Si Jericó no se hubiera vencido, la Tierra Prometida, habría seguido siendo sólo eso, sueño, ilusión y promesa. Pero Jericó era sólida e inexpugnable, ¿cómo podría el pueblo vencer lo imposible?, ¿cómo derrotar una ciudad fortificada con sólo palos?, debe haber sido todo un espectáculo aquella pobre gente intentando doblegar el poderoso ejército y las no menos poderosas murallas. Pero, entonces la fe del pueblo hizo real el sueño, posible lo imposible. “Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y el pueblo subirá, cada uno frente a sí” (Jos 6, 2-5).
Aquél pueblo rodeó las murallas con oraciones, la envolvieron en el manto de su fe, la apretaron con el grito de la esperanza, la sumieron en el incienso de su certidumbre, la rodearon con la fuerza de su amor y Jericó se desmoronó, sus muros se cayeron y todos pudieron ver el poder de un pueblo con fe.
¿Cuántas veces el hombre de fe no se enfrenta a la imposibilidad de sus cálculos, a la impotencia de su fuerza o la ley de las probabilidades? Lamentablemente para nosotros más veces de las que el amor demanda. Y por eso, justamente por eso, es tan poderosa la fe humilde y sencilla del pueblo, sacude la tierra con su oración, la fe es su victoria, la esperanza es su fuerza. Cuando se terminan los tiempos de los posibles, empieza el tiempo de las cosas intangibles, imposibles y utópicas. ¿Cuánto puede valer nuestra fuerza si el amor trabaja en nosotros?, ¿de que pueden servir nuestros cálculos si el amor es la base de nuestra confianza? Estas verdades sencillas, negadas para los sabios y doctos, se encuentran a mares en los pueblos.
Y… Venezuela se salvará, porque la economía, tan necesaria, no depende de la abundante sabiduría de los economistas ni de las manipulaciones de los empresarios, sino de la fe del pueblo, de su ingenuidad aún capaz de esperanza; por caminos extraños se mueve Dios en medio del pueblo, y lo que para los doctos son pamplinas, es sabiduría pura para el pueblo. Cuando los técnicos se referían, por ejemplo, al Comandante Chávez y su ministro Pérez Martí, en pleno sabotaje petrolero -cuando se le escamoteó al pueblo su alimento, la gasolina, el cine, el beisbol y hasta la radio y la televisión- como “los jefes de locademia de economía” , el pueblo sentía el contagio del virus más poderoso del universo, el de la fe, no porque entendiera –ni lo intentaba- el teorema de Nash que intentaba explicar Pérez Martí, sino porque, en medio de aquella locura de empresarios saboteando, Pérez Martí, el hombre honrado, decente y humilde, mostraba unos ojillos brillantes y con voz casi temblorosa e inolvidable decía, sobre la certidumbre de la fe: ¡Y VENEZUELA SE SALVARA ! ¿Saben?...¡VENEZUELA SE SALVÓ, INCREIBLE, PERO SE SALVÓ!
Que duda cabe, no será fácil ganar el Referendo e impulsar un modelo socialista basado en la igualdad y el amor ¿Cómo ha de ser fácil lo imposible?, el mal posee tanta fuerza que poco hacemos enfrentando su descomunal fuerza, hay que confiar en la bondad, la justicia, la humanidad y la ternura de nuestros propósitos. Cada día la lucha por el bien y la justicia alcanza triunfos milagrosos, sobrenaturales, épicos. ¿O que fue acaso la victoria alcanzada contra toda la fuerza concentrada en la COORDINADORA CARMONISTA (COCA) aquel 13 de abríl? Evaluemos con admiración, -para que ninguno intente regatearle un triunfo que es del pueblo- la formidable fortaleza que tenía el carmonismo en su momento.
1) Todo el gremio diverso y abigarrado de los empresarios, algo así como los saduceos, (FEDECÁMARAS)
2) Todo el poderío corrompido concentrado en los sectores sindicaleros, partidos políticos y alabarderos, algo así como los Herodes y su satrapía.
