Anarquía del neoliberalismo

El pensamiento liberal nació en Inglaterra y Holanda hacia finales del siglo XVII como reacción político-filosófica a los restos feudales presentes en el naciente sistema criminal precapitalista.

Ahí confluyen sentimientos de insurrección sobre la intolerancia religiosa, el absolutismo político y la jerarquía en las relaciones sociales, sentimientos que reflejan en gran escala  las cambiantes relaciones económicas y políticas, desplazadas decididamente en ventaja de la clase burguesa. 

En el ámbito de la economía, el liberalismo económico toma la forma de una corriente de pensamiento que ve el mercado como la institución para la libre manifestación de los intereses y preferencias individuales.

En el curso de la historia del pensamiento económico la corriente liberal ha desarrollado diferentes modelos teóricos, que han sido objeto de cerradas críticas. 

El primer inspirador del liberalismo económico fue el escocés Adam Smith, considerado por muchos como el fundador de la escuela clásica y la economía política. Según la teoría de Smith, la aspiración del mercado como mecanismo de interacción social depende de la posibilidad de  conseguir resultados sociales que van más allá del diseño consciente de cada uno de los individuos en particular. 

El individuo que persigue únicamente sus intereses en el mercado, afirma Smith, es conducido por una “mano invisible” que lo lleva a promover objetivos sociales que superan sus propias intenciones. La mencionada anarquía de los mercados no es un manantial de desorden económico, como se podría pensar, sino el verdadero motor del crecimiento económico y social del neoliberalismo.

Desde el siglo XVIII hasta hoy día el pensamiento liberal clásico ha sido objeto de encendidos debates. La crítica más fuerte ha sido la de Carlos Marx, elaborada por el genio alemán en el siglo XIX y desarrollada posteriormente por diferentes intelectuales, bien sea en el pensamiento económico como en el filosófico y político. 

La crítica de Marx al sistema capitalista y la representación que provee de la economía burguesa no tiene una dimensión puramente económica. En el capitalismo salvaje como en cualquier modo de producción, la esfera económica está ligada íntimamente a las esferas social, jurídica y cultural. 

En una relación dialéctica entre las diferentes formas de comportamiento social, el capitalismo, según Marx, se caracteriza por la creciente importancia de la dimensión económica con la consiguiente imposición de la lógica de la acumulación de riquezas sobre las otras esferas de la vida social. 

La teoría marxista no es por tanto una teoría económica en sentido estricto: ella es por el contrario, una concepción de la historia de la sociedad en su totalidad. 

Vale subrayar, la anarquía de los mercados, que es fuente de crecimiento económico y social para Smith, es para Marx la profunda causa de las contradicciones internas del capitalismo, elevando la búsqueda del beneficio al verdadero y único objetivo: el  económico. 

La leyes criminales del mercado del criminal sistema capitalista impiden la organización del sistema económico en función de las necesidades de la población porque lo somete a las necesidades de reproducción y valorización del capitalismo salvaje, tras la explotación del hombre por el hombre.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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