Reivindicar la política es un papel de titanes

Es un hecho el desgano que causa en buena parte de la población cuando se habla de política; muchos interpretan el ejercicio de ésta como la mayor expresión de la sinverguenzura, la flojera, la mentira, el engaño y cualquier otro epíteto que se le quiera agregar de carácter despectivo. En Venezuela, en la década de los ochenta, se comenzó a hablar con mucha fuerza de la antipolítica como una forma de “canalizar” el descontento del pueblo. Esta fue una estratagema de la derecha en su discurso por lo que ellos llamaron “la reducción del estado”; se les hizo creer a buena parte de los venezolanos que en la reducción del estado descansaba la panacea a los problemas del pueblo. Es así como con ese cuento privatizan CANTV, la Electricidad y luego se dirigían raudos a la privatización de PDVSA. La petrolera como por cosas de dios, se retarda un poco, dicha privatización, por cuanto en dicha “campaña” de “reducción del estado” y todos los acontecimientos previos, se sostuvo la idea que esta empresa era “eficiente”. El imperio, reposado luego de la caída de URSS, considero factible manejar los tiempos y la estrategia con “vaselina”. Inventaron entonces La “Apertura Petrolera”; ese fue el plan. En medio de mentiras y medias verdades el plan petrolero venezolano se mantuvo sin que le dieran el zarpazo final hasta que llegó Chávez y allí cambió la historia. El imperio descubrió por aquellos tiempos que era más económico mover la mano zurda en los países súbditos que invadirlos, por las consecuencias que esto traía consigo. Siempre cuando las cosas son violentas sale alguien henchido de patriotismo y puede crear problemas, es así como el consenso de Washintong prefiere poner de rodillas a los gobiernos “democráticos” que existen en su patio trasero. Para lograr este cometido le tocaba “acabar” con la política, hacerla banal, inservible, sin espíritu. La izquierda por su parte, atomizada y confundida, saliendo de consuetudinarias derrotas en lo militar y lo político, intentaba con mucha dificultad asirse a alguna ventana para crear el caldo de cultivo necesario, (con ello me refiero a la izquierda que decidió, después de la mal llamada “pacificación”, participar en procesos electorales y jugar con las reglas del sistema, MAS, MIR, PCV, etc); por otra parte quedaron reductos muy pequeños en la retaguardia, que pensaban distinto y estaban más claros de las verdaderas intenciones del imperio, que tampoco tuvieron unas condiciones favorables para realizar una lucha armada. A excepción de Bandera Roja que mantuvo algunos reductos y que más bien perece hubiera sido un plan muy bien montado, (con ello no quiero ofender a centenares de revolucionarios que pudieron haber tenido alguna participación con este movimiento y que hoy se mantienen en el frente de batalla, sin embargo, en lo que ha degenerado Bandera Roja, lo menos que uno puede pensar es que estaba infiltrada hasta los tuétanos). El resto de la izquierda, la que participaba en el campo legal, también cayó en la trampa imperialista. La burocracia, la perdida de los objetivos estratégicos, la táctica de ir conquistando espacios sin tocar el objetivo de “tomar el poder”, fue una máquina de desgaste de un inmenso caudal revolucionario. En estas condiciones prácticamente no hubo forma de enfrentar al imperio y su descomunal poder mediático que incitaba permanentemente a alejarse cada vez más de la política. Hoy podemos darnos cuenta con absoluta claridad el verdadero plan del imperio y sus lacayos; su verdadero objetivo consistía en aislar al pueblo del debate público y del ejercicio de la política. A esta estrategia, hubo otros factores que contribuyeron a la agudización de esta matriz, el boom petrolero de la década de los setenta, esta inmensa renta petrolera incidió en la conformación de una nueva casta burguesa y de una pequeña burguesía con poder adquisitivo que adopto la “américan weiss life” muy a gusto y medró de ese festín petrolero. Todo esto se conjugó contra quienes proponían un país distinto. Quien no quedó aislado y expulsado como un bagazo, fue triturado por el sistema y absorbido por éste y los que no, los que el imperio consideró más peligrosos por su fortaleza ideológica, los asesinó o los desapareció y los persiguió permanentemente hasta aislarlos casi de forma total. En este cuadro, parecía cuesta arriba el establecimiento de un proyecto socialista en la patria de Bolívar. No obstante, cuanto ha cambiado la situación, hoy tenemos una realidad absolutamente diferente. Mientras todo esto sucedía en la calle, dentro de los cuarteles ocurría la siembra de la semilla revolucionaria. Oh sorpresa para el imperio; la famosa escuela de las américas, West point y los “extraordinarios” cursos y talleres de la CIA se fueron al carajo. En el propio centro del monstruo se incubó la semilla; nada más y nada menos que en las entrañas de las Fuerzas Militares surge la semilla bolivariana. Esto corrobora que las ideas son inmortales, allí está Chávez pues y el 4 de Febrero.

