No pongo en duda el valor del debate que recorrerá a todo lo largo y ancho nuestra querida Venezuela analizando uno por uno cada artículo de la propuesta de Reforma. No obstante, estoy persuadido de que el centro de nuestra campaña en el pueblo no puede perder de vista lo que considero el corazón de la propuesta. Se trata de todo el conjunto de la propuesta, dando lugar al debate por artículos una vez asumida esta en su conjunto. La Reforma pone a nuestro pueblo de nuevo ante otra Batalla de Santa Inés. Ganamos –además por mayoría contundente- la Reforma en su conjunto y el proyecto de una transición hacia una Venezuela, Socialista y Comunal, se profundiza y toma cuerpo, o perdemos y se le habrá abierto la puerta a los viejos demonios del neoliberalismo, de la exclusión del pueblo, de la explotación capitalista y de la entrega de la Soberanía Nacional.
Se gana la Reforma en su conjunto o un resultado adverso espoleará, animará y dará aún más fuerza a la conspiración oligárquica e imperialista. No es necesaria mucha imaginación para pensar lo que sería Venezuela al día siguiente de una derrota e incluso de una victoria no contundente en el referendo. Se alborotarían todos los demonios, no estoy seguro de cuántos sacrificios tendríamos que hacer para contener las ínfulas, la soberbia y la sed de sangre y revancha de una oligarquía ciega.
Sin duda, la Constitución Bolivariana resultante de la Reforma no será una Constitución plenamente socialista. Representará sólo una transición entre el marco de infraestructura y superestructuras capitalistas –consagrados aún luego de la reforma- y la estructura general de una sociedad plenamente socialista en la cual la lucha de clases no exista simplemente porque se habrá superado el concepto y la práctica de una clase explotadora de otra explotada. El sentido profundo de los tiempos y las circunstancias obligan a ir hacia el socialismo integral en forma gradual y posible, ese es el carácter revolucionario de esta reforma.
Esta pertinencia de la reforma debe ser por tanto lo fundamental al hacernos presentes en el corazón mismo de las Comunas. El pueblo tiene que sentir, asumir e internalizar hasta las últimas fibras del corazón y la conciencia que sin reforma no hay camino al socialismo. No es cuestión entonces de una Reforma Constitucional cualquiera, no se trata de la modificación de algunos aspectos dentro del marco Constitucional que deban ser cambiados para continuar por el mismo camino, es fundamentalmente un cambio de caminos, una encrucijada en la cual es menester elegir el cambio hacia el Socialismo o continuar por los caminos de la históricamente superada sociedad basada en las relaciones económicas y sus consecuentes superestructuras culturales, religiosas, educativas, etc., de tipo capitalista definitivamente fracasada en todo el mundo.
Insisto en que debemos luchar por todo el conjunto de la Reforma hasta encarnarlo en el pueblo. Insisto también en que una vez alcanzado este objetivo puede y debe darse el más amplio y democrático debate en medio de todo el pueblo. Pero creo firmemente, con la más firme de las certidumbres, que el pueblo tiene que enamorarse del conjunto de la Reforma, tiene que restearse por ella, tiene que asumir su defensa con la misma pasión con que aquel 13 de abril se echó a la calle a rescatar su Revolución y su Presidente. Ese es el desafío que espera a animadores, impulsores, facilitadores, misioneros, y todos aquellos y aquellas que con generosidad y entusiasmo tomen en sus manos la tarea de recorrer Venezuela a todo lo largo y ancho llevando en sus labios y su pecho la defensa del proyecto.
Cierto que siendo la Constitución el Libro del Pueblo y dado que al menos unos 4 millones de venezolanos no comparten -por ahora- el proyecto socialista, debemos agotar todos los esfuerzos por incluirlos y hacer que se debatan todo los aspectos de la Reforma que les puedan parecer inoportunos; cierto además, que debemos enfrentar el hecho de que por estos sectores y desde ellos la rancia oligarquía seguramente atacará el proyecto, pero no es menos cierto, que debemos enfrentarlos con valentía, convencidos de nuestros argumentos, seguros de que la razón está de nuestro lado, y de que –sin eludir ningún debate, antes propiciándolo- en el conjunto de la Reforma, la Revolución Socialista y Comunal así como la esperanza de un mundo nuevo está en juego.
Están en juego todas las conquistas tan trabajosamente alcanzadas hasta hoy. No sólo está en juego el camino hacia la profundización de las conquistas sino las conquistas mismas. En Revolución no hay alternativas, se avanza o se retrograda. Tienen que movilizarse todos los sectores de nuestro pueblo: hombres y mujeres de la tercera edad, pensionados; mujeres hoy protagonistas de su propia vida; jóvenes que por cientos de miles han accedido a la educación; comuneros y comuneras hoy conductores de su propia existencia; todos y todas, sólo el pueblo salva al pueblo y este es su momento. La oligarquía apátrida no dará tregua, tratará de confundir, engañar y manipular, precisamente eludiendo el fondo del problema y afincándose en argumentos parciales que dividan al pueblo. Unidad popular y haremos la Revolución Bolivariana, Socialista y Comunal.
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