Cada vez se ve más claro el rostro del gobierno, y cuando digo “gobierno” me refiero al conjunto del aparato gubernamental, comenzando por el jefe de todos los funcionarios que es el presidente Chávez.
El Presidente es el responsable de la política del gobierno
Desde hace tiempo, algunos no nos hemos tragado esa conseja popular, por demás absurda e ilógica, de que el presidente Chávez es un gran revolucionario, rodeado de una cuerda de arribistas, oportunistas, corruptos y sinvergüenzas. Estamos más bien de acuerdo con lo que él mismo dijo en el pasado Aló Presidente –y ya lo había dicho en otra ocasión- de que no le echen la culpa de las cosas mal hechas a los gobernadores o a los ministros, que se la echen a él que es el principal responsable de lo que “sus” funcionarios hacen o dejan de hacer. Efectivamente, “sus” funcionarios, porque él los nombró; los defiende en ocasiones, como hizo con el nefasto ministro del Trabajo, José Ramón Rivero, cuando Marcela Máspero en alguna ocasión lo atacó públicamente; los mantiene en sus cargos, a pesar de todo lo que digan de los mismos, o en el caso de los elegidos por votación popular, les levantó la mano y a dedo los designó candidatos –aunque ahora diga que no lo volverá a hacer.
El Presidente tiene los ministros y funcionarios que él, y sólo él designó. No cayeron del cielo, ni aparecieron en sus curules parlamentarios, o en tal cual gobernación o alcaldía, por obra y gracia del Espíritu Santo –que por cierto, no existe-; como él mismo ha dicho públicamente, es el único responsable de sus ejecutorias. Y no puede ser de otra manera, ya que él es el jefe de Estado y de gobierno de este país.
Entendido esto, ahora toca considerar el conjunto de la política del gobierno que encabeza el presidente Chávez.
La colaboración de clases, guía la política del gobierno del presidente Chávez
Terminando el año 2007 y comenzando el 2008, Chávez y su gobierno han ido definiendo con mucha claridad cuál es esa política, y qué carácter tiene. Primero se trató del anuncio gubernamental de convocar a una reunión para discutir el salario mínimo y otros temas con Fedecámaras y la CTV , obviando completamente a la UNT , que hoy por hoy es la principal central sindical del país. Luego, el ministro de Finanzas anunció un proceso de liberación de precios que reduciría de 400 a sólo 20, los productos cuyos precios se mantendrían regulados. Pero lo que definitivamente cayó como un balde de agua fría en el seno del pueblo, y que es un mensaje claro de negociación y entendimiento con la burguesía y sus partidos, fue el decreto de amnistía promulgado por el Presidente. En política, los gestos, las actitudes y las palabras son importantes, más aún si van acompañadas de acciones que las ratifican. Todas estas acciones del gobierno del presidente Chávez, que no de algún ministro díscolo, han sido acompañadas recientemente por algunas afirmaciones muy importantes que este ha formulado. Nos referimos a lo que dijo en una de sus últimas alocuciones, en la que abiertamente y sin tapujos, quizás por primera vez desde que es Presidente, planteó la necesidad de realizar alianzas con una fulana “burguesía nacional”, además, exhortó a leer a Lenin, supuestamente para apoyar esta tesis. Incluso, fue más lejos al plantear que lo de eliminar la propiedad privada es una tesis “pasada de moda”, y puso como ejemplo lo que le abría dicho en alguna ocasión el presidente de Bielorrusia.
Así como afirmamos que Chávez es el principal responsable de todo lo que hacen o dejan de hacer sus funcionarios, así como del conjunto de la política del gobierno, también podemos decir que estas medidas adoptadas (reuniones con CTV y Fedecámaras, liberación de precios, amnistía) no son simples “errores” o “equivocaciones”, sino que responden a una lógica y a una determinada política, que están directamente relacionadas con el planteamiento de lograr alianzas con la burguesía. Efectivamente, todas las acciones del gobierno tienen como norte la conciliación o colaboración con la burguesía. Y esto no es algo completamente nuevo, siempre el gobierno tuvo esa disposición, tal como se puso en evidencia después del golpe, cuando Chávez apareció en TV pidiéndoles perdón a los golpistas con un Cristo en la mano, o proponiendo mesas de diálogo con los saboteadores después del paro patronal y el sabotaje a PDVSA. El decreto de amnistía no es más que la continuación de esta política de colaboración de clases, de búsqueda de entendimiento con supuestos sectores burgueses patrióticos o nacionalistas, rara especie que nunca ha existido en Venezuela ni en América Latina. Es la misma política nefasta de los sandinistas que llevó al desastre a la revolución nicaragüense o la supuesta vía pacífica al socialismo en Chile que pagaron con sangre miles de trabajadores de ese país.
Sobre la burguesía nacional y lo pasado de moda
Brevemente debemos referirnos al tema de la “burguesía nacional” y su supuesto carácter de potencial aliado del pueblo y los trabajadores en un proceso revolucionario. Primero que nada tenemos que ser objetivos y ver si esa clase existe o existió en nuestro continente o en nuestro país.
