Lo construyen los pueblos

El Socialismo no se decreta (I)

“Las verdaderas revoluciones son hijas del debate, del ejercicio de la libertad de conciencia crítica, sin prejuicios ni limitaciones que la marchiten. De su permanencia y cultivo depende en buena medida la formación de la conciencia social revolucionaria, de la cual dependerá en última instancia que se haga realidad el sueño de la democracia socialista”.

Gustavo Márquez Marín

Lo peor que podría ocurrirle al pueblo venezolano luego de haberse expresado democráticamente en el referendo del 2D, es que los Revolucionarios Bolivarianos, hagan un análisis superficial de sus resultados, buscando evadir la esencia del mensaje implícito en los mismos. De nuevo es pertinente traer a colación la frase bíblica citada en innumerables ocasiones por el Presidente Hugo Chávez: “El que tenga ojos que vea y quien tenga oídos que oiga…”. En particular, sería una verdadera tragedia para el avance del socialismo frente al neoliberalismo, tanto en el ámbito nacional como internacional, que se deje pasar ésta extraordinaria oportunidad, para evaluar a fondo la marcha del Proceso Revolucionario Bolivariano e identificar sus aciertos y carencias, desde una perspectiva crítica y autocrítica, como corresponde a la conducta de los auténticos revolucionarios, libres de las presiones que impone la coyuntura electoral y de los chantajes maniqueos polarizantes, actuando con la madurez democrática y la humildad que caracteriza a nuestro pueblo para aprehender de ésta experiencia, superando el impacto emocional que caracteriza la derrota y la tentación de racionalizarla, mediante la justificación de éste revés político con razones circunstanciales o casuística para evadir las verdaderas causas de lo ocurrido. Es precisamente en este momento cuando se impone actuar con coraje e inteligencia, invocando el espíritu de Simón Bolívar, “el hombre de las dificultades”, quien con su tenacidad y sabiduría supo convertir cada derrota en una oportunidad para relanzar la lucha con nuevos bríos y mejores estrategias, avanzando siempre hacia el preciado objetivo de la independencia, y ello fue posible, gracias a su genio político y a su confianza absoluta en el futuro.

El que tenga ojos que vea y quien tenga oídos que oiga

A pesar de que el Presidente Hugo Chávez luego de su triunfo en las elecciones presidenciales del 2006 concluyó que al votar por él, el pueblo no solo lo ratificó para un nuevo período constitucional, sino que con ello también expresó además, su voluntad de respaldar la construcción del proyecto socialista contenido en su discurso electoral, no fue sino hasta el referendo del 2D cuando efectivamente el pueblo tuvo realmente la oportunidad de decidir sobre ello. Quizás, es ahora mucho más pertinente aventurarnos a interpretar la opinión del pueblo venezolano en torno a la opción del socialismo porque lo que estaba en juego era precisamente eso. Esta es una tarea nada fácil dada la enorme cantidad de factores que podrían haber incidido en los resultados, desde el posible descontento provocado por la gestión de alcaldes, gobernadores y del propio gobierno central en problemas tan sensibles como la inseguridad, el desabastecimiento alimentario, el déficit de vivienda hasta, el terrorismo psicológico emprendido por la Conferencia Episcopal, la mayor parte de los medios de comunicación privado, un liderazgo estudiantil potenciado por los medios con un discurso ambiguo, mediatizado y victimizado por la oposición para que jugara un rol de punta de lanza en una nueva estrategia desestabilizadora, detrás de la cual estaban sin duda los largos tentáculos del imperio y, la complejidad de la propuesta presentada por el Presidente incrementada por la Asamblea Nacional, la cual debía ser asimilada y debatida en la base popular en un lapso muy breve, privilegiando con esto último, el escenario mediático masivo controlado por la oposición. Con el método “fast track” utilizado para impulsar la reforma quizás se subestimó la capacidad y madurez de la base social y política del chavismo para evaluar la reforma –el segundo motor constituyente- más allá de su fidelidad al liderazgo de Chávez y, la capacidad de la oposición para aprovechar al máximo su poder mediático orientándolo a distorsionar su mensaje, exacerbando los miedos derivados de valores fuertemente arraigado en todos los estratos de la población –democracia, propiedad privada, control sobre los hijos etc.- y maximizando los problemas inmediatos más sentidos por la población. Quienes, para justificar la derrota, se cobijan en el argumento de la guerra mediática dirigida desde el imperio, incurren en una gran inconsistencia respecto de lo que ha sido la conducta histórica del pueblo venezolano después de 11A, el cual ha demostrado madurez democrática y un alto nivel de conciencia política frente al incesante e intenso bombardeo comunicacional al que ha estado sometido en la última década.

