea. Pero no como un mero ejercicio de reconstrucción histórica, sino para arrojar luz sobre la política para profundizar el proceso revolucionario actual, y reivindicar la independencia política de los trabajadores y el pueblo, frente a las tesis “frentepopulistas” y de colaboración de clases, propias del stalinismo y de la mayoría de las corrientes reformistas de izquierda.

1962-1965: putchismo militarista y foquismo

Para resumir lo afirmado en el anterior artículo, como dijera una investigadora venezolana sobre la etapa que va de 1958 a 1959: “Pareciera evidente, pues, que el comportamiento del PCV después de la caída de Pérez Jiménez se separaba de la experiencia histórica de Lenin (y de sus formulaciones políticas) a pesar del reclamo de “leninismo”. Lo que sucedía en realidad, es que en la conciencia teórica del PCV y de la gran mayoría de ls partidos comunistas del mundo, desde mucho antes de 1957, el “leninismo” se había transformado en una “doctrina” que, en numerosos puntos, se separaba significativamente de la obra y del planteamiento de Lenin.”

Después de la aplicación de la llamada “unidad nacional” entre 1958 y 1959, la dirección del PCV dio un bandazo ultraizquierdista, característico de los aparatos stalinistas en el mundo. Luego de la política oportunista de colaboración de clases que los llevó a apoyar a Larrazábal, intentaron exorcizar su “error” dando un giro de 180 grados hacia una política aventurera y guerrillerista, que de alguna manera intentaba reproducir mecánicamente la lucha del Movimiento 26 de Julio en Cuba.

Primero transitaron junto al MIR el camino de las sublevaciones militares, completamente asiladas de las masas y de las huelgas y movilizaciones, las cuales se concretaron en los desastres políticos y militares que significaron los levantamientos de las bases navales de Carúpano y Puerto Cabello, en mayo y junio, respectivamente, de 1962.

Es bueno recordar que entre 1960 y 1962 se produjo el nivel más elevado y generalizado de luchas y conflictos obrero-populares. En ese período AD se dividió en dos ocasiones; en octubre de 1960 estalló una huelga general en la UCV. Ese mismo mes se declaró una huelga en la CANTV, mientras continuaban las movilizaciones estudiantiles y las barricadas en muchos barrios de Caracas y otras ciudades. En enero de 1962 se inicia una huelga de transportistas en Táchira que luego se extiende a todo el país. Y mientras los trabajadores, los estudiantes y el pueblo se movilizaban, enfrentándose en las calles a la represión del gobierno de Betancourt, el PCV y el MIR buscaban atajos militaristas alejados de las luchas que entablaba el pueblo en aquellos días. En lugar de profundizar las huelgas y movilizaciones estudiantiles y populares, apoyándose en su gran prestigio, en ser la dirección del movimiento estudiantil y una de las principales fuerzas en el movimiento obrero, el PCV entró progresivamente en una tendencia que privilegiaba las acciones armadas alejadas de las luchas cotidianas del pueblo. Esto marcó el comienzo de un viraje definitivo hacia el foquismo guerrillero.

El PCV y el MIR desde 1962 comenzaron a sacar sus cuadros y activistas del movimiento estudiantil, de los barrios populares y del movimiento obrero, para enviarlos a la guerrilla rural, en un país cada vez más urbano, cuyo epicentro de luchas y movilización eran sus principales ciudades.

En momentos en que el PCV crecía aceleradamente entre la juventud y diversos sectores sociales, mientras obtenía triunfos en importantes sindicatos, oportunidad propicia para tener una política de organización y de movilización del conjunto de las masas explotadas, y de potenciar los organismos de poder dual que comenzaban a surgir en algunas comunidades populares, optaron por alejar a sus dirigentes obreros y estudiantiles de este proceso para adoptar una táctica aventurera y ultraizquierdista, que pretendía repetir mecánicamente el proceso de la Revolución Cubana. Se materializaba así la otra cara de la moneda: del oportunismo de derecha, expresado en la política de la “unidad nacional” y el apoyo al gobierno burgués de Larrazábal, sin solución de continuidad se saltaba al ultraizquierdismo guerrillerista.

Métodos ultraizquierdistas y política reformista

Pero esta táctica aparentemente muy radical en los métodos, tenía su contrapartida en un programa y una fórmula de gobierno que le daba continuidad a la concepción de colaboración de clases que el PCV había sostenido durante 1958-1959.

La dirección del PCV extrajo a miles de activistas y luchadores obreros, populares y estudiantiles, de sus espacios naturales de dirección y participación en el movimiento de masas, a la aventura de la guerrilla rural, aislándolos de los procesos de lucha y movilización que se producían en los principales centros urbanos del país, pero esta táctica radical en los métodos nunca tuvo como objetivo la construcción del socialismo, sino en un futuro indeterminado, después de cumplir una supuesta etapa democrática. Fiel a la concepción stalinista de “revolución por etapas”, reñida absolutamente con la tradición marxista-leninista, el PCV planteaba en 1961 en las Tesis Políticas del XXV Pleno del Comité Central que la revolución en Venezuela tenía un carácter “antiimperialista y antifeudal”. En pleno siglo XX, a pocos años de que el hombre llegara a la Luna, la dirección del Partido Comunista consideraba a Venezuela un país “feudal”. Y en las Tesis Políticas del III Congreso, realizado en marzo del mismo año, planteaban: “la revolución venezolana está dirigida en este momento histórico contra el imperialismo y el latifundismo y no contra el capitalismo y la propiedad capitalista e general, puesto que en la actual etapa de desarrollo económico-social venezolano el capitalismo, tiene todavía un carácter progresivo”. Para el PCV el capitalismo era ¡progresivo! Tamaño absurdo explica que no plantearan el socialismo como salida, y que se afanaran en buscar militares “progresistas”, burgueses “nacionalistas” o terratenientes “democráticos”, con los cuales conformar un “frente patriótico”, para cumplir una primera etapa democrática, postergando para un futuro incierto e indeterminado la lucha por el socialismo. Tanto supuesto radicalismo guerrillerista para llevar a miles de jóvenes activistas a luchar por un objetivo reformista y limitado, que no hacía más que reafirmar su concepción de colaboración de clases.

miguelaha2003@yahoo.com
www.miguelaha.blogspot.com


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Miguel Angel Hernández

Profesor de Historia en la UCV y miembro del comité impulsor del Partido Revolución y Socialismo. Como marxista, Hernández aboga por el definitivo rompimiento con el capitalismo en Venezuela y por la construcción del socialismo.


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