Hugo Chávez ha señalado, refiriéndose al inicio de la etapa constituyente, que ésta se desencadenó el 27 y 28 de Febrero del 89. Para esa fecha ya el plan de la “despolitización de un pueblo”, según la derecha, estaba en su máxima expresión y no hay que negarlo el daño hizo mella, tanta, que hoy aún la percibimos. La década del 90 era casi una osadía hablar de política; los partidos destrozados, la desconfianza del pueblo a los políticos cada vez mayor, pero a la vez, este noble pueblo buscaba desesperadamente una vía, la alternativa, alguien que pudiera parar este proceso de descomposición que amenazaba con barrer de un solo golpe todo.

El 4 de febrero y posteriormente al triunfo de los bolivarianos permitió que volviera la esperanza y así llegamos hoy a lo más importante para todo proceso revolucionario y para el pueblo venezolano, construir su partido, el PSUV. Precisamente es lo más importante, con un partido organizado, disciplinado, ágil, fresco, sin las taras del pasado, nos garantizamos la herramienta más importante para la ejecución del plan político socialista. Todo esto requiere de una profunda politización de la sociedad venezolana y en esa dirección todos debemos empujar. Para que el pueblo entienda perfectamente que la política no se contrapone a la lucha revolucionaria, es menester, desde todo espacio formar los cuadros políticos. Sabemos que existen intereses subalternos que tratan de mantener la lucha política en espacios reducidos, en cenáculos y círculos elitescos; eso es precisamente lo que el pueblo debe internalizar y rechazar pero para lograrlo tiene que participar.

El Partido tiene que ser una obra del pueblo de Bolívar, de todos, dejemos a un lado los prejuicios que como dije antes fueron sembrados por la derecha imperial y sus acólitos en Venezuela; no nos dejemos confundir por quienes afirman esta tesis y ven una hecatombe porque se inicia el proceso de politización en todos los espacios de la vida nacional. Para hacer revolución y construir el socialismo es necesario politizar a la población, elevar su conciencia y promover su capacidad de sintetizar lo que ocurre en su ámbito y en el ámbito general. Las respuestas a toda esta campaña que hoy la dirigen abiertamente hacia la insurrección, tiene que ser política. La interpretación de la reforma constitucional debe tener un alto contenido de análisis político, no hay otra forma de construir una sociedad socialista si no se hace política todos los días. Asumir por la calle del medio, sin cortapisas y edulcoraciones el hecho político es hoy una acción de contundencia y corte revolucionario. Echemos al pasado y dejemos en el olvido ese concepto burgués que nos aísla de participar en todo lo que huele a política. Eso si, la política tiene que ser revolucionaria, el comportamiento jamás puede ser igual al partidismo de la cuarta república pero siempre tengamos en cuenta que: Bolívar, Rodríguez y Zamora fueron políticos, la llevaron a la praxis enarbolando la bandera del interés nacional; Cristo el redentor fue político y político radical, hasta el punto que sus partidarios muchos fueron integrantes de Los Celotes, (una organización clandestina que se reunían en las catacumbas), entonces camaradas, el asunto está muy claro, a estudiar, a prepararse, a formarse que la agenda política ahora le toca fijarla a este pueblo; de la mano de su líder Hugo Chávez. ¡Patria, Socialismo o Muerte, Venceremos!

latojeda@gmail.com


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Luis Alberto Toro Ojeda

Publicista. Militante de izquierda. Integrante del Frente Bicentenario de Campesinos del estado Trujillo. Integrante del PSUV.

 latojeda@gmail.com      @latojeda

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