João quiere que el socialismo nos iguale hacia arriba

Esta mañana me fui para el abasto para ver si habían llegado las sardinas. Perdí el viaje. Pero no del todo. Aproveché para intercambiar algunas ideas con mi amigo João, el encargado del negocio:

 

—¿Qué más João? ¿cómo están las ventas?

 

—“Mal. Todavia a mercancia não chega” —me habla a su manera—. ”Por isso as vendas diminuem”. 

 

—João, yo pienso que la mercancía no te llega porque los empresarios la acaparan para poner a la gente a pasar hambre, y luego culpar al gobierno por la escasez. ¿No crees?

 

—“Acho que não” —me responde— “O governo comunista de Chávez nivela por baixo: toda a gente pobre”.

 

—¡Ah si! —exclamo— ¿Tú lo que me quieres decir es que el comunismo nos iguala hacia abajo, y todos vamos a pasar trabajo?

 

—“Sim” —confirma—. “Para o governo é mais fácil nivelar por baixo que nivelar por cima” —y agrega— “Em Europa, os governos sim nivelaram à gente por cima. Como deve ser. Sim amigo. Porque no mundo, quem nada tem, nada é. Você comprende?”

 

—Si si João, claro que te entiendo. ¿No te veo pegado a Globovisión cada vez que vengo a comprar? —y me despido— Bájale el volumen al televisor. Avísame cuando te lleguen las sardinas.

 

Camaradas, no insistí. Lo tuve que dejar de ese tamaño. De otro modo, hubiese tenido que vencer, al mismo tiempo, a la televisión y al idioma del encargado del abasto. Al final no me creyó lo del acaparamiento. Además pude percibir que João tiene la idea de que en Europa a los pobres los igualaron hacia arriba. O sea, que los trabajadores recibieron suficientes beneficios socioeconómicos, y Europa se convirtió en una sociedad con una amplia clase media. Por lo anterior, es que João no ve razón alguna para que eso mismo no se haga aquí en Venezuela.

 

Eso fue lo que le entendí al encargado del abasto. Y no me sorprendió. Ya había escuchado a profesionales argumentar eso mismo. Pero nunca pensé que esa matriz de opinión estuviese tan generalizada entre distintos sectores de la sociedad.

 

Es verdad. A finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, debido a las continuas demandas de los trabajadores, los empresarios de Europa y los Estados Unidos se vieron en la necesidad de hacer algunas concesiones con sus connacionales. Sin embargo, eso sólo pudo hacerse en perjuicio de nosotros, los que vivimos en estas tierras que los poderosos errónea y despectivamente llaman Tercer Mundo. Si en Europa y los Estado Unidos se mejoró la calidad de vida de los trabajadores, fue a cambio del hambre del ochenta por ciento de seres humanos que habitan en el planeta.

 

El sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein, durante la conferencia que dictó en la “Kyoto Seika University” en diciembre de 1993, nos lo recuerda:

 

«La agenda liberal funcionaba muy bien frente a ellas [clases trabajadoras]. Se les ofreció el sufragio universal (masculino), el comienzo del Estado de bienestar y la identidad nacional. ¿Pero una identidad nacional contra quién? Contra sus vecinos, ciertamente; pero de forma más importante y profunda, contra el mundo no-blanco. Imperialismo y racismo forman parte del paquete ofrecido por los liberales a las clases trabajadoras de Europa y América del Norte, bajo el envoltorio del "reformismo racional"» [1].

 

Así es camaradas. Ahora los trabajadores tenían derecho al voto. Podían participar. Tenían sentido de pertenencia a una supuesta sociedad, y esto los contentaba un poco. Además aumentaron progresivamente sus ingresos con las políticas del bienestar estatal. De modo que, al sacarlos de la indigencia, estaban agradecidos de los burgueses, y en consecuencia, la mayoría aceptaba quedar más pobres que ellos. Pero aquí nos jodimos nosotros. Esto fue fríamente calculado. Los costos de transferirle una parte de la plusvalía a sus trabajadores nos lo cargaron a nosotros vía corporaciones transnacionales, y con bastante sangre, sudor y lágrimas. Y para rematar, crearon la coñoemadre identidad nacional y transnacional blanco-europea. De esta forma, la lucha de clases en Europa y Estados Unidos fue sustituida por la lucha racial nacional y global. Por esta razón es que los escuálidos de origen europeo no abrazan nuestra causa libertaria. Como lo hemos visto, ellos están sumisos al servicio de los intereses del imperio racial.

