Revolucionarios, elementos obligados a servir a la sociedad

Los revolucionarios, deben de partir que deben realizar todas sus tareas, teóricas y prácticas, de una manera que les facilite al aprender, saber organizarse, agruparse, y al luchar, saber transformar en revolucionarios a sus miembros y al mayor número de personas posible que reconozcan su labor como favorable a la sociedad. Para eso, es imprescindible que se deban a la moral revolucionaria, que es aquella que se fundamenta en la conciencia, en la convicción que la nueva sociedad o humanidad debe construirse haciendo común los intereses del ser humano, que el derecho a la libertad, a la justicia, a la igualdad, a la vida, es supremo y válido para todos, no solo para un pequeño grupúsculo. Toda moralidad asumida al margen de la sociedad humana es un fiasco, una farsa, un engaño, una trampa, una mentira de quienes la pregonen porque resulta ser impracticable.

40 años viviendo en un régimen con su escuela propia enquistada en la practica de ANTI-VALORES, ya que siempre se han guiado por el anti-valor de la inmoralidad de enseñar a la gente con conceptos totalmente deshumanizados,¿Qué clase de hombre puede resultar de esas prédicas que hacen que el común se sienta enemigo del común?: es meterle una psicología barata, una costumbre, una idea que en el mundo, tiene que existir ¡EL CUANTO HAY PA´ ESO!; es decir, personas que no piensan en el colectivo sino en sus propios intereses, su vida particular sin que para nada le importe la vida, las necesidades y el sufrimiento de sus semejantes. De allí que en esta revolución se tenga la obligación de una nueva conciencia revolucionaria vinculada al pueblo y a la lucha contra las injusticias y las desigualdades que crea y sostiene el capitalismo; una conciencia que deseche el egoísmo, el desprecio y que combata al máximo el individualismo y la mezquina y gran insensibilidad social.

Hay que vincular, paso a paso, la nueva conciencia revolucionaria, que no es otra cosa que la educación y el aprendizaje a la lucha constante del pueblo, de los trabajadores contra la antigua sociedad que se sostiene sobre la explotación y la opresión del hombre por el hombre. He allí donde tiene que residir la nueva conciencia revolucionaria: en la disciplina, solidaridad y unidad en las luchas conscientes, y emprendedoras del pueblo por la sociedad digna y justa que este pueblo de Bolívar merece.

El pueblo venezolano debe transformarse en una fuerza consciente, disciplinada de lucha por construir la nueva sociedad. Debe forjar verdaderos revolucionarios vinculados y subordinando su papel, su instrucción, su educación y su formación a la causa suprema de su pueblo: la justicia y la libertad para todos. No se trata de dedicarse a dictar discursos, que satisfagan al pueblo, pero quedándose íntegramente en frases sofisticadas de moralidad; y que al salir de dictar ese discurso, desarrollan el burocratismo hasta formar una casta que se chupa y desangra las venas de la revolución en perjuicio de la sociedad. Se requiere luchar con conciencia y disciplina por contribuir lo máximo posible en la gestación de un nuevo orden social.

La nueva conciencia revolucionaria, que no es otra que: la educación, la disciplina, y la lucha constante por el proceso revolucionario, no deben limitarse a hacer una sola actividad, tenemos que realizar un pool de actividades que vayan en beneficio de la sociedad en general, importándonos nada el color por quien simpaticen. La nueva conciencia revolucionaria debe ser una fuente germinadora de lucha contra la explotación y la opresión del hombre por el hombre y eso se logra insertándosela al pueblo, para obtener la producción que todos queremos, y que la administración de esta producción se socialice, determinando la vida digna, que siempre nos han negado. Los jóvenes revolucionarios venezolanos y del mundo deben ser y dar el ejemplo, de organización, disciplina y unión al máximo posible a la generación emergente por un nuevo devenir histórico.

El revolucionario debe aprender, conocer y hacer sus nuevas tareas; unirse y marchar con su pueblo para cumplirlas; vinculando su educación, su instrucción y su formación al trabajo creador al pueblo en la construcción de una nueva forma de vida social, cuyo contenido sean la disciplina, la justicia, la libertad y la solidaridad humana. A mi gran pueblo venezolano quiero decirle, que es obligación de esta revolución de manera disciplinada cumplir su papel, y que sea realmente creador y próspero. Sólo así el poder popular conductor del proceso revolucionario merecerá ser considerado como digno de su tiempo, de su espacio, de su obra y de su pensamiento.

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José Antonio Velásquez Montaño


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