La negativa del valor trabajo sigue viva, a pesar de los aportes de los economistas Ádam Smith y David Ricardo, connotados apologistas burgueses de una respetabilidad académica comprobada por el propio Karl Marx. Las limitaciones científicas de esos grandes pensadores clásicos en materia de Economía Política quedaron reducidas a creer y sostener que los asalariados venden su trabajo por su valor, o sea no conocieron ni reconocieron el plusproducto, ni el plusvalor. Este reconocimiento fue un logro de los pormenorizados estudios realizados por el citado investigador, K. Marx, un teórico anticapitalista del siglo XIX cuyos descubrimientos socioeconómicos siguen gobernando la literatura internacional de burgueses y proletarios, unos a favor y otros en contra, unos negando su teoría, otros aprovechándose de ella para sobrevivir, y, paradójicamente, unos descubrimientos desconocidos y hasta repudiados u omitidos por los propios beneficiarios a quienes Karl Marx dirigió sus aportes en este asunto de tanta relevancia en la Guerra y la Paz de la humanidad.
Por eso, cuando en Venezuela se afirma que sus habitantes dependemos del petróleo, que su pesada y subproductiva burocracia se financia y costea con cargo al subsuelo mineropetrolero, que el Estado venezolano recibe Regalías e impuestos del concesionario petrolero (hoy convertido en condueño de dicho subsuelo mediante la artilugiosa figura jurídico mercantil conocida como EMPRESAS MIXTAS), cuando escribimos, leemos y oímos tales declaraciones de ciudadanos venezolanos y extranjeros, de connotados académicos nacionales y extranjeros, cuando lo afirman políticos y parapolíticos, docentes y estudiantes, entonces estamos en presencia de una de las mayores mentiras inducidas por los sempiternos negadores del *valor trabajo*, por los saqueadores de nuestro país.
Hacemos un llamado a los trabajadores españoles, canarios, *fenicios* y alemanes, e ingleses y holandeses, chinos, brasileños, argentinos, cubanos, bolivianos, franceses y toda esa gente servidora de los accionistas de la industria capitalista internacional moderna, una industria capitalista que sigue vendiéndose como ayudanta de Venezuela, gente trabajadora de todas las especialidades que hoy están subrepticia o abiertamente representados por el Imperio Norteamericano como factor principal en el control mundial de la Economía universal, para que reconozcan, hoy después de más de 150 años, que sólo los trabajadores del mundo son los creadores de la riqueza que en bienes y servicios útiles para la industria intermedia, para la final, para la demanda final, para alimentar la burocracia nacional, para costear todas las ganancias registradas en las gruesas cuentas corrientes de quienes siguen diciendo que los venezolanos vivimos del petróleo, que somos unos parásitos y corruptos, y vividores, etc., para esconder de esa manera a los verdaderos delincuentes del mundo: a los empresarios mixtos, de hoy, ayer concesionarios de la industria petrolera.
Desde luego que existen los burócratas corruptos, los vividores del Estado, y en número considerable, pero sólo son saqueadores de segundo grado, coaprovechadores del trabajo ajeno, porque debemos reconocer que sólo puede vivirse del trabajo y no de ninguna otra fuente alterna, ya que hasta los primitivos recolectores trabajaron en la recolección misma de los silvestres bienes de entonces.
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