La revolución no nos puede seguir imponiendo DIDALCOS

Y de DIDALCOS están llenas las gobernaciones y alcaldías. Uno se espanta cuando en nombre de la revolución tenemos que tragar grueso y aceptar a los grandes camaleones que colocan en los altos cargos de este proceso. Más de una vez he sudado frío viendo ejemplares de descomunales rabos de paja al lado del Presidente, sonriendo, aplaudiendo y gritando consignas bolivarianas, y me digo: “es que el pobre Chávez no los conoce”. Al poco tiempo vemos a estos mismos lagartos salir del gobierno con un dossier de inmoralidades a cuesta, y uno respira hondo, “al fin se dio cuenta el Comandante”, pero a la vuelta de la esquina ya vemos a otro internándose en las altas crestas del poder. Uno piensa en Simón Bolívar cuando decía: “Aquí hacen falta muchas cosas, pero sobre todo HOMBRES.” Y eso es lo que más le ha faltado al proceso, hasta al punto que uno se aterra considerando que si Chávez nos falta quién podrá sustituirlo en esta empresa tan terrible, tan inmensa y vasta. ¿Quién se irá, sin él, a ponerse al frente de la política internacional con visión tan profunda y certera? ¿Quién podría oponerse a los gringos con tan buen pulso y contundente verbo? ¿Quién podría mover las masas como él, para desplazar este carro pesado y atascado por tantas miserias del pasado? ¿Quién podría sustituirle en ese infalible instinto político que le ha hecho ganar victorias tan apabullantes?

En faltándonos Chávez podríamos quedar como la Gran Colombia en 1830, a pesar de que entonces todavía teníamos esa constelación de eminentes generales adictos a Simón Bolívar, como Rafael Urdaneta, Pedro Briceño Méndez, Jacinto Lara, Bartolomé Salom, Laurencio Silva, Mariano Montilla, Justo Briceño, Florencio Jiménez,…

Verbo y pulso revolucionario el de Chávez, para sortear tantas emboscadas y viles tramas y crímenes. Para metérsele en la guarida a los traidores enquistados en el Ejército, en la Iglesia, en el empresariado, en la inmensa charca mediática internacional, y vencerlos. ¿Quién podría sustituirlo?

Y esto lo sabe el enemigo que no descansa buscando la manera de eliminarlo.

Así y todo tenemos también que andar cargando con esos bultos tan grises y penosos que se han aprovechado de la imagen del Presidente para montarse en los altos cargos, y que si aquí nos llega a pasar algo, de la manera más alegre y rápida, no lo duden, elllos se irán contra el proceso. Ya yo me imagino al 95% de esos gobernadores y alcaldes, cuadrarse de la manera más desvergonzada, como palomitas o como zamuros de luengas alas, con la reacción si aquí se consigue atentar contra el Presidente y sacarlo del poder. ESO ES EVIDENTE.

Ahora bien, parte del horrible dossier del señor Didalco Bolívar nos habla que fue pieza central en las mil triquiñuelas en las que se vio envuelto Carlos Tablante mientras fue gobernador del Estado Aragua. Siguiendo la moda impuesta por Blanca Ibáñez, fletaba aviones para enviar escolares, como premio, a pasar vacaciones a Walt Disney World, y estuvo fuertemente involucrado en actividades del narcotráfico a través de su hijastro Elías Juan Elía Maarraouí y su esposa Marieta Maarraouí[1]. Nos preguntemos, ¿por qué en nombre de la revolución nos lo hemos tenido que calar por tanto tiempo?

[1] Véase el libro “!... y ellos son inocentes. Historia de una Red de Traficantes de Heroína Asentada en la Gobernación del Estado Aragua”, José Rafael Ramírez, s.f..

jrodri@ula.ve




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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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