Chávez, cuenta que en esta lucha daremos nuestras vidas

Había que sacar a Bolívar de los mausoleos y estatuas donde lo tenían petrificado, y ponerlo a marchar de nuevo por calles, plazas, campos y caminos de Venezuela. Había que ponerlo otra vez en campañas y gestas admirables. De nuevo con la espada en la mano abriéndose paso por entre los colonizadores y entre mercenarios criollos. General en Jefe del espíritu del pueblo, descendiendo con sus huestes de negros, indios y pobres.

Había que reconocerlo sufriendo en carne propia su tragedia: Padeciendo estrecheces, agobios, penalidades, amenazas, crímenes y horrendas tensiones sicológicas. Luchando a su lado, volviendo al mundo legendario de sus cruzadas contra los imperios económicos y contra los imperios del terror. Luchando a su lado por la unión de América Latina.

Era necesario volver a revivir la gesta de aquellos hombres fatigados pero invencibles, llenos del polvo del Sur, y que regresaban a los llanos, a las costas de oriente, a los andes venezolanos, cargados de cicatrices y de dolores por no haber podido culminar las aspiraciones del grande hombre.

Hay que sentir el lloro viril que nos trae su ausencia y sus dolores infinitos y futuros, y eternos. Cómo aún se estremecen sus nervios ante el peligro de la patria, y como se entregan devotas las madres también eternas en sus rezos sin curas ni obispos ni papas, pidiendo por la paz, por el amor de Venezuela, por el que sus hijos sepan ser hombres para defender la causa de la libertad y la salvación de la República.

Ser fuertes frente al vendaval de las traiciones, de las indiferencias o abandonos del hermano débil, envenenado y doblegado por las campañas mediáticas de agentes extranjeros. Esas sombras entre la duda inmemorial e inmensa del caos artificialmente creado para someternos a los designios de los viejos estamentos. Resistiendo a todo trance y hurgando hondo en lo que somos, en lo que tenemos, y con lo que contamos.

Seguir revolviendo la historia real y la historia ausente. Abrir la memoria, mirar al pasado sin miedo y con nervios de acero: la vida que se yergue y se hace a fuerza de derrotas y cantares de victoria; todos con el zurrón bajo el brazo y el vibrar de los poemas, con el azadón y con el fusil por si acaso; siempre en plan de lucha y al llamado a la defensa de la patria.

¡Oh, bendito seas Chávez, todo eso, tú lo has revivido, todo eso tu lo has despertado en nosotros! Nos has dado un destino, te lo agradecemos.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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