3) La jerarquía insensible e indiferente de la Iglesia Católica, algo así como Anás, Caifás y el Sanedrín (CEV)
4) Todo el poder de unos generales y almirantes en cantidad suficiente, -al menos si lo fueran además del uniforme- como para dirigir todos los ejércitos combatientes en la II guerra mundial, y saldrían sobrando como 20.
5) Todo el apoyo –indudable- de las embajadas de EE.UU. y la CE (España ejercía la presidencia), algo así como Roma, más el poder oculto del OPUS DEI, y un triste sector de la otrora aguerrida y popular Compañía de Jesús.
6) Y por último, un veneno de conciencias, enajenador de voluntades, operarios del subconsciente, omnipresente y aplastante: LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, con su ejército de señales, colores, música, y –tristemente- periodistas palangristas e inconscientes.
Bien, ¿Qué es más imposible, dominar a Jericó, o sacar y extraer, milagrosa y sobrenaturalmente toda esta conjunción de poder? Todos sabemos la respuesta, y por ello, así como el pueblo israelita oró diciendo: ¿Te acuerdas Israel? ¿Te acuerdas Daniel?, para nunca olvidar el poder de la fe, en Venezuela hay que inscribir en el corazón y la memoria colectiva de este pueblo, el 11, 12, 13 y 14 de abril. Eso es imperativo, lo es, porque hay que ser agradecidos; lo es, porque no nos cansaremos de contemplar el milagro; lo es, para que algún día cambien los confundidos; lo es, para que respeten un poco más la omnipotencia de un pueblo con fe; lo es, para que siempre tengamos presente donde está el poder de cambio de los pueblos; lo es, para que nunca nos extraviemos del camino de justicia, de paz y de libertad.
No hemos logrado -por ahora- nada, faltan muchas batallas, hará falta mucha fe, mucho amor y mucha comprensión. Frente a las proclamas humanas, sentidas, bolivarianas, cristianas y revolucionarias del Comandante; proclamas que no se apoyan en las posibilidades matemáticas; proclamas soñadoras, dolidas y tremendamente encarnadas, el adversario opta por la descalificación, la burla, la manipulación, la maniobra, y el descrédito. Tienen el corazón endurecido y las mentes embotadas, no podemos esperar otra cosa. Han operado sobre los fantasmas más oscuros del hombre: el miedo, y el miedo es irracional, paralizante y ponzoñoso. Pero frente a los fantasmas, el pueblo tiene su fe; tiene su conciencia revolucionaria; tiene un amor inmenso y poderoso que todo lo puede y que volverá a vencer. En diciembre –o cuando sea- el pueblo volverá a tumbar las murallas de Jericó. El SÍ, con ecos de novia o novio ante el altar, preñado de fe… ¡SÍ QUIERO!, volverá a retumbar en este templo de resurrección humana que se llama Venezuela y bajo un techo tachonado de estrellas.
Luego, hay que sembrar el socialismo científico para que el amor no se le rompa al pueblo de tanto esperar y ver. Una vez derrotada la burguesía nacional e internacional en el referendo hay que emprender la tarea de dar respuesta adecuada a los sueños y la fe de este pueblo, más allá de las acciones bondadosas y liberadoras encarnadas en las Misiones, mucho más allá, habrá que ir a hacer realidad la propiedad socialista de los medios de producción. Eso podrá hacerse si, por un lado, limpiamos de camaleones de boina roja la casa, y del otro lado, atacamos la infraestructura económica capitalista fuente de todas las perversiones, porque de no hacerlo, la mala hierba seguirá reproduciéndose, seguiremos viendo -aguantando las nauseas- personas cuyo compromiso con el socialismo sólo llega hasta el límite de sus florecientes negocios por más que griten ¡Patria, Socialismo o Muerte! Hay que eliminar la tentación, es lo recomendable siempre, especialmente, cuando años y años de formación capitalista más una débil formación ideológica quebrarán la débil resistencia de estos compatriotas ante el "dulce encanto de la burguesía", sus carros, sus hoteles, su buen whisky, sus escoltas, sus joyas... todo bajo la pantalla de "revolucionario marca registrada".
martinguedez@gmail.com