No es que no sea importante realizar un análisis detallado de la estrategia que le permitió a la oposición ganar esta batalla aunque por un margen muy estrecho, de hecho es una norma básica de la política es estudiar los movimientos del adversario. Se gane o se pierda, conviene hacer un inventario de los daños sufridos y de los avances logrados como paso previo al reinicio de las acciones, de otra manera se perdería la oportunidad de sistematizar y acumular las experiencias. Sin embargo, del lado de la revolución, debe evitarse minimizar el carácter y magnitud de la derrota y, enfrentar sinceramente las debilidades y errores internos que la determinaron, las debilidades organizativas y comunicacionales pero también las debilidades del mensaje en cuanto a su contenido. En las actuales circunstancias, la crítica y la autocrítica no pueden ni deben soslayarse porque son de vida o muerte y es por ello que no tienen cabida excusas como la de, “no hay que darle armas al enemigo” o “no debemos desatar una cacería de brujas” y mucho menos, otorgarle crédito a quienes pretenden evadir responsabilidades poniendo el peso fundamental en externalidades circunstanciales. Si hay algún momento en el que se impone la crítica constructiva es en éste.

Un análisis preliminar de los resultados

Un análisis preliminar de los resultados permite ratificar que el pueblo venezolano, luego de casi 9 años de revolución, tiene una clara orientación socialista y democrática. En el referendo, prácticamente se produjo un empate técnico y ello implica, que la preferencia de los que votaron -66% del electorado- está dividida en partes iguales. El chavismo perdió 3 millones de votos respecto de las elecciones presidenciales de 2006, cifra ésta que se corresponde aproximadamente con el nivel de abstención que afectó sus principales bastiones en las principales ciudades del país. Perdió en 9 de las 23 entidades federales más poblados –Dto. Capital, Miranda, Carabobo, Zulia, Lara, Anzoátegui, Táchira, Mérida, Nueva Esparta- y en zonas emblemáticas como son “Petare” y “Fuerte Tiuna” en Caracas. Esto significa que dada la magnitud de la derrota que sufrió el chavismo en algunas de sus tradicionales zonas de influencia, al bajar 13% y 3 millones de votos respecto de la votación de diciembre 2006, no solo hubo chavistas que se abstuvieron, sino también, algunos chavistas que votaron “No”. A pesar del revés electoral, el liderazgo de Chávez aún se mantiene fuerte, porque los millones de chavistas que se abstuvieron y los que votaron “No” no necesariamente lo hicieron en contra del líder sino contra su propuesta de reforma constitucional.

Desde otra perspectiva, quizás debido a que la propuesta socialista implícita en la reforma mantuvo una cierta ambigüedad en torno a su deslinde del modelo socialista fracasado del siglo XX, un segmento importante de los chavistas que se abstuvieron o votaron “No”, lo hicieron de manera consciente y no como consecuencia de la manipulación mediática, porque siendo Socialista Bolivarianos, propulsores de la democracia participativa, protagónica y plena, percibieron que la reforma colidía con valores esenciales del ideario de la democracia socialista en cuanto al ejercicio de libertades y derechos humanos y al modelo político planteado. Otra inferencia que podríamos derivar es que el campo político del socialismo en términos generales se consolidó como la mayoría indiscutible en la sociedad venezolana, si sumamos el 49.29% de los votos obtenidos en el referendo sobre la reforma y un porcentaje indeterminado del electorado que considerándose socialista no sufragó por la reforma o se abstuvo, dentro de los que hay que contabilizar las áreas de influencia de PODEMOS. En todo caso, es necesario hacer un examen minucioso para cuantificar ambos componentes, el de los socialistas que votaron por él “Si” y el de los que se abstuvieron o votaron “No”. Esa es la base de la que hay que partir para evaluar objetivamente los resultados.