Toda la burguesía latinoamericana, incluso la burguesía paulista (Brasil), que quizás tiene un grado de desarrollo que le confiere cierta autonomía respecto al imperialismo, nació atada de pies y manos al imperialismo, primero inglés y luego norteamericano. Nunca hubo el más mínimo vestigio de independencia y autarquía. Los tímidos intentos en este sentido, como fue el caso de las burguesías chilena o paraguaya en el siglo XIX, fueron liquidados tempranamente por el imperialismo inglés. En el primer caso, con la prohibición expresa a comerciar de forma independiente, después de promover una guerra civil que propició la caída y suicido del presidente Balmaceda, y en el segundo caso, con la guerra de Argentina y Brasil contra Paraguay, financiada por el imperialismo inglés. Precisamente, el fracaso de la unidad latinoamericana y del proyecto bolivariano de la Gran Colombia , son un ejemplo de la incapacidad de la oligarquía de América Latina de lograr un desarrollo autónomo respecto al imperialismo. Si no hubo “burguesía nacional” después de la independencia, mucho menos la puede haber hoy, en plena era de predominio de las transnacionales, las cuales gobiernan la economía capitalista mundial.
Pero veamos la situación en nuestro país. Nos preguntamos: ¿Dónde estaba la “burguesía nacional”, con la que el presidente Chávez se quiere aliar, el 11 de abril del 2002? ¿Dónde estaba y qué hacía la “burguesía nacional” durante el paro y sabotaje a PDVSA? Todos los venezolanos sabemos que hacían. El 11 de abril estaban promoviendo un golpe de Estado con apoyo del imperialismo, utilizando los medios de comunicación privados como instrumento del golpismo, y luego, esos mismos representantes de la “burguesía nacional”, desfilaron por Miraflores firmando el decreto de Carmona con una espléndida sonrisa de oreja a oreja, mientras bajaban el cuadro de Bolívar. Luego, durante el paro-sabotaje, esa “burguesía nacional” con la que el gobierno ahora busca entenderse y conciliar, estableció un “corralito” en todos los bancos; cerró las empresas productoras de alimentos, colocó los medios al servicio del golpismo y saboteó la empresa petrolera. ¿Dónde está sr. Presidente esa “burguesía nacional” que usted invoca? Nombre algún representante de ella, nacionalista y patriótico. ¿O es que se refiere a Alberto Cudemus, Alberto Vollmer, Marcos Zarikian, los Mendoza de la Polar , Luis Van Dam o a los dueños del BOD o de Fondo Común? ¿De cuándo acá estos personajes, explotadores de trabajadores venezolanos, propietarios de tierras y grandes empresas, hijos de los “Amos del Valle”, como Vollmer, son “patriotas” y “nacionalistas”? ¿Cómo pueden ser socialistas? Lo que está pasado de moda y no se ajusta para nada al actual desarrollo del capitalismo es creer en la existencia de una “burguesía nacional”.
Exhortar a leer a Lenin para sustentar esta tesis es completamente falso y equivocado, por el contrario, el constructor del estado soviético y dirigente del primer estado obrero que ha conocido la historia, fue un defensor a ultranza de la independencia política de los trabajadores y el pueblo frente a la burguesía. En ninguno de sus libros o escritos defendió la existencia de una supuesta burguesía nacional en Rusia, ni en ningún otro país. Por otra parte, el primer decreto que promulgó fue el del control obrero de toda la producción, precisamente en contra de la burguesía rusa y transnacional. Ahora bien, en lo que sí tiene razón el presidente Chávez, es en colocar como ejemplos de estas tesis de colaboración de clases a Fidel Castro, Daniel Ortega y Lukachenko, pero se equivoca incluyendo en esta lista a Lenin.
Por otra parte, de acuerdo a la tesis presidencial, ahora resulta que defender la independencia política de los trabajadores, luchar por el verdadero socialismo sin propiedad privada de los medios de producción y por el control obrero de las empresas es extremismo. Ahora resulta que ser socialista revolucionario consecuente, ser marxista y leninista, creer en la lucha de clases y en la expropiación de la burguesía, como forma de acceder a un verdadero gobierno de los trabajadores y el pueblo, está pasado de moda y es extremismo. Todo esto resulta sumamente peligroso, ya que más de un funcionario gubernamental o chavista acrítico de uña en el rabo, podrá pensar que tiene patente de corso otorgada por el propio Presidente, para perseguir a los que el gobierno llama “extremistas”.
El verdadero socialismo no contempla la colaboración de clases ni la propiedad privada de los medios de producción
Aclaremos algo. Una de dos. O vamos al socialismo, y eso supone la ruptura definitiva con el capital y la liquidación de la propiedad privada de los medios de producción, óigase bien, “medios de producción”, nos referimos a las grandes fábricas, comercios, trasnacionales, bancos, seguros, etc., y su control por parte de los trabajadores y el pueblo, de forma independiente de la burguesía “nacional” o transnacional, o, por el contrario, con el discurso del “socialismo del siglo XXI” o del “socialismo bolivariano”, se establecen alianzas con la burguesía para perpetuar el capitalismo. Ese es el dilema de hierro en el que estamos inmersos. O este proceso revolucionario se reencausa efectivamente hacia el socialismo sin patronos, terratenientes y burócratas, o entraríamos en una caricatura de revolución, como llamó el Ché a las revoluciones sin socialismo, que no haría otra cosa que mantener las relaciones y estructuras capitalistas en el marco de un discurso “socializante”.
Miguel Angel Hernández Arvelo es profesor de la Escuela de Sociología de la UCV e integrante del Movimiento por la Construcción de un Partido de los Trabajadores.
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