 

A todo esto le llaman democracia. El más grande de todos los mojones del capitalismo. El liberalismo es una doctrina aristocrática que predica el poder de “los mejores”. Los mejores ahora no son nobles, sino meritócratas. O sea, los más “inteligentes, estudiosos y trabajadores”. Pero no al servicio de la comunidad, sino al de su goce individual. De modo que los liberales buscan el poder aristocrático de los “mejores” para evitar el poder popular, el poder de todos, del pueblo, lo que nosotros llamamos Democracia, con D mayúscula, igual a Comunismo, con C mayúscula.

 

Camaradas, me desahogo con ustedes, porque no es fácil para mí entenderme con João. Ustedes saben, lo del idioma. Cuando vuelva al abasto, prometo que haré un mayor esfuerzo por entenderme con él. Sé que es por el bien de la revolución. Además tengo que llevarle copia de la noticia de la Asamblea Nacional, con relación a la dictadura que nos impuso el imperio en el 2002. Esta noticia [2]  está relacionada con las intenciones que tenía el Gobierno de facto de imponer nuevamente los créditos indexados a la clase media después de que el TSJ había prohibido su aplicación dentro del sistema de ahorro habitacional [3]. ¡Ah! Es que no les he contado. João estaba pagando un apartamento que compró en la Campiña. Y se la pasaba llorando con el cuento de las tasas de interés. Y no me cree que la revolución salvó a la clase media de su desaparición total.

 

Pero João no está contento. Él quiere que el socialismo nos iguale hacia arriba, hacia la clase media alta. Y luego, lo más pronto posible, que nos iguale a todos hacia la alta. Él dice que esa es la Suprema Felicidad Social de la que tanto habla el Presidente. Y que eso se logra facilito con una estrategia desarrollista, y no con una economía social.

 

Me imagino que todo eso lo aprende João viendo Globovisión. Lo que no entiendo es cómo entiende mejor el español de los lumpenperiodistas —porque carecen de conciencia de clase—, que el mio. A veces pienso que se hace el loco.

 

Con relación a la economía de desarrollo necesaria de la que me habla el encargado del abasto, voy a dejar al Che que hable. En una carta que le envía a un compañero, nos alerta:

 

«El subdesarrollo por un lado y la habitual fuga de capitales hacia países “civilizados” por otro, hacen imposible un cambio rápido y sin sacrificios. Resta un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica, y la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande. Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, &c.), se puede llegar a un callejón sin salida» [4].

 

El Presidente de Bolivia Evo Morales Ayma, en su discurso ante las Naciones Unidas, lo expresó con otras palabras:

 

«Los pueblos indígenas solo queremos vivir bien, no mejor. Vivir mejor es explotar, es saquear, es robar, pero vivir bien es vivir en hermandad, y por eso es importantísimo, presidenta, que las Naciones Unidas urgentemente después del decenio de los pueblos indígenas se apruebe esta declaración de los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a los recursos naturales, el derecho a cuidar el medio ambiente» [5].

 

João, si llegas a leer este artículo —debería llevárselo— podrás entender que el progreso sin límites, aquel que los liberales dicen que es inevitable, sólo ha beneficiado materialmente a unos pocos, en detrimento de las mayorías, y de la misma naturaleza. Por esta razón, no podemos igualarnos hacia arriba a tu antojo. Estamos obligados a igualarnos a un nivel que es definido por la naturaleza en beneficio de la supervivencia de la especie humana. Y si ese nivel está por debajo del tuyo, acéptalo, por el bien de tus nietos.

 

Ahora sí me despido. ¡Ah! João, y no se te olvide de avisarme el día en que los desarrollistas sin alma nos perdonen la vida, y coloquen de nuevo la sardina en lata sobre los anaqueles.

 

 

[1] Conferencia publicada por New Left Review, nº 204: "The Agonies of Liberalism: What hope progress?" http://newleftreview.org/?page=article&view=1751

http://www.inisoc.org/Waller.htm (versión en español)

[2] http://www.asambleanacional.gov.ve/ns2/noticia.asp?numn=1722

[3] http://www.tsj.gov.ve/informacion/notasprensa/2002/230102-3.htm

[4] Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba. 

[5] http://www.embajadadebolivia.com.ar/evo_onu.htm

 

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Fernando Saldivia Najul

Lector de la realidad social y defensor de la sociedad sin clases y sin fronteras.

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