La sensibilidad de muchos compatriotas que apoyan el proceso de cambios que se adelanta en el país, a veces les hace caer en excesos que en nada favorecen el logro de los objetivos que Chávez ha planteado de manera clara. Participar de un conjunto de cambios que muchos llaman revolucionario, y que sin duda tiene elementos de progreso social innegables, no puede ser a costa de sectarismos, de sacrificar tanto la autocrítica como la tolerancia, cuando se trata de seguir sumando y no de restar apoyo a la acción gubernamental. El socialismo que pretendemos construir no puede ser conducido por radicales que consideran que sólo ellos tienen la razón y que todo el país tiene que ser chavista. Eso es exactamente lo que quieren que hagamos los oposicionistas, quienes en su soberbia niegan la legitimidad de la mayoría del pueblo, y pretenden llevarnos a una confrontación que justifique la invasión gringa, después que ellos mismos se han cerrado las puertas electorales.
Precisamente, la fortaleza del proceso se mide en la medida en que seamos capaces de practicar la autocrítica y de lograr que ello sirva para superar nuestras fallas. Y eso incluye al Presidente, porque él también comete errores que finalmente nos cuestan muy caros. Por nombrar sólo un caso que no es el más importante, la baja audiencia de VTV que alguien ha recordado en esta página, y el evidente descontento de varias personas que tienen programas en RNV por ejemplo, coincide con el excesivo protagonismo de Chávez, que conduce a frecuentes interrupciones de la programación habitual. Si en casi 9 años no hemos logrado ministros y gerentes capaces, que puedan hablar en nombre del gobierno, hemos perdido el tiempo. Una revolución no se hace con alcahuetería y si alguien tiene duda, que pregunte a los cubanos. Ser leal al proceso no significa taparnos los oídos y cerrar los ojos ante la incompetencia de la Fiscalía, la invisibilidad de la Defensoría del Pueblo, o la ineficacia de los ministerios y otros organismos encargados de velar por la seguridad ciudadana. Seremos fuertes en la medida en que dentro del proceso podamos denunciar las incompetencias, sin que se nos califique de enemigos, y logremos que el gobierno actuando como un equipo, en si mismo y con las comunidades organizadas, pueda resolver los problemas.
Análogamente, la fortaleza de ésta página radica en que da cabida a todos, incluyendo a quienes apoyamos al chavismo sin ser incondicionales. Pero resulta que basta que alguien afecto al proceso critique cualquier deficiencia en servicios públicos, atribuible a fallas gerenciales y administrativas nuestras; que muestre señales de tolerancia con los factores menos extremistas de la oposición, o que exponga opiniones críticas sobre aspectos ideológicos, para que inmediatamente se le tilde de enemigo del gobierno, desconociéndose de la manera más injusta tanto la trayectoria de las personas, como el derecho a discrepar. Eso ha sucedido, por ejemplo, con Vanessa Davis, Ernesto Villegas, Luís Fuenmayor, el General Müller, el General Baduel y más recientemente con Mireya Mata.
Este último caso es curioso, porque la periodista publica hoy un artículo en Últimas Noticias, criticando las enormes deficiencias en servicios públicos que padece la isla de Margarita, y concluye solicitando el apoyo presidencial para solventar los problemas que se han acentuado con la actual gestión de la oposición. El conductor de un programa meridiano en YVKE simplemente la desacreditó hoy tildándola de opositora, y le echó en cara que gracias a ella, “por su acción divisionista”, Alexis Navarro perdió las elecciones pasadas permitiendo el regreso de Morel Rodríguez. “Por eso no tenemos un gobernador revolucionario”. Como no acepta las críticas de Mata, el referido comunicador termina afirmando que en Margarita no hay problemas graves, así que defiende la gestión “adeca” en curso. ¿Qué tal?
Es decir que el MVR perdió la gobernación de Nueva Esparta NO por la mala gestión del candidato que Chávez se empeñó en repetir a pesar de las advertencias, sino porque se le criticó su deficiente administración favoreciendo al contrario. Con razonamientos como ése, que obligan a la autocensura y promueven el conformismo, en evidente contraste con los avances populares en materia educativa, no creo que se apoye la construcción del modelo socialista venezolano que buscamos.
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