La Burocracia es contrarrevolución

En los albores de la revolución Rusa, como elemento político doctrinario se conformaron los llamados soviets, siendo en principio asambleas de soldados, obreros y campesinos, organizados para discutir las ideas y circunstancias que convulsionaban aquellas latitudes... Hay semejanzas con los Círculos Bolivarianos, Los Concejos Comunales, los Batallones, al fin y al cabo son formas de organización popular para insuflar los vientos revolucionarios. No se trata de hacer vanos paralelismos, las causas históricas son distintas, más la involución o degeneración sucedida a los soviets producto de las refriegas entre la fuerza gravitacional de los funcionarios, las maquinarias políticas y la vanguardia revolucionaria popular es un aspecto que debe estudiarse dentro de nuestro proceso de cambios. Es solo una opinión.

Hoy se avanza en el proceso constituyente para acuñarlo sin vericuetos en las propias páginas de nuestra Carta Magna, ante el despecho opositor. Los que redactaron el impío palimpsesto para proclamar a Carmona en nombre de sí mismo, “presidente”, ahora por efecto mediático se trastocan en adalides constitucionalistas, pujando con trajín las elucubraciones que les permite su estiptiquez mental. Por acá se yuxtaponen opiniones de sectores seudo revolucionarios que invocan el derecho a disentir como vermífugo de su detritus cismático. Al levantarse el poder constituyente como una cruz luminosa en la propuesta de reforma, se produce un exorcismo que desenmascara los íncubos en nuestras filas y soasa a los demonios neoliberales a la vera del camino. Como antes, los ladridos no son casuales; ahora el coro canino llega al paroxismo con la camada proveniente de la quinta columna.

“Subirse al portaviones” para arrasar con los vestigios adeco-copeyanos fue estrategia necesaria -amén de exitosa- de acuerdo con una circunstancia político electoral. Pero algunos olvidaron la lucha contra la burocracia, caldo de cultivo de la corrupción. La burocracia adquirió vida propia, vigorizándose al cobijo de feudos y comarcas, entorpeciendo el desarrollo de Misiones (creadas precisamente para enfrentarla), proyectos e incluso las formas de organización comunitaria. Reyezuelos y procónsules pusieron más empeño en confeccionar sus propias maquinarias políticas que en abordar integralmente los problemas de sus comunidades. A la sazón se desarrolló una nueva casta de burócratas privilegiados que ahora imita el boato y el derroche de quienes hace menos de una década aborrecían. Involucrados más no comprometidos; faramalleros, pero guabinosos.

Bajo borales de oficios, requisitos, formatos, procedimientos y normativas, se pasean con lentitud de anaconda, constriñendo proyectos y programas en la ciénaga de la molicie y la prevaricación. Los oponentes necesitan la inercia burocrática como aliada, saben que históricamente ha atascado los procesos de cambios. Recordemos siempre qué los motiva: energía y recursos para los próximos quinientos años. Le quieren transfundir la sangre de la Patria al insaciable imperio a cambio de vivir como magnates mayameros.

En la propuesta de reforma está el camino expedito para el desmontaje de una buena parte de tal aparato. Además y no menos importante, ayudaremos al deslastre del portaviones. Eso es horror a la oligarquía, a los miméticos y al imperio. Necesario entonces es, que en el debate, miremos a la luz de antiguos fuegos revolucionarios los laberintos ya transitados para no desviarnos ante tantos ladridos de perros, aullidos de lobos y risitas de hiena.

pladel@cantv.net




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Plácido R. Delgado


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