En la zaga del socialismo de las cosas más sencillas

Propiedad socialista y solidaridad socialista en la comuna, o nos perdemos

¿Por qué debemos aferrarnos a esta gran posibilidad que nos ofrecen los Consejos Comunales?, ¿por qué hemos de construirlos limpiando bien la tierra y librándola de la mala semilla?, porque esa semilla ha destruido cada uno de los anteriores intentos a lo largo de la historia. En un mundo determinado por la ideología del mercado, en un mundo en el cual la concesión más grande –en apariencia- que hace la clase dominante del Estado es hacerlo aparentar como árbitro justo, cuyo arbitrio debe limitarse lo más posible a garantizar las reglas del juego…sus reglas. En un mundo así, vivir conforme a las reglas del amor y la solidaridad se hace más que necesario, imprescindible. Unas reglas –por cierto- ajustadas y en perfecta armonía con las ventajas de la clase dominante. Unas estructuras que garantizarán "democracia", "igualdad" y "justicia" en un combate desigual entre un famélico y desnutrido contra un peso pesado tipo Mike Tyson. Aquí, el deber moral del Estado debe limitarse a que los contendientes no se peguen por debajo del cinturón y tengan guantes de las mismas onzas. ¿No es esa la más grande de las desigualdades, de la injusticia y del ventajismo?, ¿no se está garantizando que el fuerte siempre venza, eso sí…en "igualdad de condiciones"?

Les echo un cuento: Al comienzo de la década de los 80, el Consejo Nacional de Universidades de Venezuela decidió, como gesto "democratizante", que todos los aspirantes a ingresar al sub-sistema de Educación Superior presentasen: "la misma prueba, con las mismas dificultades, a la misma hora y en las mismas condiciones en toda Venezuela", independientemente de que estos aspirantes fueran, capitalinos o interioranos, pobres o ricos; su argumento fue evitar toda clase de "ventajismo". En medio de la general e irreflexiva aprobación por aclamación del nuevo sistema, las voces de quienes nos opusimos fueron humilladas y satirizadas. ¿Qué se ha logrado con la más "democrática y universal" de las pruebas? Hoy día, las estadísticas son un reclamo lacerante a la estulticia o a la mala leche de los proponentes: A pesar de que en el sistema de Educación Secundaria hay una proporción de 7 a 1 de estudiantes provenientes del Sector Oficial con respecto de quienes provienen del Sector Privado, el 93% de los cupos en las universidades autónomas recaen en los estudiantes del sector privado. ¿Y esto por qué? Porque se olvidan los hechos diferenciales. Hechos diferenciales que la amorosa intuición de la madre aplica, sin reservas, cuidando, ayudando y protegiendo más, al hijo que está enfermo o que es más débil. Ella sabe bien, sin haber ido a ninguna universidad salvo la del amor de madre, quien requiere más de su cariño, su servicio y atención.

El Consejo Comunal tiene que aplicar los principios socialistas que esperamos del conjunto de toda la sociedad. Entre nosotros no puede reproducirse a escala pequeña las mismas aberraciones que esclavizan al pueblo en una escala mayor. En el barrio también se producen estas mismas diferencias: el carajito pequeño, cuarto hermano por parte de madre de sus hermanos mayores, con al menos uno de ellos convertido en su héroe -porque era quien traía la papa luego del arrebatón o el atraco y hoy está en La Planta-, solo en el barrio, en manos de su padre-abuela... ese miño tiene que ser el primero que reciba todos los cuidados de la comuna. A él tiene que llegarle primero que a nadie la justicia.

Impidamos la siembra de la semilla capitalista en la comuna. Que la emisora comunitaria, la empresa que hace los trabajos de albañilería, el taller mecánico, lo que sea… responda al principio de propiedad social, que la plusvalía sea distribuida entre los creadores de ella y no concentrada en una o varias personas, de lo contrario estaremos predicando un socialismo que no practicamos. ¡Cómo resulta grotesco oír esos discursitos revolucionarios por radio o televisión y cuando te preguntas como tiene el camarada organizado el negocio, la franquicia, la patente, todo…todo responde a los mismos criterios que practica Gustavo Cisneros o Lorenzo Mendoza; sólo que el camarada llegó un pelo tarde y es apenas embrionario. Todo te dice que es cuestión de tiempo. Lo que se predica y no se practica es un fraude miserable y punto. Cualquier "negocio" establecido bajo estos parámetros enajena al pueblo, bastará que el propietario no reciba lo que espera y nos dejará sin sus servicios.

Si no sembramos el socialismo allí, en nuestro barrio, con amor, sin las vivezas propias de una sociedad basada en el egoísmo, todo será inútil. Más temprano que tarde se reproducirán entre nosotros los mismos frutos de la mala hierba. ¡Vamos a sembrar solidaridad!, ¡vamos a sembrar el socialismo que queremos!, ¡hagámoslo con nuestras propias manos, con nuestros propios sueños!

martinguedez@gmail.com






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Martín Guédez


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