Antes de mirar la paja en el ojo ajeno hay que ver la viga en el propio

A pesar de que él área de influencia del socialismo ha crecido hasta niveles inimaginables después de la derrota de la izquierda en los 60 y su limitado crecimiento luego de haber tomado la vía democrática al socialismo, sería un craso error asumir que ese vasto espacio político conquistado con el liderazgo de Chávez esté consolidado. La prueba del 2D demostró, sin lugar a dudas, el nivel de conciencia política alcanzado por el pueblo que respalda el Proceso Bolivariano, al haber diferenciado claramente entre el apoyo al liderazgo de Chávez que no estaba en juego en esta elección aunque así fuera planteado por el Presidente y, su propuesta de reforma constitucional. Es verdad que en la reforma se contemplaba la reelección presidencial sin límite de tiempo, incluida en el Bloque A, que en el fondo planteaba una reafirmación de ese liderazgo, pero al estar en dicho bloque, no le permitía a quienes tenían diferencias con algunos artículos medulares contenidos en el mismo diferenciar su voto.

En la madrugada del 3D cuando aún faltaba por totalizar el 13 % de los votos emitidos, después de reafirmar su talante democrático al reconocer el triunfo del “No” por escaso margen (0.7%), el Presidente Chávez reconoció que las condiciones no están aún maduras para desarrollar el proyecto socialista porque éste no se ha internalizado suficientemente en la mayoría de la población. Este juicio obliga a responder algunas interrogantes básicas: ¿Realmente está agotada la constitución del 99 como marco político institucional para avanzar en la construcción del la democracia socialista? ¿Cuáles es el modelo de socialismo que está implícito en el proyecto de reforma? Considerando que el chavismo es un fenómeno de masas en el que convergen diversos sectores sociales y políticos con ideas diversas del socialismo pero con el denominador común de luchar por la construcción de una democracia participativa y protagónica, por una democracia plena ¿Existe amplio consenso en el seno del chavismo sobre el modelo de socialismo que hay que construir o este es un tema pendiente? ¿Dada la forma cerrada como se concibió el proyecto de la reforma y el breve tiempo de que se dispuso para debatirla después que la dio a conocer el Presidente, la mayoría del pueblo realmente tuvo la oportunidad de conocerla y debatirla, más allá del esfuerzo propagandístico que hizo la AN? ¿Acaso no era demasiado ambicioso conformar el PSUV y simultáneamente lanzar una reforma de la magnitud propuesta para definir el rumbo hacia un modelo socialista, sin que haya mediado un debate en la base social del Gobierno Bolivariano? ¿Resultaba realmente convincente el argumento de que las deficiencias de la gestión del Gobierno Bolivariano para atender problemas como la inseguridad, el déficit habitacional, el desabastecimiento alimentario, la corrupción y el burocratismo, requerían de la reforma para poder enfrentarlos con eficacia? ¿El concepto de un poder popular tutelado por el ejecutivo nacional dependiente del Estado y no de sí mismo fue interpretado como un avance o un retroceso en la construcción de la democracia socialista? ¿La ruptura del principio de la progresividad de los derechos, con la modificación del régimen de los estados de excepción, la disminución de los porcentajes para activar los mecanismos refrendarios y el condicionamiento de de la permanencia y selección de los miembros de los poderes ciudadano, electoral y judicial a una mayoría de la AN, no era acaso una señal contradictoria con el discurso de la democracia socialista participativa y protagónica? ¿Qué impacto en los resultados electorales tuvo, en el escenario local y regional la no participación de los liderazgos respectivos en el diseño de la propuesta, aún cuando en la “nueva geometría del poder” objetivamente se afectaba el ámbito de acción de alcaldías y gobernaciones? Las respuestas a éstas y otras preguntas podrían permitirnos determinar por qué un sector del chavismo se deslindó de la reforma aunque no así de Chávez. Definitivamente debemos comenzar por ver la viga en el ojo propio para poder llegar a las verdaderas causas de la derrota. Ahora es cuando debe discutirse a fondo el proyecto de reforma en el seno del chavismo a la luz de los resultados electorales.


gamarquez2@yahoo.com



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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

 gamarquez2@yahoo.com

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